Por pereza o por tratar de llenar páginas, anda circulando sin mayores comentarios en varios medios un documental sobre el origen del coronavirus que nos tiene tan a mal traer. El documental es contado y linkeado sin mayores comentarios ni contexto, como si fuera uno de esos sobre la naturaleza donde nadie se pregunta de dónde salió el león. Pero resulta que el autor del guión, los productores y hasta los canales de difusión de la película están ligados a la secta Falun Gong y su periódico internacional, La Gran Época. Y ninguno de estos grupos se dedica a la ciencia, a las noticias o a la educación del público. 

El objetivo abierto, claro, obsesivo que tienen es criticar al “espectro maligno”, el Partido Comunista Chino. De hecho, según ellos, la peste de la covid-19 es un castigo divino enviado para destruir a los comunistas del mundo y los idiotas útiles que no los critican.

Falun Gong y el diario La Gran Época

Falun Gong es la creación de Li Hongzhi , un sesentón con más de veinte años de exilio en Estados Unidos. La secta comenzó como una variante, en los años sesenta y setenta clandestina por el clima político en China, del budismo qiqong. Hongzhi creó una serie de ejercicios espirituales y físicos, abundantes en meditación y ejercicios, y puso un enorme stress en la ideología de la rectitud moral y la espiritualidad, comunes a la cultura china budista y taoísta. Cuando China pegó el timonazo hacia el capitalismo, esta práctica hasta tuvo cierta popularidad en el gobierno, con Hongzhi dando seminarios y demostraciones en embajadas chinas por el mundo.

Pero en 1995 el gurú se mudó a Estados Unidos y en 1999 el gobierno chino condenó a Falun Gong y comenzó a perseguir a sus practicantes. Ahí hubo dos cambios enormes en el mensaje de la secta, que ya se expandía por la América del Norte y Europa. Uno fue que se dejó de publicar la biografía oficial del fundador, en la que se afirmaba que a los ocho años su satori era tan potente que podía hasta volar. El otro fue que Falun Gong se transformó en el más feroz crítico del gobierno chino y en un pilar de la nueva derecha dura norteamericana. Este último camino floreció en 2016, cuando apareció en escena un tal Donald Trump criticando con dureza las políticas comerciales de los chinos.

En 2000, un grupo de norteamericanos de origen chino encabezado por John Tang fundó el periódico The Epoch Times, que ya se publica en 35 idiomas (la edición en castellano es La Gran Época) y es parte de un grupo con la estación de televisión New Tang Dinasty. El periódico se publica en decenas de idiomas y tiene una característica peculiar, que la edición digital es la “edición madre” y las de papel una selección de contenido. Por sus varios canales y en tantos países, el diario selecciona a la fina flor de la derecha dura local y la apoya. En España, por ejemplo, Vox es una estrella en sus páginas y en la edición alemana, The Epoch Times Deutschland, se cubre con simpatía y cuidado a los neonazis de Alternativa por Alemania.

The Epoch Times, de tanto pegarle a China, cada tanto acierta, como en sus coberturas de persecuciones a los miembros de Falun Gong y otros grupos religiosos o étnicos. Pero al anticomunismo obsesivo se le tienen que sumar la ideología ya de derecha y un estilo paranoide, casi mágico, de ver la realidad. El periódico, el canal de televisión y los varios think tanks y grupos de lobby apoyan iniciativas como no vacunar a los chicos, por las vacunas son una manera de envenenarlos o controlar sus mentes. También se caracterizan por no contratar periodistas profesionales sino militantes, con lo que una foto satelital de la NASA en un estudio climático termina presentada a los gritos como “prueba” de que en China están incinerando decenas de miles de muertos por la covid-19. Otra mentira del PCC expuesta por los cruzados…

Un virus "comunista"

Y quien se crea el documental culpando a un laboratorio secreto de producir el coronavirus como un arma, debería seguir leyendo y enterarse de otras cosas. Por ejemplo, que la semana pasada todos los organismos de inteligencia de Estados Unidos se pelearon con el presidente Trump al presentarle un informe en el que desmentían que alguien hubiera inventado este virus o lo hubiera modificado genéticamente, como se dice en el documental. Las agencias no encontraron ninguna evidencia científica o de inteligencia -comunicaciones interceptadas, reportes de espías- que indicara una mano humana en la plaga. Este informe confirma los de varios, varios laboratorios genéticos de primera línea internacional, que dijeron antes que no había indicio alguno de este tipo de fantasías.

Pero si se desconfía de las fuentes, por gringas, se puede leer el editorial actual de La Gran Época, que revela la cura infalible de la covid-19: basta repudiar en voz alta al Partido Comunista Chino y uno se sana “milagrosamente”. La perlita está al final del largo texto en que se explica la maldad intrínseca del comunismo en general y del chino en particular. Luego se hace una monótona lista de amigos del comunismo chino, que incluye a Nueva York, España, Italia e Irán, todos alegres socios comerciales de Pekín. En el texto se subraya que, nada casualmente, son los lugares más afectados por el coronavirus.

Esto es porque “la llegada de una plaga no es accidental. La epidemia del virus del PCC fue desencadenada por los malvados crímenes del PCC y se propagó globalmente debido al ocultamiento del PCC. La propagación del virus muestra un patrón claro, el cual es, que apunta selectivamente al PCC y tiene como objetivo eliminar al PCC y a aquellos que son procomunistas o que tienen vínculos cercanos con el PCC”. Esto equivale a decir que todos los médicos del mundo se equivocan, porque la plaga apareció para destruir al partido gobernante en China y todos los barbijos y guantes del mundo no la evitan. Basta ser anticomunista para salvarse.

Luego viene una desopilante aunque breve lista de “milagros", empezando por “tres políticos claves de Vox”, el partido neofalangista español. Según La Gran Época, Santiago Abascal, presidente de Vox, Javier Ortega Smith, secretario general y número dos de Vox, y Macarena Olona, diputada del Congreso de los Diputados por Vox, se contagiaron pero se recuperaron “poco después de que condenaron enérgicamente al PCC”. Más místico resulta el caso de la danesa Connie Brix, que repudió al PCC en su íntimo coleto y “dos días después, los síntomas de Connie desaparecieron y ella también se recuperó milagrosamente”.

Este tipo de razonamientos hasta pueden crear un momento cómico en el tedio de la cuarentena, pero no son una fuente que tenga el menor trazo de seriedad.