Se repite desde el principio: el teatro ha sido de las primeras actividades en suspenderse en medio de la pandemia de Covid-19 y será de las últimas en regresar. En esta idea el director teatral Mariano Stolkiner registra una "estigmatización": ¿acaso el teatro "contagiaría" más que un shopping, un restaurante, un gimnasio? La realidad y la incertidumbre son duras especialmente para una enorme cantidad de artistas independientes que quedaron desprotegidos. La maquinaria se detuvo y dejó sin trabajo e ingresos a actores, directores, dramaturgos, escenógrafos, técnicos, vestuaristas e iluminadores; también a trabajadores como los de prensa o los boleteros, de ocupaciones ligadas al hecho teatral. Gorras y clases virtuales no resuelven semejante problema. Las salas están al borde del abismo. La crisis expone una precarización histórica.

Un régimen de emergencia

Según el último censo de la Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica (APDEA), hubo 328 estrenos suspendidos, 375 funciones interrumpidas, 51 giras canceladas en los ámbitos comercial, independiente y oficial. De estos proyectos recibieron ayuda estatal 257 y 497 no. Hay alrededor de 5 mil artistas, según este documento, que se encuentran en un estado de fragilidad. Desde el teatro surgió un movimiento llamado Artistas Solidarios -Mosquito Sancineto es la cara visible- que reparte bolsones de comida a quienes lo necesiten. 

APDEA, presidida por el director Alfredo Martín, acercó a las autoridades una propuesta  para trabajadores de artes escénicas que enfrentan una "severa discontinuidad o pérdida de ingresos" y no tienen las características para acceder al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). La define como un monto excepcional para elencos afectados, calculado sobre funciones suspendidas, un porcentaje estimado de ocupación de salas y un valor de entradas acordado.

Ante las repercusiones de la pandemia en el sector, la primera respuesta del Instituto Nacional del Teatro (INT) fue el lanzamiento del Plan Podestá , fondo de emergencia de 100 millones de pesos. En sus dos etapas, el apoyo llegó a salas, colectivos y proyectos inscriptos en el registro del organismo o que habían sido previamente subsidiados, según argumentó APDEA mediante un comunicado. Por otro lado, el Fondo Desarrollar  -30 millones de pesos del Ministerio de Cultura- "apunta a sostener espacios" y no necesariamente se irradia hacia los artistas. "Un montón de gente está boyando, recibiendo bolsones o viendo si las gorras virtuales generan algún circuito. La pandemia puso la lupa a la precarización y vulnerabilidad del sector. Venimos de la devastación del macrismo", describe Martín, quien también menciona la terrible situación de quienes se dedican "actividades conexas". 

Medidas más recientes parecen apuntar al sector más desprotegido. Surgieron esta semana. El Fondo Nacional de las Artes (FNA) anunció la convocatoria a una beca excepcional que otorgará un monto de hasta 20 mil pesos a artistas, artesanos y creadores. En el ámbito porteño, el Fondo Metropolitano de la Cultura, las Artes y la Ciencia destinará un presupuesto de 38.986.684 de pesos al funcionamiento de espacios, creadores y formación y capacitación. El Ministerio de Cultura anunció además un refuerzo económico a los sectores alcanzados por BAmilonga, BAmúsica, Prodanza y Proteatro.

"La línea del FNA está en relación con nuestro pedido, pero pide una compensación, una especie de registro o producción en audio, video o por escrito en relación a un proyecto. En ese punto se corre de nuestro planteo: una línea en función de proyectos que no pudieron ser realizados", contrasta Martín. Los subsidios de creación del Fondo Metropolitano se destinarán al financiamiento de producciones artístico-culturales, se aclara en un comunicado.

La flamante Red de Artes Escénicas, federal, hizo pública una nota firmada por más de 7 mil personas de distintos rubros. Solicitaba "una clase de régimen de emergencia" o seguro de desempleo para trabajadores con ingresos discontinuados o directamente perdidos, el reparto de Tarjetas Alimentar para artistas y la suspensión del pago de servicios públicos para espacios culturales, entre otras cosas.

El director del INT, Gustavo Uano, reconoce que las medidas "son paliativos". "A nadie le resolvemos la gestión de una sala ni de un proyecto, los gastos de un festival o gira. Tratamos de recepcionar iniciativas de los distintos sectores para transformarlos en políticas. Tenemos que tomar decisiones de a quién le asignamos los respiradores que tenemos: es una metáfora triste pero es la realidad. No tenemos los recursos y no los tiene el Estado. Nuestras medidas han sido inmediatas, con el riesgo de tener algún retroceso de error que corregir o daños colaterales inevitables", expresa.

