Hay tres temas que desde que comenzó la pandemia se constituyeron como claves, vías de entrada, pilares sobre los cuales pivotean casi todos los mensajes que se emiten a través de los medios y construyen la opinión pública.

El primero tiene que ver con la cuarentena, antídoto histórico que muestra vigencia en pleno siglo XXI. En Argentina el aislamiento seguirá su curso pero será desmembrado a partir de estrategias focalizadas. En el presente, todas las miradas se concentran en la propagación del SARS CoV-2 en el Área Metropolitana de Buenos Aires y, sobre todo, en las villas de CABA , escenarios con curvas que se alejan del amesetamiento tan anhelado. El gobernador Axel Kicillof , por su parte, hilvana la puesta a punto de un conjunto de acciones para evitar que la explosión de casos en la Ciudad se traslade a los barrios de la provincia. En esta línea, el principal desafío parece ser el traslado de los trabajadores en transportes públicos. Sobre ello se expresó Pedro Cahn, experto que integra el comité asesor del Alberto Fernández. A este valioso testimonio, Página/12 sumó los resultados de una encuesta realizada por investigadores del Conicet. Según refirieron los especialistas existe una alta aceptación e internalización de las pautas de distanciamiento (87%) en el AMBA, sin embargo, hay prácticas de cuidado que deberían reforzarse como la limpieza de la SUBE y los protocolos de desinfección de ropa en los trabajos. Si bien las medidas generan una sensación de seguridad, el temor al contagio en colectivos y trenes es muy alto, concluyen.

El segundo punto caliente se vincula con los testeos. En el último tiempo, investigadores de los Institutos Leloir (liderados por Andrea Gamarnik) y Milstein (comandados por Andrián Vojnov ) han comunicado el diseño y la fabricación de kits que podrían complementarse (por tener modus operandi y propósitos distintos) y orientar sus esfuerzos de cara a la realización de testeos masivos. El ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, adelantó que el Gobierno empezará a realizarlos para poder establecer el grado de circulación local del coronavirus. Esto, sin duda, sería una excelente noticia: ciencia aplicada a un problema concreto. Música para los oídos.

Y, en tercer lugar, se ubica la carrera internacional por el desarrollo de una vacuna que ponga punto final a esta pesadilla de carne y hueso. La OMS ha anunciado que no estaría lista hasta 2021, aunque muchos países, a través de sus farmacéuticas, se animan a proclamar lo inimaginable y despiertan esperanzas apresuradas. Mientras el gobierno británico, luego de un acuerdo entre la Universidad de Oxford y la empresa Astrazeneca, afirmó que unas 30 millones de dosis estarían listas en septiembre; Moderna, compañía biotecnológica con sede en EE.UU., informó que obtendrían resultados certeros para enero del año que viene. Estas noticias son lindas de comunicar pero, como lectores inteligentes, es necesario conservar la cautela. Las vacunas son tecnologías que deben atravesar por muchísimos procesos de validación (pruebas de toxicidad y seguridad) y ensayos clínicos. En condiciones normales podrían tardar muchos años en fabricarse. En concreto: no hay que ilusionarse de manera tan voraz cuando los anuncios provienen de los megáfonos de grupos privados con intereses y posiciones en el mercado que buscan proteger y alimentar.

Durante estos meses, los aportes de los científicos y científicas locales han sido invaluables. El coronavirus, como hecho social total, abarca terrenos diversos y como objeto de estudio es susceptible de ser abordado desde ópticas variopintas. Citemos tres ejemplos recientes. Esta semana fuimos testigos de una posición muy pertinente esbozada por Laura Panizo, doctora en Antropología e Investigadora del Conicet. En un diálogo con este diario describió cómo se modificaron los rituales fúnebres , cómo se construyen cementerios ad hoc y por qué es tan fundamental para los deudos recuperar el proceso de la última despedida. Asimismo, como efecto del aislamiento obligatorio, las formas de autoabastecerse (cultivos de verduras y especias) volvieron a ser puestas en valor. En este sentido, Francisco Pescio –experto del INTA y referente del Programa Prohuerta– enseña cómo obtener los primeros resultados verdes desde la propia casa y desactiva los mitos más comunes alrededor del compostaje. Por último, también se difundió un análisis concienzudo de Manuel de Paz y Juan Cabrera , doctores en Ciencias Biológicas y miembros de Cientificxs y Universitarixs Autoconvocadxs Bariloche, que exploraron la situación actual a partir de la lupa ambiental y los desequilibrios que conlleva la actividad humana en todo su entorno.

La salud también es terreno de la geopolítica: Donald Trump volvió a amenazar con cortar definitivamente el financiamiento a la OMS por su labor durante la pandemia . El mandatario sostuvo que incluso podría sacar a su país de la Organización si no hacían mejoras sustanciales en los próximos días. Tedros Ghebreyesus, el titular de la entidad, elige no confrontar y por el momento se concentra en socializar datos de utilidad práctica para las naciones del globo. En la apertura de la 73° Asamblea Anual comunicó que en las regiones más afectadas (Italia, Gran Bretaña y EEUU, por ejemplo) el promedio de inmunidad se encuentra por debajo del 10%. Esto quiere decir que lograr el “efecto rebaño” le costaría millones de muertos más al mundo.

Así, como humanidad, de no mediar vacuna tendremos coronavirus para rato . Tan solo la irrupción de una solución de tamaña magnitud podría reacomodar el rompecabezas internacional en un escenario de pandemia globalizada. Ahora bien, una vez que la tecnología sea desarrollada se abrirá el grifo de nuevas preguntas: ¿Tendremos una o muchas vacunas? ¿Las dosis alcanzarán para todos? ¿Quiénes accederán primero? ¿Los Estados tendrán que pagar para obtenerlas? Por el momento no hay respuestas para todos estos interrogantes, pero si de algo podemos estar seguros es que la salud, también, es una cuestión (geo) política.

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