El trap argentino volvió a ser noticia, pero esta vez en todo el mundo. El pasado viernes, las Pussy Riot pusieron a circular su flamante single, 1312, que cuenta con las colaboraciones de Dillom y Muerejoven. Si bien el colectivo feminista ruso explicó en un comunicado que su intención era “mostrar solidaridad con nuestras hermanas, hermanos y aliados no binarios latinoamericanos que siguen luchando por sus derechos”, la canción apareció cinco días después del asesinato del afroamericano George Floyd a manos de la policía, lo que tiene revolucionado a los Estados Unidos. Por lo que el lanzamiento tomó un giro con sabor a himno o más bien a provocación.

“Desgraciadamente fue justo a tiempo”, le asegura Dillom al NO, vía WhatsApp. “Teníamos ese tema desde hace muchísimo y veníamos con la intención de sacarlo. El quilombo en Estados Unidos le dio doble potencia a lo que intentamos transmitir. Así que, sin querer, fue el momento ideal para presentarlo”, dice Dylan León Masa, el músico de 19 años que está detrás del álter ego, sobre esta canción inspirada en las revueltas en Chile de 2019.

¿Cómo se produjo este cruce artístico tan sorpresivo?

--La idea de la canción surgió porque conocimos a Nadya, de Pussy Riot, por un amigo en común que le mostró nuestros temas. Siempre hubo la mejor onda. Nosotros las admiramos, y al activismo que profesan. Hicieron cosas muy grosas, históricamente hablando.

¿Estás consciente de que esto le subió la vara al posicionamiento del trap local?

--Estoy súper contento. Quizá no tenga millones de visitas pero tuvo muy buenas devoluciones. Creo que será un tema que quedará plasmado en la historia porque el mensaje tiene mucho peso. La conexión es muy clave con ellas. Me habló muchísima gente diciendo: “Ustedes son los mejores de acá gracias a ese tema”. Además, es otro tipo de género al que estamos acostumbrados. Si bien está relacionado en términos de oscuridad y potencia, es nuevo para nosotros. Y nadie hizo eso acá, lo que nos pone muy contentos.

Los convocaron a pesar de la chapa misógina que le cuelga al género, lo que es toda una responsabilidad. ¿Cómo lidiás con eso?

--Eso sucede no sólo acá sino en todos lados. Es todo lo contrario a por lo que las chicas de Pussy Riot luchan. Yo tomo la música como sonidos, luego el significado que le quieran dar está en cada artista. El trap no tiene por qué ser misógino, pero es verdad que la gran mayoría es así.

Venís del punk y del hardcore, ¿qué sensación te provocó volver al rock?

--Me gustó porque hacía mucho que tenía ganas de expandir lo que venía haciendo. Quería incluir más instrumentos, y que no todo fuera tan digital para poder hacer algo nuevo. Ya sea punk, rock, salsa o reggaetón. Me interesa la totalidad de la música.

Como a los Beastie Boys, ¿no? Comenzaron en el hardcore punk, se convirtieron en un grupo de hip hop y experimentaron con el dub y la música latina.

--¡Obvio! Es uno de los primeros referentes que tuve. Hace poquito vi el documental y está muy bueno, lo recomiendo. Me siento bastante identificado con ellos.

¿El trap es el punk de esta época?

--Estoy de acuerdo. En el movimiento de Miami se ve algo bastante parecido. No sé si en el mensaje o en los ideales, pero le encuentro varias similitudes. En los pogos la gente se vuelve loca, rompe cosas. Más que nada, es la actitud.

El beatmaker de La 31

A los 15 años, Dillom comenzó a frecuentar un estudio de grabación en la Villa 31, lo que devino en que se transformara en beatmaker de una crew de raperos llamada La 31, con cuyos integrantes aún sigue en contacto. “Venía hablando con mis amigos de ahí cuando empezó a haber problemas en la cuarentena. Estuvieron semanas sin agua”, asegura esta figura de la crew Rip Gang y protagonista de la sesión #9 de BZRP.

“Ahora no sé cómo está el tema porque no consumo televisión ni nada, pero me pareció muy jodido. No me imagino lo que debe ser tener que ir a buscar agua con un balde, a varias cuadras de tu casa, para bañarte o tomar”, dice Dillom. “Me moví por lugares bastante oscuros toda mi vida. Mi vieja no me iba a dejar ir ni en pedo, pero no tenía miedo porque estaba con amigos. No le dije nunca, hasta que hace un par de años lo blanqueé. Si no hubiera ido, quizá no se hubiera dado lo que sucedió”.

Dentro de todas las complicaciones para la música, ¿cómo vivís el trap en tiempos de pandemia?

--Culturalmente hablando, este tema es lo que más me lleva. Aunque sé que no es lo que más plata me va a dejar. Si bien no la estoy pasando de 10, y tengo muchas ganas de laburar y de seguir adelante con mis proyectos, no puedo quejarme. Hay gente que la pasó mucho peor.

¿Por qué te inclinaste por el trap?

--Era lo que más escuchaba al momento de hacer música por mí mismo. Además, dentro de todo es un género más fácil, no precisás muchas herramientas para llevarlo a cabo. No necesitás muchos instrumentos ni un súper estudio de grabación.