El organismo dedicado al fomento de la actividad independiente en todo el país cuenta con un presupuesto para subsidios de 300 millones de pesos de los que dispone en cuotas. El dinero destinado al Podestá provino de este mismo presupuesto: no hubo una inyección externa. Las decisiones fueron tomadas "de lo general a lo particular": "atendiendo a la realidad de las salas, casas de producción; luego a los elencos como núcleos de la actividad; y en tercer lugar a las producciones, uniones eventuales de artistas". Por ahora, con el Podestá, se abarcó a un universo de 14 mil trabajadores, poco más del 30 por ciento del padrón registrado en INT, que recientemente lanzó un concurso nacional de actividades performáticas en entornos virtuales. No están descartadas nuevas medidas para asistir a creadores en su individualidad. Sólo que siempre bajo la modalidad de convocatorias a concurso, "realidad exigida por ley". Por su parte, el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro, adelanta que la cartera avanza en un convenio con la Asociación Argentina de Actores (AAA), destinado al sector más frágil.

La situación de las salas porteñas

Mariano Stolkiner, miembro de aquella Red y dueño del teatro El Extranjero, cuenta que el Podestá llegó a los espacios en tiempo y forma. Pero es "insuficiente" para sostener los costos de alquiler, tarifas de servicios, seguros y haberes de empleados. El cobró 90 mil pesos por única vez. En la Ciudad hay 460 espacios culturales de los cuales 200 son salas teatrales, según datos del Ministerio de Cultura porteño.

"Agradecemos el Podestá, medida de alcance nacional que no sirvió sólo para las salas, que siempre parece que se llevan todo", dice Liliana Weimer, presidenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI), que agrupa a referentes de salas. Así y todo, la realidad de los espacios es muy terrible. De las más de 100 que hay en la asociación, la mitad paga alquiler. Tanto el decreto que congela alquileres como el que suspende los cortes por falta de pago de servicios contienen a las salas -el segundo de manera difusa: remite a centros culturales y no a teatros independientes, rubros distintos en CABA-, pero son formas de "acumular deuda a futuro", en palabras de Stolkiner. "No sabemos de qué disfrazarnos, tenemos deuda acumulada con todo", agrega Weimer. 

La agrupación viene reclamando que se aceleren los tiempos de cobro del subsidio de funcionamiento, que los teatros reciben todos los años de parte del INT. Por otra parte, los fondos de Proteatro les llegarán al parecer antes de fin de junio. El año pasado se cobraron a partir del 20 de mayo. Aún no hubo comunicación formal respecto de la fecha. El presupuesto de Proteatro sancionado es de 67.762.026 pesos, el refuerzo es de 27.200.000, con lo cual el total se eleva a 94.962.026. "Es un momento complejo en términos administrativos. Pedí al equipo que fuera conservador en la comunicación de las fechas para no generar expectativas y luego frustración", explica Avogadro. "No es que este año tardan más que nunca. Sabemos que hay una urgencia. Estamos en los tiempos normales", asegura.

"Las salas lo necesitan ya, considerando que este año es de total emergencia. Es una eternidad todo con lo que se nos acumula de deuda. No sabemos ni cuándo ni la cifra porque las actas no fueron publicadas. Entendemos la situación, pero a la vez no tenemos garantías de llegar", manifiesta Weimer. "Tenemos gente a la que responder: que limpia, técnicos, boleteros. Depende mucha gente de las salas. Para una emergencia todo es lento." En sintonía, Stolkiner sentencia: "El sector cae en un pozo ciego. No resiste. Tendremos que evaluar qué se puede hacer. Si no lamentablemente muchas salas van a cerrar".

Los roles invisibles

Hay sectores que históricamente se mueven en las sombras. "El trabajo del teatro se suele asociar al director, autor y actor. La nuestra no se considera como actividad", se lamenta Gonzalo Córdova, copresidente de la Asociación de Diseñadores Escénicos de la Argentina (ADEA), que nuclea a escenógrafos, vestuaristas, iluminadores y videastas. La pandemia también revela esto: que hay sectores que nunca tuvieron protagonismo. "Quedamos siempre afuera de toda visibilidad. Esta ausencia es un problema cultural y atravesado por los sistemas educativos."

Los miembros de ADA manifestaron en un comunicado que ninguna medida del Estado los contemplaba específicamente. Luego tuvieron una reunión con representantes del INT. "Recién ahora nos están empezando a escuchar. Nos empiezan a tomar como entidad independiente. La tarea es enorme", dice Córdova. Dentro del grupo hay quienes no tienen trabajo siquiera en formación, "nada para recibir", muchos que viven al día, de modo que la emergencia es "fuerte". "Es un trabajo de mucha informalidad. No hay práctica legal organizada siquiera para los técnicos del Estado. El Instituto no tiene un registro; no se reconoce nuestra entidad fiscal", detalla. La nueva gestión los escuchó y se comprometió a empezar a trabajar en conjunto. Aunque no avanzaron en un puente económico que se extienda hasta el diseñador, coincidieron en dar pasos vinculados a la "generación de materiales, establecer un registro, la construcción de una muestra que circule por Internet y algún día pueda ser física", entre otras cosas. Esto apuntaría a que a corto, mediano y largo plazo "empiece a valorizarse el trabajo del diseñador", una deuda histórica. 

