Pamela y Mariana estaban vestidas de blanco y con muchos nervios en el registro civil número 1 de la ciudad de Buenos Aires. Era un mediodía caluroso de noviembre cuando las familias de ambas se vieron por primera vez. Casarse no estuvo en sus planes hasta el 15 de julio del 2010, cuando el Congreso aprobó la ley de Matrimonio Igualitario . “Si bien soñaba con casarme, no era una posibilidad porque no había una ley que lo avalara. Era un sueño frenado porque no contábamos con el derecho de hacerlo”, contó Pamela a Página/12.

Pamela Visciarelli y Mariana Blanco se conocieron en una cancha de futsal al poco tiempo de aprobada la ley. Pamela atajaba en el Club de Jóvenes y Mariana, 12 años mayor, era entrenadora en Atlanta. Hoy ambas son madres de dos hijas que gestaron gracias a la ley de fertilización asistida, aprobada en 2013: Juana y Eva. Cuando estaban atravesando el primer embarazo fueron a visitar a Cristina Fernández de Kirchne r para agradecerle por impulsar ambos proyectos. A 10 años de la sanción de la ley de Matrimonio Igualitario, Pamela y Mariana recordaron cómo vivieron la discusión y lo que significó para ellas la promulgación de la ley.

El día que Pamela y Mariana conocieron a Cristina.

El 15 de julio de 2010

“La votación en el Senado fue la primera marcha a la que fui. La movilización que la iglesia y sectores conservadores de la sociedad realizaron en su contra fue lo que me convenció a salir a defender mis derechos. Escuchar las barbaridades que decían por la televisión me dolía como homosexual”, dijo Pamela. “En el horario central, los medios de comunicación daban voz a distintas personas que decían que nosotrxs veníamos a destruir a la familia; que lo natural era que haya una mamá y un papá. Yo veía todo eso y me dolía el doble pensar que ese mensaje estaba entrando en distintas casas. Creía que la ley no se iba aprobar. Entonces, sentí la necesidad de contarle a toda esta gente que yo no le hacía mal a nadie eligiendo con quién me quería casar. Y que puedo formar una familia y dar lo mejor para mis hijas” agregó.

Mariana no estuvo pendiente del debate: se enteró de la ley el mismo día de la votación. Ella vivió su sexualidad de una manera muy diferente a Pamela. “Eso fue lo que, después, nos terminó uniendo. Su libertad en cada paso que daba me llevó a soltarme un montón. Pude empezar a ver un poco más y a soñar cosas que antes no, como el casamiento”, contó Mariana.

La noche del 15 de julio del 2010 fue una de las más frías de ese año. En la Plaza de los Dos Congresos se habían concentrado dos multitudes muy distintas, separadas por vallas: los que estaban a favor y en contra de la ley seguían el minuto a minuto de la discusión. “El frío que hacía no se sintió porque el clima en la plaza era de fiesta. La gente cantaba, bailaba y se abrazaba. Yo estaba sola en la plaza. Ese día fue como una salida del closet”, contó Pamela. “Era el lugar en el que quería estar. Rodeada de gente que había peleado y militado un montón por los derechos de los homosexuales, me sentí totalmente libre”, agregó.

Familia. Pamela (izq.) y Mariana junto a sus hijas Juana y Eva.

En ese tenso clima político y con una división transversal en todos los bloques, el Senado convirtió el proyecto en ley con una ajustada diferencia. “Se me caían las lágrimas –contó Pamela–. Más allá de no tener a nadie al lado para abrazar, era una causa de todos. Nos mirábamos unos a los otros y no lo podíamos creer. Con el correr de los días nos fuimos dando cuenta de lo que habíamos logrado”, siguió. Esa noche la Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en reconocer el derecho al matrimonio entre personas del mismo género a nivel nacional.

“Cuando se aprobó la ley sentí mucho orgullo”, dijo Mariana, que festejó más “por dentro” que “por fuera”. “La ley me ayudó a sacarme un montón de mochilas que cargaba. Antes, si podía ocultar mi sexualidad, lo hacía. A partir de ese paso tan grande que dio el país, donde la sociedad se manifestó y los diputados y senadores votaron, empecé a experimentar un gran cambio. Me sentí no solo con los mismos derechos que otros sino también más libre”, expresó.

"Estábamos las dos vestidas de blanco"

Al año de conocerse, Mariana y Pamela estaban dando el sí en el registro civil. La jueza a cargo de la unión les contó lo que para ella significaba el amor y les dijo que eran muy valientes y que a partir de ese día serían una familia. En el patio las esperaron sus afectos pero también la mirada atenta de los invitados a otros casamientos. “Había otras parejas recién, todas heterosexuales. La gente nos sacaba fotos a nosotras, no a las parejas a las que estaban acompañando. Estábamos las dos vestidas de blanco, con la libreta roja en la mano y con nuestras familias tirándonos arroz”, recordó Pamela.

La visita a CFK

En el 2016, a un mes de ser madres de Juana, fueron a visitar a la entonces expresidenta para agradecerle. “Yo tenía el deseo ferviente de que Cristina vea lo que habíamos logrado gracias a un proyecto político que nos incluyó, igualó y le dio derechos a las minorías”, contó Pamela. Era el primer año de Cristina fuera de la presidencia y el Instituto Patria estaba lleno de gente que la quería ver. En la puerta saludaron a Oscar Parrilli, que las dejó pasar.

Una vez adentro, esperaron con muchos nervios la llegada de Cristina. "Sentía que me descomponía y eso que yo no era la embarazada", recordó Pamela. "Cuando entró nos saludó, le tocó la panza a Mariana y nos preguntó cómo se iba a llamar la bebé. Le encantó el nombre Juana y nos dijo: ´esto es igualdad de derechos para todos y para todas´. Nos dio un beso, nos abrazó y nosotras le regalamos una foto de nuestro casamiento. Luego nos enteramos que ella puso esa foto en su escritorio", agregó Pamela. "Ese encuentro coronó la historia de amor que dio inicio a nuestra familia. Desde ese momento, pasamos a tener un Estado presente e inclusivo. Un Estado que permite que te cases al igual que se casa la persona que tenés al lado”.