Para cerrar el mes del Orgullo, voy a hablarles de amor. Amor del bueno, del que cuida y celebra la vida. Quiero contarles una hermosa historia de amor con un final feliz. Por qué mucho se dice de nosotras, pero poco se habla de nuestro derecho a amar y ser amadas a plena luz del día y no en la clandestinidad. Sin condicionamientos. 

Hoy puedo contar mi historia de amor porque tuve suerte, o porque no hubiera aceptado nunca que fuera de otra manera. Desde el principio supe que Pablo era diferente a todos. Nos conocimos un 11 de diciembre de 1998. Al poco tiempo fui su novia a los ojos de todo el mundo y jamás puso una sombra sobre mí. 

Nuestro amor sobrevivió a todos los prejuicios que se puedan imaginar y enfrentamos, cosas muy dolorosas, pero jamás nos escondimos. Él siempre dio la cara por mí y esto no debería ser algo a destacar. Ninguna de nosotrxs debería sentir que tiene que agradecer y justificarse frente a la sociedad. Ninguna debería ser cómplice del ocultamiento y la mentira. 

Nuestro derecho a amar y a ser amadas fuera de la clandestinidad, es un derecho al que no debemos renunciar jamás. Sé que nosotras somos un blanco fácil para algunos sujetos que en nombre del ¨amor se aprovechan de nuestra vulnerabilidad. Yo fui víctima de esa violencia … Es como un cigarrillo que con su llama te va consumiendo hasta dejar nada solo cenizas. Es muy triste y tan humillante que te quita todo, hasta la dignidad. 

Y así, vulnerable, sin saber, me volví cómplice de este sujeto que decía “amarme a su manera”. Entre cuatro paredes… 

“Soy ese beso que se da

Sin que se pueda comentar

 Soy ese nombre que jamás

Fuera de aquí pronunciarás.

Soy ese amor que negarás

Para salvar tu dignidad.

Soy lo prohibido.”

Hoy quise compartir mi historia decir que es posible experimentar la felicidad del amor. Del amor bueno. Del amor que sana, cuida, cura, abraza y construye. Comencemos con abrazarnos, respetarnos y creer con firme convicción que somos merecedoras de algo mejor. 

Siempre supe que el amor verdadero no te esconde, se lleva de la mano con orgullo. Hoy pertenezco a una minoría, pero eso tiene que cambiar. Mi victoria es mi familia, fruto del amor de mi marido y mis hijes, ese es el motor que me da fuerzas para seguir

la lucha. Hoy, #28J nuestra Marcha, cumple cinco años impulsada por la Organización Furia Trava y decimos: ¡Basta! Paren de matarnos.

#BastaDeTravesticidios y #BastaDeTransfemicidios. Esta vez la marcha tuvo que ser desde el aislamiento, pero la pandemia no nos detuvo. Hoy se escuchan nuestros gritos en redes sociales más fuertes que nunca. 

Aunque parezca increíble, sigue la locura de los travesticidios. Como si la toma de conciencia del problema multiplicara exponencialmente la intolerancia de algunas personas. 

La triste realidad marca que a pesar de las marchas de #NiUnaMenos y los urgentes pedidos de medidas para atenuar el drama, todo empeora a pasos agigantados. La cosa parece demasiado seria y compleja como para ser resuelta con la multiplicación de pedidos, el llamado a la reflexión y otras medidas tan importantes como insuficientes. Es indudable que, a los violentos, estas estrategias les pasan por el costado o, peor aún, les exacerba su aspecto mas bestial.

Desde esta columna, les pido por favor a nuestros gobernantes que escriban en sus agendas la palabra prioridad. Con mayúsculas. Es urgente tomar una serie de medidas concretas, completas y eficaces, que detengan o, al menos disminuyan esta locura que estamos viviendo. Locura cuyos efectos son inconmensurables, porque cada travesti o mujer que se va de forma violenta no solo deja un espacio de dolor, también deja un problema económico.

Muchas veces ellas son las que sostienen la economía del hogar, sin otro recurso que su cuerpo. Paradoja: se las castiga por lo mismo que se las requiere. Y no solo eso. Cada travesti que muere violentamente deja una marca imborrable en el entramado de una sociedad. Deja vacío y perplejidad. Deja impotencia y miedo. Cada muerte atrasa el camino recorrido, las batallas ganadas, detiene, aterroriza. Cuanta tristeza evitable, por favor.

Cuánta alma desgarrada, cuánta noche en plena luz del día. Por más amor del verdadero, del amar sin poseer… sin lastimar.