Hermanes en el voto de aislamiento; cofrades de la Orden Antiviral, ignoroparlantes subrepticiamente recibides de opinólogues, epidemieitors sin diploma pero con mucha red social; predictoros de catástrofes utópicas incomprobables por cierto; acaparadores de oídos paranoides necesitados de alguna teoría incierta; alcoholengélicos anónimos; abstinentes sexuales por falta o exceso de personas presentes. Telecreyentes. Webólatras. Twíctimas. Milenials, centenials y sesquicentenials. Todos ustedes y todas ustedes están por ahí. Por acá. Y están en cuarentena. O, ya casi, en sesentena.

¿Cómo la llevan? O mejor dicho: ¿cómo los lleva a ustedes? Porque creer que es uno quien maneja la cuarentena es tan ingenuo como creer que el mercado es sinónimo de libertad. En un caso, sos libre de comprar... lo que el mercado te ofrece. En el otro, igual, pero te lo traen a tu casa y tenés que cambiarte los zapatos y usar barbijo para salir a la puerta a recibir el sánguche de salame y palta, que era para otro cliente, pero se confundió el del delivery.

No elegimos quedarnos en casa. El virus eligió por nosotros, que, si salimos, podemos contagiarnos y contagiar una enfermedad grave. Entonces, elegimos cuidarnos.

Corremos otros riesgos: el hartazgo, la soledad, la depre; que la persona que idealizábamos no sea la misma después de 50 días de encierro. Descubrimos que tenemos defectos nuevos para desarrollar. Y eso, los que no están amenazades por el hambre, la desocupación, la miseria, la violencia. Que ahí ya es otro cantar.

· Comemos al punto tal que, cuando podamos salir, no vamos a poder salir.

· Se nos aparece un rostro conocido. Nos preguntamos de qué serie lo conocemos. Y es nuestro vecino de enfrente.

· Dialogamos cotidianamente y nos prometemos fogosos encuentros con personas a las que, cuando nada nos impedía hacerlo, no veíamos jamás.

· Descubrimos que somos muy creativos. Les encontramos ribetes artísticos a conductas que hasta ahora nos parecían triviales, como lavar los platos o cambiar las sábanas.

· Extrañamos a quienes no podemos ver, y extrañamos no ver por un ratito a quienes vemos todo el tiempo.

· Nos damos cuenta de que somos capaces de planificar un montón de cosas… y no hacer ninguna.

· Nos planteamos dudas existenciales como, por ejemplo, la cantidad de lavandina que hay que ponerle al agua.

· Encontramos cosas que jamás habíamos buscado.

· Estamos tan ocupades, que no tenemos tiempo de preguntarnos qué estamos haciendo.

· Descubrimos un nuevo sentimiento. Jamás habíamos pensado que podríamos extrañar tan profundamente a nuestro/a peluquero/a.

· Rezamos por la salud de nuestros seres queridos, incluyendo a nuestro celular.

Y encima, las noticias no ayudan:

· Hay nuevas y tremendas enfermedades, aquí le advertimos.

* Si lee un tuit o un post que promueven un acto anticomunista en plena calle, en medio de la pandemia, ¡cuidado, usted hizo contacto!

* Si escucha un programa o video diciendo que la salud no importa, que lo importante es que los negocios funcionen aunque muera gente, y usted asiente levemente con la cabeza… ¡ya está teniendo síntomas! ¡Siga el protocolo, desconéctese ya!

* Si por la noche tiende a golpear una cacerola defendiendo los intereses de los que tienen aquello que usted jamás poseerá ni en sueños..., ¡aíslese ya mismo, para no contagiar a los vecinos! ¡Usted sufre de infodemia gravis!

* Un gobierno cercano cuenta “los muertos” por Covid como “recuperados”. El ministro de Salud de ese país explica que “quizás el virus se vuelva una buena persona, quién sabe”. Ese país, ese modelo, fue citado como ejemplo constante por el desgobierno que tuvimos durante los últimos cuatro años.

* Otro gobernante de otro país cercano, enfermo de “Impunevirus”, dice que la Argentina va camino al comunismo. Y tiene quien le crea. Nadie les explicó que, en el comunismo en serio, a los más ricos no les sacarían el 1,5 por ciento, sino el 98,5, y les dejarían el 1,5. Si no fuera trágico, sería cómico.

* En grandes ciudades, es obligatorio salir a la calle con barbijo. Pero a los mayores de 70 no los quieren dejar salir. Para evitar demandas por desigualdad de derechos, parece que planean que los mayores deban usar el barbijo dentro de sus hogares, especialmente a la hora de comer, ya que es sabido que el virus entra por vía bucal.

* Para evitar el descenso estrepitoso en la sexualidad durante la cuarentena, se estudia que en cada provincia o partido las autoridades puedan decidir que determinadas actividades cotidianas pasen a considerarse sexuales. Según este trascendido, la ingesta de dulce de leche con cuchara (más de tres cucharadas), el lavar el piso con lavandina más de dos veces en un día y el frotarse el dedo con alcohol en gel más de 15 segundos son, de aquí en más, actos sexuales.

* Es probable que Bolsonaro, o Trump, o algún otro líder de la ultraderecha preclara, preocupado por la cantidad de enfermos de su país, haya decretado el “estado de salud obligatorio” para los ciudadanos de ese país.

* Cacerolazos: fue impactante la masividad que obtuvo la protesta balconera de hace unas semanas. Sus autoproclamados líderes lo celebran y aseguran que harán otra, más grandilocuente aún, ni bien encuentren alguna pelotudez contra la cual protestar.

* Un prestigioso multimedios hegemónico quiere mejorar su imagen demasiado opositora. Por ello mismo, los periodistas podrán elogiar las obras del gobierno, siempre que lo hagan en jerigonza: “Elpe prepesipidenpetepe Alpaberpetopo Ferpenanpadezpe lopogropo upun apacuerpedopo copon lopos grepemiopos”.

* La empresa Globberto inaugura el sistema de fake-delivery. A pedido del cliente, dada la prohibición de salir de su casa, le llevan al domicilio una fake news recién hecha, para consumo personal, familiar o de todo el consorcio. Cada fake resiste hasta dos cacerolazos.

Y mientras estamos en casa, la vida continúa. Por eso, le propongo un rato de sano esparcimiento, musical y danzarín, con el videoclip “Sexo y Corona (Chachachá paliativo)”, interpretado por Arritmia Tropical. El tema fue íntegramente compuesto por RS Positivo (Rudy-Sanz). Está instalado en su canal de YouTube (al que, si gusta, puede suscribirse) y, para verlo, alcanza con hacer clic en este link:

Hasta la que viene.