Por otra parte, productores ejecutivos de todos los circuitos también tienen su propia asociación, joven, con 40 socios: la Asociación Profesional de Productores Ejecutivos de las Artes Escénicas (APPEAE). Por estos momentos trabajan en una encuesta para visibilizar su rol dentro del ámbito. "Este rol no es el que pone la plata, como usualmente se piensa. Es el que ejecuta la tarea para llevar adelante una producción. En CABA tenemos carreras, cursos, está más instalado; en el interior sigue siendo el mismo productor de gira el que hace la producción ejecutiva, comercial", dice Paula Travnik, secretaria de la comisión directiva. La encuesta abarcó a los socios pero buscan extenderla más allá de la asociación y hacia el país. Los resultados, que se publicarán pronto, revelan "la informalidad" en la que trabajan.

"No recibimos ninguna ayuda específica, no entramos en el IFE. Quizá nos puede irradiar algún subsidio a las obras del catálogo del INT. En general quedamos boyando", comenta la productora ejecutiva y actriz. La asociación, junto a otras organizaciones, también fue recibida por referentes del Instituto. Los esfuerzos están focalizados en relevar lo que ocurre con la actividad en todo el país.

Protocolos para la vuelta

La propuesta de Carlos Rottemberg a autoridades porteñas para la reapertura escalonada de salas causó impacto en el sector independiente, dice Martín. Porque la vuelta sugerida sería recién para agosto, septiembre. "Nos dejó sorprendidos pero entendemos que se refiere al teatro más comercial. Nosotros estamos pensando en un protocolo que pueda permitir antes de esa fecha el acceso a salas más pequeñas de alguna manera posible", expresa.

La comunidad independiente está diseñando por lo menos dos protocolos para el regreso de la actividad en CABA. Por un lado está el de Profesores Independientes de Teatro (PIT) para cuando las clases retomen su curso; por el otro el que arma ARTEI para la apertura de salas, sin todavía poder precisar plazos. Se espera que el teatro pueda volver a abrir telones y encender luces a la par de otras actividades entendidas como no esenciales.

La prioridad, cuenta Stolkiner -comisión directiva de ARTEI- es que obtengan permisos de circulación los que trabajan en espacios para hacer tareas de mantenimiento. Una segunda etapa permitiría el desarrollo de ensayos en pequeños grupos. En un tercer momento habría un avance en dictado de clases y en funciones para públicos reducidos y con espectáculos que ofrezcan posibilidades de trabajar manteniendo distancia y con pocos actores. "Entiendo lo que dice Carlos. Pero en esta instancia el teatro independiente tiene una urgencia que no permite reabrir en agosto o septiembre. Se nos viene la noche. ¿Cómo llegamos?", manifiesta Stolkiner. Por su parte, el INT trabaja en tres ejes: capacidad adaptada de salas en las provincias en que se vaya flexibilizando la cuarentena, desarrollo de actividades al aire libre con las medidas adecuadas y la vuelta del interior hacia las capitales.

Avogadro comenta que viene dialogando tanto con ARTEI como la agrupación Espacios Escénicos Autónomos (ESCENA) para acompañar en los posibles modos de funcionamiento durante la pandemia. "Queremos adelantarnos a una conversación para tener alternativas arriba de la mesa. Hay experiencias internacionales, todas recientes. Nadie hoy en el mundo puede confirmar cómo se funciona, pero otras ciudades ya están dando esa discusión, pensando modos de funcionamiento con protocolos que garanticen a trabajadores y público la seguridad sanitaria". Otro punto del intercambio con las asociaciones es el pensamiento de los "escenarios y modos de acción a futuro".

Gorras virtuales

En medio de la crisis, varias salas independientes trasladaron su oferta a la virtualidad. La pionera fue Timbre 4. El espacio de Boedo compartió primero materiales propios, luego añadió producciones ajenas programadas en el teatro y la gorra virtual como elemento "no condicionante". El ciclo lectivo se mudó también a la virtualidad y se sumaron abonos a futuro que van de 500 a 10 mil pesos. Una de las últimas en incorporarse a este fenómeno fue Moscú , que esta semana lanzó una membresía de 1200 pesos, para acceder a charlas con creadores, ensayos generales y contenidos de procesos de creación. "Con un timing muy malo estábamos por inaugurar una nueva sala en un espacio grande con una primera función el 25 de marzo", cuenta Francisco Lumerman, referente del espacio y director teatral. "Nuestra situación es dramática. No sabemos hasta cuándo es esto, que tampoco ayuda a los ánimos generales. La pandemia afectó económicamente a mucha gente y los talleres se vieron afectados. Se ve la precariedad de todo. Lo difícil que es para las salas que alquilamos sostener el pago de un alquiler. Las ayudas son absolutamente insignificantes. Es realmente agotador", detalla. Este año iba a dirigir una puesta en el Teatro Regio y viajar a Lima a dar clases. El amor es un bien tendría funciones en El Camarín; El río en mí reestrenaría en Moscú. "Estaba haciendo un montón de cosas. Ahora estoy tratando de defender a Moscú." Espacios como El Extranjero, Andamio 90 y CELCIT también comparten sus materiales. El ámbito oficial utiliza la misma metodología.