Leopoldo Marechal fue uno de los grandes escritores argentinos del siglo XX. El autor de Adán Buenosayres tuvo una vida marcada por las letras y el compromiso político. Como poeta, novelista y dramaturgo, dejó una vasta obra que inspiró a generaciones de literatos. Como peronista, fue funcionario en Educación y sufrió el ostracismo de la proscripción. Caras y Caretas lo homenajea con un número especial, cuando se cumplen 120 años de su nacimiento y 50 de su muerte. Estará mañana en los kioscos, opcional con Página/12.

En su editorial, María Seoane recuerda su primer contacto con Marechal: “Me sumergí en las páginas del Adán…. Y allí descubrí que Macondo podía ser Villa Crespo. Que ese libro era la historia más increíble y potente sobre el alma de Buenos Aires. ‘La historia de un destino completo’, como había dicho Macedonio Fernández. Intuí entonces que era una novela total de la Argentina”.

Felipe Pigna recuerda que al escritor “le tocó vivir los tremendos días de la Semana Trágica de 1919 mientras transitaba sus vacaciones para culminar quinto año en el Mariano Acosta y recibirse de maestro. Fue, como Borges, bibliotecario, amante de los clásicos griegos y latinos, y también encontró en la Biblia una fuente inagotable de inspiración para nombres, lugares y relatos que aparecerán en muchas de sus obras”.

Desde la nota de tapa, Vicente Muleiro escribe: “Marechal era un armonizador de fuerzas varias. Su binarismo cristiano se esforzaba en tender puentes: el inmigrante y el peón rural de poncho y guitarra; las infinitas llanuras o las montañas y las ciudades que empezaban a subir hacia el cielo; la gramática espiritual grecorromana y la potencia telúrica de América; los judíos y los católicos; la versificación popular y la ‘alta’ cultura; la tensión clásica y el vanguardismo”.

Araceli Bellotta reconstruye el contexto en el que Marechal vivió y desarrolló su obra. Horacio González da cuenta de su narrativa y María Malusardi, de su poética. Y Mario Goloboff trae una olvidada polémica que el autor de Adán Buenosayres mantuvo en sus años de juventud con Leopoldo Lugones, en torno de la rima o el verso libre. Para completar el análisis de producción marechaliana, Marisa Martínez Pérsico escribe sobre su dramaturgia.

En el campo de las ideas, Eduardo Rinesi analiza el Adán… desde una perspectiva filosófica: “Es el relato de una búsqueda. De una búsqueda movida por el sentimiento de un desgarro y narrada según la más vieja metáfora de la literatura, la del viaje, que se inspira aquí en tres motivos notorios: el homérico de la odisea de Ulises, el medieval de la nave de los locos y el dantesco del descenso a los infiernos”.

Eduardo Edwards da cuenta del vínculo de Marechal con la política: “El peronismo de Marechal tuvo orígenes más sensoriales que racionales; hechizado por un oleaje acústico, se sumó a los manifestantes que pasaban por la puerta de su casa, el 17 de octubre de 1945. El peronismo le entró por los oídos”.

Hernán Brienza, en tanto, escribe sobre la proscripción del poeta: “El golpe de Estado de 1955 se ensañó con intelectuales, artistas y diferentes personajes de la cultura que habían hecho público su apoyo al peronismo. Y Marechal no fue la excepción: toda su obra fue proscripta. La caída del peronismo lo llevó al ostracismo intelectual, a la soledad y al olvido”.

Sylvia Saítta reconstruye el imaginario urbano que aparece en la novela fundamental del autor. “La ciudad industrial moderna irrumpe en la literatura argentina. Aunque la novela transcurre en los años 20, no se trata de la ciudad cosmopolita y desencantada que leemos en la narrativa de Roberto Arlt, sino del imaginario abierto en los años 40: es una ciudad puerto, una ciudad fabril, una ciudad comercial, una ciudad abierta al mundo, en cuyas calles se concentran las masas, los medios de transporte, los negocios, los sonidos, los edificios. Es una ciudad ‘en marcha’, una ciudad de la industria y del comercio, la ciudad del imaginario peronista de la producción y del trabajo. Y es una ciudad a la que los dioses han vuelto.”

Damián Fresolone trabaja acerca del legado y la influencia de Marechal en la literatura argentina contemporánea. Ricardo Ragendorfer narra un crimen de cuyos entretelones fue testigo el escritor. Y Ana Jusid cuenta una anécdota que reúne Moscú, Nueva York y un recitado de Adán Buenosayres a orillas del río Hudson.

El número se completa con entrevistas con María de los Ángeles Marechal, hija y guardiana de la obra del escritor (por Virginia Poblet), y con la investigadora Laura Cabezas (por Andrés Buisán).

Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.