Destino de sudamericano olvidado en algo parecido a un país de geografía remota, el avión de Aerolíneas que aterrizó hace diez dias en Fiumicino es una suerte de minúscula réplica del telescopio Hubble, para el cronista. Menos pretensioso que los científicos de la NASA y con menos recursos, uno también vino a comprobar identidades, ancestros, certezas. Aquí, alguna vez, pasó algún abuelo que decidió escaparle a la miseria de alguna de las dos guerras. Más atrás, por estas mismas calles caminaban duces y cesares, poetas y pintores, ladrones y filósofos, papas y sindicalistas, anarquistas y católicos, putas, célibes, feos, sucios y malos. De aqui, de algún lugar, de algún costado de esta Roma, de alguna piedra inadvertida, hay algo de nuestro pasado que el modesto Hubble que componen los cinco pequeños sentidos trata de aprehender.

También con el fútbol sucede. Se trata de comprobar historias, estilos, de evaluar si lo que uno hace allá tiene sentido en este mundo de alta competencia. Una cosa es mirar Roma con la cámara de Scola o Rossellini y otra caminarla lentamente. Una cosa es ver la foto del Coliseo y otra tocar sus piedras. Una cosa es leer los cables y contentarse con el criterio del cronista de agencia para hacerse una idea de Polster, Careca o Matthaeus y otra sentarse en el Olímpico, en el San Paolo o en el San Siro.

Promedia la primera ronda del Mundial que dejó muy poco. Son más las decepciones que las alegrías, en materia futbolística. Italia, la primera. ¿Cuál es? La que apabulló a Austria en el debut pese al magro 1-0 conseguido a pocos minutos del final o la que le ganó sin pena ni gloria, sobrando, a los norteamericanos. Preferimos la primera y rescatamos la incuestionable calidad del líbero Franco Baresi con la advertencia de que a veces juega para la tribuna yendo a buscar pelotazos que sabe que nunca podrá lograr o "manda preso" a sus delanteros cuando fallar, goles imposibles. La elegancia del romano Giannini y la inteligencia de Donadoni, la seguridad de marca de Bergomi y Ferri y todavía esperamos que Gianluca Vialli confirme en la red que es el nuevo Paolo Rossi que tanto esperan los italianos. Del mismo modo, la grata sorpresa que fue Checoslovaquia con su goleada a los yanquis y la eficiencia para asegurarse la clasificación ante los austríacos es la comprobación de que en el Este europeo se juega un fútbol práctico que no desdeña sus individualidades. Austria fue más amenaza que realidad y casi está afuera. Ni Rodax, ni Polster, ni Zsak. Ni jugadores ni equipo. Nada. Los norteamericanos todavía confunden corners con penales. No es serio analizar el entusiasmo de un grupo de 22 ciudadanos con pasaporte de Estados Unidos.

Argentina, campeón del mundo, corroboró todo lo que hizo en los cuatro años posteriores a la conquista de México. Sigue dependiendo de Maradona en grado enfermizo. El recambio no se produjo y Bilardo debió apelar a la vieja generación para salvar las papas ante los soviéticos. Se va a clasificar, pero jugando así, pensar en una final sólo es un sueño. Maradona, por varias causas que demandarían unas cuantas líneas, no es el mismo de México. Todo el equipo, su técnico, la convivencia, los objetivos, todo cambió. La prensa europea no toma a Argentina como candidato y tiene razón. Camerún es la gran sorpresa, la nota simpática del Mundial. Un equipo dividido, que necesitó de la intervención del presidente Paul Biya para imponerle a N'Kono y Milla al técnico Nepomniaci. Un fútbol todavía semiamateur ya dio el gran campanazo ganándole al campeón y a los rumanos. Con lo que hicieron ya son héroes de la cita italiana y no deberían ir más allá de los octavos cuando les toque un rival más peligroso. Rumania hace una bien y otra mal. Sus jugadores están más preocupados por lo que leen de los sucesos de Bucarest y por su futuro en los equipos de España-o Italia que por el Mundial. Vinieron de punto; si pasan a la segun da ronda, habrán cumplido. La Unión Soviética, finalista del Europeo '88, candidato de fierro, fue echada del Mundial por dos árbitros, pero no jugó bien ninguno de los dos partidos.

Mario Zagalo, campeón como jugador en tres copas, técnico del equipo del '70, acusa a Sebastiao Lazaroni por el sistema táctico que emplea con este Brasil. El partido con Suecia fue la medida exacta de ambas teorías. Brasil poderoso y divertido cuando soltó a sus hombres y se puso 2-0. Brasil embotellado cuando Lazaroni mandó a defender y terminó agarrándose a dos manos en el banco de suplentes. Por el bien del fútbol, Brasil necesita una rebelión interna.

Suecia confirmó en su primera presentación sus antecedentes. Evolucionó su fútbol, aparecieron algunos jugadores, Brolin por ejemplo, se mantienen los viejos y consiguió un equilibio entre defensa con gran presión en cualquier sector de la cancha y un ataque inteligente y peligroso, por arriba o por abajo. Su partido con Escocia dará la medida exacta de sus posibilidades. Para los escoceses el tope es más cuesta arriba porque vienen de perder con Costa Rica y después les toca Brasil para cerrar el grupo. Lo de siempre. Juego aéreo para atacar, pocas luces y una vida licenciosa en la concentración que le dio pasto a los paparazzi fotografiando a algunos jugadores con esbeltas señoritas en un bar de Génova.


Alemania Federal es un candidato de fierro a estar en la final. Franz Beckenbauer encontró una nueva generación en Riedle —sucesor de Voeller—, Moeller, Haessler, Thon a los que sumó a esas dos puntas temibles que son Voeller y Klinsmann y a la siempre eficaz defensa germana. Alemania tiene todo para llegar lejos. Un jugador incomparable como Matthaeus, ahora ubicado como cerebro y sin estar condenado a la marca, como le ordenó el Kaiser en la final de México para cuidar a Maradona. Alemania es fuerte, poderosa, no tiene rivales en el grupo. Con Yugoslavia siempre pasa lo mismo. Parece que le van a pintar la cara a todos y pierden por goleada y después ganan con esfuerzo. Colombia está haciendo su experiencia. Con Valderrama solo no le alcanza pero al menos Higuita ya está considerado uno de los mejores arqueros del Mundial.

En la zona de Verona y Udine no está nada dicho. Uruguay conformó y debió ganar. La prensa española criticó duramente la mediocridad y el temor de la escuadra de Luis Suárez. A Bélgica, con muy poco, le alcanzó para vencer el fútbol rígidamente táctico de los coreanos.

Tampoco hay nada dicho en el sur italiano. Holanda esta en plena revolución después del vergonzoso empate con Egipto. Inglaterra anuncia cambios tras el papelón con Irlanda. Irlanda lamenta no haber encontrado definición contra los ingleses. Y Egipto, con Camerún, es la niña mimada del Mundial. Que nadie se sorprenda si llegan hasta los cuartos.

Aquí anda el Mundial en sus primeros días. El Hubble hizo un vuelo rasante por Italia pero aún tiene muchas cosas para ver y comprobar. Eso sí, hay una certeza. A las finales no siempre llegan los mejores. Todavía habrá más de una sorpresa y una decepción. En las instancias finales, la FIFA quiere tres europeos y un sudamericano. No le conviene una Argentina campeona. Pero, como siempre, la verdad la tienen los jugadores en el verde césped.

*Nota publicada en Página/12 durante el Mundial de Italia.