Casipegado tiene 9 millones de visitas en YouTube. Pero cuando publicaste tu primer single, Dripping, arrancaste en 50 mil. ¿Cómo te preparaste para lanzar tu carrera?

--Al ser beatmaker y DJ, me costó mucho. Siempre fui la parte no visible del grupo. Como bajista, también estaba escondido. Pero no había nadie que hiciera lo que me gusta, así que lo hice yo. Me llevó mucho tiempo aprender a escribir, y probé hasta que compuse ese tema. No había escuchado nada parecido, así que lo elegí para lanzar mi carrera. Y, por suerte, tuvo un buen recibimiento.

Tomando en cuenta que sos un arengador del featuring, ¿de qué depende cada invitación?

--Soy bastante volado con eso. Me gusta hacer música con mucha gente. Aunque hice tantos temas así que el público me pide que suba temas solo. Pero esas canciones me las estoy guardando para un proyecto más propio. Ahora trato de ser un poco más exclusivo porque siempre se me va la cosa.

Colaborás mucho con Muerejoven. ¿Cómo nació esa sociedad?

--Lo que pasó con Muere es que surgió una nueva ola de artistas que nos conocíamos entre todos porque estábamos en la misma. Entramos en contacto por internet y nos encontramos en una fecha. Me gustaba lo que hacía y al toque le propuse hacer un tema juntos, antes de que la pegara el hijo de puta y no me diera pelota. No recuerdo si aún había llegado al millón, pero Muere era el que más visitas tenía en el circuito ése. Ahí empezamos a hacer los feats.

El show de ambos en el Buenos Aires Trap, en diciembre, los consolidó en la escena. ¿De qué depende hacerse un lugar en el trap argentino?

--Hacerse un lugar en el trap no es igual para todos. En lo personal, me costó bastante. Me llegaron críticas de muchos lados, tanto del público como de colegas del género. Una cosa es lo digital, donde somos vivos y cancheros, pero el talento se demuestra en los shows. Es la vida real, ¿viste? Por suerte fue una experiencia reconfortante porque pudimos darnos el gusto de callarle la boca a un montón de gente que opinaba distinto o hablaba cosas. Salió todo mejor de lo que esperábamos. Así que recontentos por eso.

¿Qué es lo que te une con el resto de los componentes de Rip Gang?

--Fue juntarme con gente con la que teníamos objetivos en común, y con la que se labura bien y es piola. Así se terminó dando el grupo. Al principio no teníamos nombre, pero decidimos ponérselo para definirnos. Somos amigos a los que nos gusta lo que hacemos.

Vos y el resto de Rip Gang son parte de la “nueva ola del trap” argentino, con la que parece que Duki y Frijo no se lleva bien. ¿O ese toma y daca fue puro humo?

--Fue cierto. Si lo hubiéramos hecho en chiste, habría sido perfecto y ganábamos todos. El público, de alguna forma, alimenta eso. Pero hay gente que repudia la actitud de buscar quilombo. Si siguen haciendo eso, no va a ir para ningún lado la cosa.

Recientemente, en una entrevista del NO, C. Tangana habló muy bien del trap de acá, al punto de que según él es prestigioso colaborar con argentinos. ¿Estás de acuerdo?

--C. Tangana tiene razón porque acá hay buenos artistas y mucho público. Quizá no estoy muy de acuerdo, a veces, con ese público. Siento que no es crítico, que consume cualquier cosa. Pero hay algunos cuantos que sí saben lo que escuchan. No sé si es sólo acá o en todo el mundo. No me termina de cerrar...

#QuedateEnCasa como Dillom, que a los 15 se fugaba de la suya para rapear en La 31 | Foto: Cecilia Salas

¿Te llamás Dylan por Bob?

--No sé si fue por él. Lo único que supe es que no tuve nombre durante una semana porque no sabían cómo llamarme. Creo que lo sacaron de un libro. Ésa fue la historia que me contaron.

¿Y cómo evolucionó en Dillom?

--Hay un DJ de EDM llamado Dillon Francis, y en la secundaria empezaron a decirme así. Hasta que se deformó y quedó como quedó.

Tus letras van de la provocación a lo más bizarro. ¿Cuál es tu eje compositivo?

--Depende. Hay temas que salen del personaje que me armé o también de cómo soy en la realidad. La mayoría de las canciones que escribo rozan el humor absurdo. Hay letras que escribí hace un par de años que no me animo a sacar porque la gente no entendería, y no quiero que me cancelen. A lo que apunto es a la exageración al máximo y a buscar situaciones graciosas. Es una parodia de todo lo demás.

¿Usás lenguaje inclusivo?

--No lo uso, pero me parece perfecto que lo hagan. Lo recontra respeto. Me parece boluda la gente que se enoja porque alguien lo use. Soy muy partidario de que cada uno haga lo que se le cante las pelotas.

Sos un icono centennial que ha vivido muy rápido. ¿Te ves haciendo música unos años más?

--Me siento una persona de 40 años... Quiero seguir en la música y cada día perfeccionar todo. Me interesa moverme en el ámbito de los negocios para el día de mañana poder comprarme una casa y vivir 10 puntos con toda mi familia.