El presidente es uno solo pero puede ser cualquier otro. Si se prefiere, a gusto del consumidor. En la miniserie que estrenará Amazon el viernes 5 de junio es el chileno Sergio Jadue interpretado por el actor colombiano Andrés Parra, el mismo que hizo de Pablo Escobar en El patrón del mal. El presidente también es Julio Grondona en el cuerpo y en la voz del italo-argentino Luis Margani. Los ocho capítulos del estreno sobre el escándalo de la FIFA remiten a otros presidentes, tan corruptos como los principales protagonistas: el paraguayo Juan Angel Napout, el uruguayo Eugenio Figueredo, el colombiano Luis Bedoya, entre varios más. No es esta la crítica del producto televisivo ofrecido por la competidora de Netflix. Se trata de la actualidad de otro presidente que bien pudo estar incluido en el trabajo dirigido por Armando Bo. Al fin de cuentas era el máximo dirigente de Boca, cuando ya se cobraban sobornos en los niveles más altos del fútbol mundial y es el actual presidente de la Fundación FIFA.

El presidente que ya fue, Mauricio Macri, tan mencionado en estos días de pandemia económica y de escuchas ilegales por enésima vez volvió a ser noticia por su pasado y no tanto por su presente. Cuando conducía a Boca inauguró sus técnicas de espionaje con el ex comisario Jorge Fino Palacios, siguió en el gobierno porteño con el espía Ciro James y se descubrió ahora que en el gobierno nacional continuó la misma tradición con el intermediario de futbolistas Gustavo Arribas desde la AFI, el que siempre estuvo registrado en AFA. Las siglas parece que le caían bien. Pero las escuchas y las pinchaduras de correos electrónicos venían de familia. Su padre Franco las patentó.

Macri, el ex presidente que dejó endeudada a la Argentina empequeñeciendo a Bernardino Rivadavia, hizo una extraña parábola para la más alta investidura que supo alcanzar en diciembre de 2015. Pasó sin escalas de conducir un país -es un decir- a manejar una de las cajas negras de la FIFA: su fundación creada en marzo de 2018 durante la presidencia de otro personaje que faltaba en esta saga: el suizo Gianni Infantino que presume de ser una carmelita descalza en los pisos resbaladizos de la federación internacional.

El objetivo al que apunta Macri con la sociedad de beneficiencia basada en la industria de la pelota es contribuir a “paliar los problemas sociales”. Esa fundación, como no podía ser de otra manera en el capitalismo de mercado, tiene un CEO, tan de moda como estuvo durante sus cuatro años en la Casa Rosada. Es el ex futbolista francés campeón del mundo Youri Djorkaeff. Por sobre él estará como presidente ejecutivo el endeudador serial que se babeaba con Christine Lagarde cuando conducía al FMI.

En su primer año de recorrido la idea de Infantino se transformó en un apéndice de la FIFA con ingresos por 4.196 millones de dólares, que fueron supervisados por la Comisión de Finanzas que en otros tiempos controlaba Grondona, muy bien interpretado -según dicen los especialistas que vieron la miniserie- por Margani, el actor de Mundo Grúa, la película que dirigió Pablo Trapero en 1999.

Macri -que nunca se fue- ahora pertenece en lo formal a ese mundo futbolero con sede en Suiza y donde las corruptelas, intrigas, lavados, enjuagues y pantallas de negociados se hacen en nombre de objetivos más elevados como los que mencionó a poco de asumir su cargo en la FIFA: “La Fundación reconoce los desafíos extremos que la sociedad alrededor del mundo enfrenta debido al coronavirus, pero el momento de actuar es ahora”.

Como si tratara de establecer las bases de una nueva pedagogía durante la pandemia dijo que “la crisis ha causado una gran pérdida de vidas, ha interferido en la manera en que interactuamos unos con otros, y ha forzado a las personas a estar en sus casas para prevenir la propagación del virus. Esto incluye más de 1,5 mil millones de estudiantes que de un día para el otro han sido separados de su fuente regular de conocimiento y estimulación intelectual”.

Su CEO Djorkaeff reforzó un poco más la idea: “La fundación FIFA está ahí para apoyar a los estudiantes y para proporcionarles nuevas formas de aprendizaje ahora, que van a reforzar los vínculos entre los Estados y las familias en estos tiempos difíciles y también en el futuro”.

Macri iba a inaugurar en marzo su traje de presidente de la fundación. Pero la rápida propagación del coronavirus por Europa lo obligó a suspender la gira por al menos dos ciudades donde tenía actividades confirmadas: París y Ginebra. En la Argentina la organización que ahora conduce tiene un solo proyecto solidario. Es el apoyo a la asociación civil Cre-Arte de Bariloche, que tiene al fútbol callejero como una actividad central entre las personas con discapacidad. En el diario Río Negro, el 29 de enero pasado, su director Luis Suero declaró que había expectativas de renovar la ayuda de la fundación FIFA durante la presidencia ejecutiva de Macri. Según el medio, la ONG “nunca recibió más de 20 mil dólares anuales”. Para Suero “son muy minuciosos con los informes, es muy prolija la rendición, son meticulosos con la calidad y en conocer cómo se ha hecho el trabajo”. En 2019 hubo 93 proyectos divulgados por la fundación y solo el de Cre-Arte salió elegido en la Argentina.

La FIFA recauda fondos por distintos conceptos que surgen de partidos benéficos, eventos como las galas que organiza, actividades virtuales y para ello se vale de las FIFA Legends, un programa que creó para juntar a jugadores y entrenadores con el propósito de promover el fútbol por el mundo. Cuando Infantino hacía campaña en 2015 para acceder a la presidencia de la desprestigiada federación sostenía el slogan “devolver el fútbol a la FIFA y la FIFA al fútbol”.

Para ese objetivo sumó a Macri el 28 de enero pasado -hoy de nuevo procesado por su segunda causa de espionaje- que deberá moverse en ese universo de leyendas. Una de ellas, tal vez la más célebre, renunció a ser parte de ese mundo con charme que tan bien le sentaba a estrellas como Pelé. Diego Maradona dejó de pertenecer hace un tiempo: “Mandé la carta a Infantino que renunciaba a ser capitán de las leyendas porque desde que se fueron Blatter y Grondona en la FIFA no cambió nada”. Tiene razón. No cambió nada. Solo que Macri es ahora uno de ellos y como el presidente Jadue -que espera sentencia desde Miami en el escándalo de los sobornos que explotó en 2015-, forma parte de la gran famiglia del fútbol mundial.

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