En medio de partes diarios, noticieros a favor y en contra de la cuarentena, llega el aviso de “che, otra vez se están metiendo con las tortas”. Fue en un programa de chimentos del espectáculo. Uy, ¿otra vez? ¿Fue ese tipo de siempre? “No, ése no, fue una mujer”.

En estos meses de cuarentena la energía solo me alcanza para seguir pelos y detalles de la pandemia 2020. Además, desde mis jovencitos años de redactora en las huestes de Héctor Ricardo García (menores de 30, googleen) que no me toca escribir sobre un tema de “farándula” (a aquellas redacciones de los 90s concurría religiosamente de corbata y pucho en la boca). Pero otra vez se metieron con nosotras, las tortas. Y ya saben que las que estamos politizadas somos muy corporativas. ¿Vamos a hablar de grieta otra vez? Parece que sí.

LA PATRULLA CHIMENTERA

Cuando era niña llegó a mis manos un dossier sobre la epidemia de fiebre amarilla de 1871 que cambió mi manera de ver las cosas: en los retenes de San Telmo se terminó de configurar la Buenos Aires Pro de hoy: en el sur quedaban les negres muriendo, pero también asistiéndose, resistiendo y sobreviviendo. Del lado norte: la oligarquía huyendo y comenzando a edificar el barrio ídem a todo trapo. Siempre estaban las patrullas para impedir que pobres y negres escaparan al norte. Lo que hoy llaman tan elegantemente “grieta” existió siempre, se llama clases, se llama “los de arriba y los de abajo”. Y las tortas formamos parte del sector de “los de abajo”. Así es que no queda otra que agarrar la lanza y salir al galope. Porque si no agarramos la lanza, en cualquier momento nos vuelve a caer otra condena como la que recibió Marian Gómez por torta chonga. Fallo que la jueza Marta Yungano, en combinación con la fiscal Diana Goral dictaron contra ella y en ella contra toda la comunidad lesbiana y lgbti+ para que “celebremos” el 50 aniversario de Stonewall. Y no olvidemos que queda pendiente el juicio a Higui, procesada por defenderse de un intento de violación para castigarla/asesinarla por lesbiana. 

A la patrulla judicial sumamos, ahora en pandemia, el patrullero de los chimentos de la televisión. Refiero situación para quienes no hacen zapping de tevé de aire y se perdieron los repudios posteriores en las redes sociales. El jueves de la semana pasada, la panelista de chimentos Yanina Latorre se refirió al aire en estos términos a la mediática modelo en un programa de Canal 13: “Yo no sé por qué no blanquea su pareja. Se la ve de madrugada con una chica muy linda. A mí me dicen que viven juntas y en los vivos se ponen mimosas”. (Y exhibe en primer plano imagen en celular de la susodicha con quien afirma “es la pareja”).

Corramos a un lado por un momento el uso del término “blanquear”, que la comunidad afro está cansada de denunciar como uso racista (blanquear-bueno/negrear-malo). Hay que decirlo, porque si vamos a hacer política lesbiana, que sea interseccional (que incluya a todos los grupos sociales oprimidos). Dicho esto, vayamos al centro de la cuestión.

Una mujer heterosexual (y además blanca, de clase media alta, instruida, magra, sin discapacidades, conocida) no puede, no debe, arrogarse el derecho a decir al aire “fulanita es lesbiana” si fulanita no quiere decir eso. Y no voy a decir que Yanina Latorre desclosetó a alguien sin consentimiento, porque no tengo la menor idea de si esa persona es lesbiana o no. Y ni siquiera me interesa. Yanina Latorre nos menosprecia a todas las lesbianas cuando dice “se ponen mimosas”. Esa es la descripción que ella elige difundir acerca del lesbianismo. Usa una típica caracterización del lesbianismo construido para consumo del universo masculino machista. Toda la descipcíon que hace que incluye la descrpción de cómo habría empezado el romance, y otros datos aportados por muchas fuentes, es un guiño de complicidad que indica que ella actúa como policía de la heterrorsexualidad: “Aquí estoy yo para señalar y separar. Estoy aquí para ustedes, bánquenme porque me ocupo de limpiar el gallinero”.

No tiene nada de progre que una heterosexual (privilegiada) se pare en el lugar de “ay, qué tiene de malo, son tortas, por qué no lo dicen”. A pesar de que el Presidente de la Nación se ponga al frente de la parada y decrete el derecho a la igualdad dentro de la diversidad, y su hijo Dyhzy sea garantía de cumplimiento de la promesa que la mayoría de la comunidad lgbti+ también quiere para sí (“para que reine en pueblo el amor y la igualdad”), sabemos en carne propia que esta enunciación y este símbolo por ahora son promesa. Falta mucho. Y Yanina Latorre no suma, resta. Y no solo resta: patrulla, reprime y disciplina.

ASUNTO NUESTRO

Dicho esto, me siento obligada a decir que la gente closetera no me cae bien. Si tantas lesbianas no nos hubiéramos plantado y salido del armario en nuestras familias, en el trabajo y en las calles en tiempos en que nos llevaban presas por el solo hecho de no esconder nuestra existencia en la vía pública, nada hubiera cambiado en la sociedad argentina, y ni hablar que Alberto Fernández nunca se hubiera pronunciado a favor de la diversidad sexual. Ese salir del armario en épocas muy duras tuvo un costo enorme en nuestras vidas. No nos fue mejor en la familia ni en el trabajo ni en las calles, al menos en el corto plazo. Tuvo que llegar el reconocimiento legal de derechos para que muchas de nuestras familias (al menos las peronistas, entusiasmadas con Néstor y Cristina) aceptaran las barbaridades que cometieron con nosotras. Entiendo que la mayoría no acuerde con “la gente closetera no me cae bien”. Pero es fáctico, la sociedad argentina no cedió nada gratuitamente, ni siquiera por ese fenómeno muy dudoso de reconocimiento del otro llamado “empatía” (prefiero hablar de solidaridad).

Tampoco me gusta la idea de que “es un privilegio desclosetarse”. Porque les oprimides a quienes “se les nota”, lo hacen todo el tiempo, viven desclosetades aunque no quieran. Piensen en les negres. Piensen en las travestis. Elles no tienen el privilegio del “closet”. Pero estemos o no estamos de acuerdo, son cuestiones que debe discutir la población lgbti+. No les paquis/hétero por nosotres.