La realidad siempre es más compleja que los papeles que la explican. Detrás de tanto ruido y polvareda se edifican los lenguajes que excluyen, los lenguajes que simplifican, los lenguajes de la conspiración. Todo lo cotidiano se ha vuelto inaugural, y a veces es bueno que una catástrofe nos despierte del letargo: si nos despierta. “Mi secretaria paga más impuestos que yo, hay algo en el sistema que no funciona”, declaraba hace unos años Warrent Buffet, el cuarto hombre más rico del planeta, según Forbes. La ya célebre Debbie Bosanek pagaba al fisco de su país un 34% de sus ganancias, el “Oráculo de Omaha”, con una fortuna estimada en 62.000 millones de dólares, tan solo el 14%. Hace tiempo que el neoliberalismo viene haciéndose rico y el mundo concediéndole el deseo. Se acostó sobre el primer millón, y terminó acostándose sobre todos. 

La redención es inútil, no se reencarnan los ricos, se reencarna su dinero: por lo general en los paraísos fiscales. Las Islas Vírgenes británicas son expertas en rentabilizar cambios de realidad a golpe de talonario y evasiones de capital, es parte de su espíritu insular de pirata con parche en el ojo y dos balas de cañón atadas al tobillo. Hace unos años, la sociedad Donegal Internacional, domiciliada en las islas, adquirió por 3,3 millones de dólares una deuda que Zambia había contraído con Rumania por la compra de unos tractores. El señor Michael Sheenan, presidente del “trust” Debt Advisory Internacional, abogado y asesor del Fondo Monetario Internacional, reclamó al país africano 55 millones de dólares por renunciar a ejecutar la deuda contraída por el país africano. La Corte Suprema de Londres obligó a Zambia a pagarle 40 millones de dólares, es decir casi todo el principal más los intereses. Como diría el actual preso, ex presidente del FMI, el español Rodrigo Rato: “Es el mercado, amigo”.

El miedo es un arma peligrosa, solo el hambre lo supera: entre el miedo y el hambre se amasa el dinero, el “gran” dinero, el dinero negro y el blanco. Los fondos de cobertura de alto riesgo especializados en la compra de fondos soberanos de países en default han decidido diversificar su indecencia financiera. Los fondos “buitres” sobrevuelan el universo del fútbol internacional: el “trust” que denunció a Zambia por impago, Debt Advisory Internacional, ha desplegado una garra sobre las finanzas del Liverpool Football Club. La web inglesa Pro-Football Reference.com, lo filtró y la noticia fue recogida por el medio británico The Guardian, que estima el posible acuerdo en una cuota de participación del 20% por parte del fondo “buitre”. 

El club inglés esquivó la suspensión de pagos el 15 de Octubre de 2010 de la mano de New England Sports Ventures, más tarde llamado Fenway Sports Group (FSG), de John W. Henry, dueño del equipo de béisbol Boston Red Sox. El multimillonario inversor desembolsó 300 millones de libras esterlinas. Los fondos de capital riesgo han olido la pieza del fútbol internacional. El Mafre AM Behavioral Fund ya cuenta con el 5% del Ajax, y el 4,5 del Olimpique de Lyon, generando esta temporada excelentes plusvalías con la venta de De Jong y De Ligt al Barcelona. El texano Dan Friedkin, CEO de Gulf States Toyota Distributors, deslizó 800 millones de dólares en la Roma a través del fondo ATT management perteneciente al Grupo Friedkin. El magnate californiano Egon Durban, CEO de Silver Lake, se hizo con el 10% del City Football Group, dueño del Manchester City de Guardiola, junto al fondo MSK Fidelity. El CVC Capital Partens, filial europea de Citicorp capital riesgo, muy cercano a la FIFA y a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, aparece en todas las quinielas para quedarse con una parte de la tarta del club “merengue”. Luis García, gestor del Mafre AM Behavioral Fund, manifestó que en cinco años ya se podrá ver un equipo español cotizando en bolsa.

El fútbol que recordamos ha desaparecido. Los fondos “buitres” ya están aquí. Mientras agitamos el árbol unos pocos se van comiendo las nueces. Las emociones nos definen: una reposera, la sombra de un limonero, un buen libro, una copa con los amigos, y el fútbol del domingo, vagabundo y pordiosero, que ya “fue”. Argentina resiste; en Europa el corazón está en otro sitio, languidece: lo van troceando, comprando y vendiendo, como trocitos de nostalgia. “Estoy saciado de tanto espanto”, decía Macbeth: y nadie responde. ¿No seremos nosotros el virus de este planeta?

(*) Ex jugador de Vélez y campeón del Mundial de Tokio 1979.