"¿Cómo las personas abordamos el duelo? ¿Qué gestos hacemos ante la ausencia?", pregunta la artista visual santafesina Daniela Arnaudo (Sunchales, 1980) en un video que la muestra hojeando un cuaderno escolar de su bisabuelo y bordando los animales de la fauna autóctona dibujados en sus páginas. A María Blanco (Rosario, 1957) le llegó el diario de guerra de un ex combatiente de Malvinas, encontrado en las islas, con la misión de devolvérselo. El ex conscripto Marcelo Calitri, autor de aquel diario, resultó ser vecino suyo y una persona con mucho sentido del humor, según cuenta María.  

Compañeros de Marcelo se acercaron a ver la muestra Arqueologías del duelo, que se expone en la galería Subsuelo (Balcarce 238, Rosario). Allí está el "menú de guerra" que idearon Calitri y Blanco: una instalación de pared compuesta por una pieza central y 26 "individuales" bordados con los apellidos y apodos de Marcelo y sus compañeros. Se encontraron también con las fulgurantes obras textiles de Daniela Andereggen (Rafaela, 1993). La curadora Nancy Rojas, invitada por la galería para articular un guión curatorial, encontró que estas tres artistas de edades y lugares distintos tenían mucho en común.

En vez de un insalubre vernissage multitudinario, la galería habilita pequeños encuentros íntimos de pocas personas, manteniendo la distancia social protocolar del brazo extendido para brindar con un vaso de buen vino. El clima es propicio para que se explayen los galeristas, la curadora y las artistas sobre la historia detrás de cada tapiz. La decisión de reemplazar pinceles y pigmentos por agujas, lanas e hilos fue diferente en cada una. En Blanco tuvo que ver con otra percepción del tiempo y con la cátedra de Dibujo de Claudia del Río; en Arnaudo, con "resistir" ante una serie de pérdidas de seres queridos y en Andereggen, con una idea técnica surgida en la cátedra de Pintura de Roberto Echen en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario, donde también estudiaron sus compañeras de exposición.

Será por eso que los tapices (se incluye también un video) ofrecen varios niveles de "lectura". En un nivel, se trata de relatos épicos bordados, que retoman de algún modo la tradición del bordado épico medieval: piénsese en el tapiz de Bayeux, fechado en el siglo XI, que relata la conquista de Inglaterra por los normandos. Estos tapices de Subsuelo narran historias del presente o del pasado cercano, tanto personales como sociales. En otro nivel, diversas tradiciones modernas, occidentales y no occidentales, se entretejen (nunca más adecuado el término) en estas obras: desde el cuadrado blanco de Malevich hasta el realismo social de Antonio Berni; desde el colorido del arte textil andino hasta los ritos devocionales hindúes y tibetanos; desde las panorámicas naïf del pintor de la guerra del Paraguay, Cándido López, hasta el animalismo ecologista del pintor santafesino contemporáneo Andrés Dorigo. 

Un bordado marrón sobre blanco por María Blanco, titulado Los invisibles, representa a una familia rosarina de cartoneros tirando de sus carros sin caballos, que fueron prohibidos como tracción por una ordenanza municipal. Quizá sin proponérselo, la figura del carrito dialoga con una pieza insignia del patrimonio del Castagnino+Macro, el Carrito de cartonero de Liliana Maresca. Cada puntada frunce la tela, que al arrugarse crea los magros cuerpos de los personajes, como si los destinos individuales fueran indisociables de la totalidad, o como si se los esculpiera desde una masa común (concepto que también aparece en la poética de la escultura toba/Qom). Los adoquines fueron dibujados retirando hilos de la trama, con los vacíos funcionando como líneas. Blanco recuerda los bordados de las presas políticas de la dictadura, hechos en secreto con hilos restados a las toallas. La delicadeza de su obra contrasta con lo doloroso del tema. 

Entre los relatos que borda María Blanco hay manifestaciones callejeras con pancartas, una panadería que regala pan y un mapa donde el contorno de las Islas Malvinas reluce en rojo como dos manchas de sangre sobre un mar celeste (el mapa es de blanda tela y los hilos lo espesan, hasta convertirlo en un poncho que abriga del frío). Ninguno de sus personajes es igual al de al lado. Cada cual tiene su estilo. Y el arte político callejero dice "presente".

En 2017, Andereggen recibió el 5º Premio Institucional Centro de Artistas en la 7º Bienal Nacional de Pintura "Premio Ciudad de Rafaela" por su obra Placeres Violentos, que fue exhibida en sala pero no fue incluida en el catálogo. Se trata de un doble retrato textil de intenso colorido fauve que representa a la autora en un encuentro amoroso con su pareja de entonces, que era una mujer. La pareja lésbica actúa como el par de sirenas del tondo mitológico Profundidad empoderada, donde los dos tritones son otra pareja, gay. La alegría de los vibrantes colores expresa una época feliz del cuarteto de amigues, y la autora lo confirma. La separación es representada por un interior donde el espejo divide los espacios hasta volver ambiguos los objetos (truco visual que se ve también en la pintura realista de Juan Pablo Renzi) y por un vaso lleno de maquinitas de afeitar.

En el video Plegaria, registro de una performance realizada en medio de la naturaleza durante la residencia Curadora, en San José del Rincón (Santa Fe), Daniela Arnaudo hace cinco minutos de prosternaciones. Incomodar el cuerpo en tareas monótonas es una constante de su obra como performer. (Antes de la invasión china, era común que las mujeres tibetanas circunvalaran la montaña sagrada Kailash prosternándose casi a cada paso. La práctica religiosa del Ngondro prescribía 108.000 prosternaciones en una vida).