Estados Unidos tiene treinta millones de nuevos desempleados y una de las conclusiones que circulan entre comentaristas económicos es que la pandemia "destruyó una década entera de construcción de empleo". Pero la siguiente conclusión es que una gran parte de ese empleo era "basura", no sólo sin beneficios sino con salarios de miseria. Si la tasa general de desempleo en la mayor economía mundial es del 14,7 por ciento, la tasa real entre los peor pagos está tocando el 40 por ciento. Y entre los que mejor ganan, apenas llega al 1,5 por ciento.

Lo que destruyó el coronavirus fueron los puestos en las actividades más tercerizadas, precarias y peor pagas. No es casual que la hotelería, la gastronomía y la sanidad sean las más afectadas, ya que son las que tradicionalmente peor pagan y menos estabilidad ofrecen. Que la "hospitalidad", como la llaman los del sector, fuera afectada por las cuarentenas se entiende naturalmente. Pero la crisis del empleo en sanidad, pese a la crisis de la covid-19, se entiende porque los hospitales y clínicas perdieron su verdadero negocio el de la medicina "de tiempos normales", la que factura grueso.

Según la Reserva Federal de Estados Unidos, el banco central del país, ya para marzo y principios de abril se notaba la crisis y un veinte por ciento de los más pobres informaba que había perdido su trabajo o lo habían licenciado sin fecha de retorno. La Reserva define al sector de pobres no desempleados a los que tienen un ingreso familiar de hasta 40.000 dólares al año. Esto puede sonar más que razonable frente a nuestro peso devaluado, pero frente al costo de vida norteamericano es garantía de pobreza.

La crisis se ensañó en este sector social más precarizado. Para la clase media, con ingresos de entre 40.000 y 100.000 dólares anuales por grupo familiar, los problemas de empleo afectaron al 19 por ciento. En la clase media alta, con ingresos de más de cien mil dólares al año, un 13 por ciento informó de algún tipo de problema laboral.

Además del nivel de desempleo, esta clase social más pobre suele no tener ahorros para enfrentar una crisis, ni vivienda propia. Las condiciones de trabajo en tiempos normales mantienen a estos trabajadores bien abajo. Las mozas y mozos de restaurantes, por ejemplo, cobran con suerte el salario mínimo legal y viven de hecho de las propinas de cada día. Peor todavía les va a los que hacen delivery, que cobran un pequeño sobreprecio sobre el valor de menú y la propina que puedan recibir. De hecho, son "socios" del restaurante y cobran más si hay muchos pedidos. Los trabajadores de sanidad suelen tener contratos-basura que los mantienen en un estado de freelance permanente: si hay trabajo, cobran por hora, pero si no hay, no cobran. 

Prácticamente nadie en la clase más baja en Estados Unidos tiene derecho a una indemniszación por despido, algo que ni se discute porque es parte de la "libertad de hacer negocios" de las patronales. De hecho, lo que los republicanos sí están discutiendo en el Congreso y usan para bloquear los paquetes de ayuda salarial, es cuánto están cobrando los desempleados durante la crisis. Resulta que con el dinero extra de emergencia que lograron introducir los demócratas en el primer paquete, muchos están cobrando lo mismo y hasta más que cuando trabajaban. Los republicanos pregunta abiertamente quién va a querer volver a trabajar por los bajos salarios anteriores cuando puedan "reabrir" la economía.

El valor de este informe es que describe el desempleo por clases sociales. Es un estudio anual que hace la Reserva Federal y la información es de la primera quincena de abril. Desde entonces, las cosas empeoraron y mucho en Estados Unidos, que ya tiene más de 36 millones de personas pidiendo o cobrando el seguro de desempleo. El temor es que la tasa actual llegue al veinte por ciento de desempleados al que se llegó en la Gran Depresión de 1930. Y en todos los casos, las estadísticas no pueden contar a millones de inmigrantes sin papeles que tienen empleo informal y no pueden pedir desempleo.

Pero según el Departamento de Trabajo norteamericano, la composición de clase del desempleo no parece estar cambiando y el desempleo entre los mejor pagos no llega al dos por ciento.