La gorra virtual es un recurso que se afianza en la provisoria normalidad de estos tiempos de pandemia y distancia. Sin la posibilidad de los escenarios tradicionales, muchos artistas van aprendiendo a adaptar lo que alguna vez fue emblema del arte callejero y hoy representa una cada vez más difundida posibilidad de formalizar un encuentro con el público. Este sábado a las 23, a través de las cuentas de Instagram de El galpón de Haedo (@elgalpondehaedo), el guitarrista, cantante y compositor Sergio Zabala presentará Canciones para estos días de la vida, un show a la gorra virtual pensado a partir de canciones propias y versiones muy personales de canciones de Jorge Fandermole, Luis Alberto Spinetta, Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez, además de referentes de su raíz cuyana, como Félix Dardo Palorma y Ernesto Villavicencio.

Muchos de los temas que propondrá Zabala están en sus discos Tonadas (2017) y Alquimia (2019), pero el cantor anticipa que habrá además algunas creaciones recientes, producto de esta época de retiro forzado. “La pandemia y sus circunstancias me pusieron en situación de tener el tiempo para completar algunas ideas que tenía medio relegadas o incompletas y quiero mostrarlas. Porque en realidad este tipo de conciertos son la única oportunidad que nos queda para poder hacer música para otros”, reconoce Zabala en charla con Página/12. “En mi caso, más allá de lo económico, esta limitación me pega sobre todo en lo anímico. Sabemos que el encuentro físico es insustituible, pero por el momento esta modalidad contribuye a sostener la comunicación con el otro, nos permite mostrar lo que vamos haciendo”, continúa Zabala. “Con la pandemia, los músicos y los teatreros fuimos los primeros que dejamos de trabajar y es muy probable que seamos los últimos en volver a hacerlo como antes. Aunque no sabemos si lo que viene tendrá algo que ver con aquella ‘normalidad’”, advierte.

Guitarrista de la categoría “siempre presente”, el sanluiseño de Concarán sabe transitar por cuanto sagrario guitarrero se produzca en Buenos Aires y alrededores. Ahora, le toca abordar este desafío a la pandemia y la soledad con el optimismo de quien confía en el poder de conexión de la música y en la sociabilidad que producen las canciones. “Aprendimos a hacer música en un ámbito de sociabilidad, desde un escenario o en una guitarreada, pero también aprendimos a confiar en la importancia de lo que hacemos. La primera experiencia de este tipo de actividad virtual la tuve la semana pasada, invitado por un colectivo de La Rioja”, confiesa el guitarrista. “Al principio me resultó muy extraño cantarle a una pantalla, pero después iba viendo que por el costado derecho del monitor aparecían las palabras con las que el público se iba pronunciando y me entró a gustar. A la tercera canción ya sentía que estaba como en un asado de la Matrix y todo empezaba a acomodarse, a sentir alguna manera de conexión”, concluye el cantor.