“No he abdicado en mandar la ley de aborto, simplemente postergamos el envío por la urgencia que hoy tenemos.” La frase de Alberto Fernández días atrás, en un diálogo con periodistas de todo el país en Radio Nacional, volvió a poner en la agenda pública el debate por la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Trascendió sin embargo que el proyecto del Poder Ejecutivo no sería elevado al Congreso al menos hasta septiembre. Referentes de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito advierten que el coronavirus no debería impedir que el Ejecutivo envíe la iniciativa para ser tratada lo antes posible, e incluso sostienen que los feminismos ya deberían conocer su letra chica. 

En este escenario de pandemia, la penalización del aborto estigmatiza y vulnera aún más a las mujeres y diversidades, que siguen realizándolo en la clandestinidad y en condiciones inseguras. “Si bien la disponibilidad y el conocimiento del misoprostol han democratizado el acceso al aborto en condiciones de mayor seguridad, allí donde prevalece la penalización y el estigma las mujeres enfrentan situaciones de alta vulnerabilidad –física, social y emocional– y, dependiendo del contexto, pueden sufrir diversas formas de discriminación y agresión, principalmente en la atención en las instituciones de salud, tales como la indagación sobre el tipo de práctica realizada, la criminalización, amenazas sobre la posibilidad de realizar una denuncia por haberse inducido un aborto o dilaciones excesivas en el tratamiento”, explica el estudio “¿Por qué abortan las mujeres? Contexto y biografía en las experiencias de aborto”, de Silvina Ramos y Sandra Fernández Vazquez. La clandestinidad, señala el documento, introduce tres riesgos o miedos: “La falla, que implicaría el miedo a que a pesar de someterse a un procedimiento, el resultado no sea la interrupción del embarazo; la muerte y la cárcel”, y las condiciones en las que se produce pueden implicar que las personas que abortan experimenten sentimientos negativos. “Sin embargo, a pesar de esto, los estudios también coinciden en señalar que el sentimiento que prevalece es el de alivio y la ­firmeza en que la decisión tomada era, en ese momento, la única posible y la necesaria para responder apropiadamente a las coordenadas biográ­ficas en las que ese embarazo tiene lugar.”