LA VIEJA GUARDIA - 6 PUNTOS

(The Old Guard/Estados Unidos, 2020)
Dirección: Gina Prince-Bythewood
Guion: Greg Rucka, sobre la novela gráfica homónima
Duración: 125 minutos
Elenco: Charlize Theron, Chiwetel Ejiofor, KiKi Layne, Chico Kenzari, Matthias Schoenaerts y Luca Marinelli.
Estreno en Netflix

Si no fuera por el logo de la N roja sobre fondo negro que abre los créditos, La vieja guardia podría ser una de las tantas películas sobre hombres y mujeres con poderes sobrenaturales producidas por Disney o Warner con las que Hollywood, antes de la pandemia, copaba las salas a lo largo y ancho del mundo. Si hasta su relato está rodeado de un aura trágica similar a la que suele envolver a Batman, los Avengers, Superman y compañía, quienes aceptan lo que les toca en suerte con partes iguales de resignación, tristeza y sentido del deber, como si el destino de sus existencias estuviera escrito de antemano. Un destino que aquí empieza a definir sus primeros trazos iniciales recién en la última media hora, cuando la directora Gina Prince-Bythewood y el guionista Greg Rucka –autor, junto al ilustrador santafecino Leandro Fernández, del comic homónimo publicado en 2017 que sirve como materia base del proyecto– distribuyan sobre la mesa los elementos para el inicio de una potencial saga basada en las vivencias de esta nueva troupe de marginales.
¿Habrá La vieja guardia II, III, IV, V, etcétera? Imposible saberlo ahora. La concreción de una franquicia estará íntimamente asociada a los resultados de la taquilla. O de los “visionados”, para usar un término acorde al argot del streaming. Pensar una película que opera como puerta de ingreso a un universo diseñado con la evidente intención de expandirlo en entregas posteriores entraña un problemón, puesto que gran parte de las decisiones narrativas se toman pensando en dotarlas de sentido en un futuro que quizás nunca ocurra. La vieja guardia es, entonces, apenas una larga introducción centrada en estos personajes que, como los de Marvel y DC, son a simple vista “normales”. Pero nada más lejos de la normalidad que esos cuerpos incapaces de morir durante siglos o incluso milenios, dependiendo de su capacidad para regenerarse.
Este poder se revela en una de las mejores escenas, en la que el grupo encabezado por Andy (Charlize Theron, reinventada como notable heroína de acción luego de Mad Max: Furia en el camino) cae en una emboscada. Menuda sorpresa se llevan los sicarios cuando, luego de dispararles una tonelada de balas, uno a uno las expulsen del cuerpo y cicatricen a velocidad supersónica, para luego levantarse y devolver la gentileza del ataque. Lo que sigue es un vuelo rasante por el carácter, la personalidad y el pasado de los personajes, algunas escenas de acción –bastante menos que las que el trailer invitaba a pensar- resueltas con el oficio promedio de toda producción de este tipo y las inevitables explicaciones sobre cómo funciona el poder ilustradas mediante flashbacks que atraviesan todas las guerras de la Historia.
Entre medio avanza una trama sostenida sobre dos pilares: por un lado, la aparición de una soldado que todo indica es firme candidata a sumarse al grupo luego de sobrevivir a un degüelle en Afganistán. Por el otro, los intentos del maquiavélico dueño de una farmacéutica interesado en capturar a estas criaturas con el objetivo de estudiar el ADN y dar, por fin, con un medicamento que garantice la vida eterna. Desde ya que ambos conflictos terminarán uniéndose, aunque dejando tras de sí varios y calculados cabos sueltos cuyas consecuencias podrán verse, algoritmo mediante, de acá a un par de años.