Volver al escenario. En tiempos de confinamiento, ese es el deseo que abrazan muchos artistas y que algunos ya pueden concretar, como es el caso de Malena Solda que se suma a la programación del Teatro Picadero con su espectáculo La Rosa de Maravilla, por streaming y en vivo desde su sala, este domingo 2 de agosto a las 18, a través de Plateanet.

“Es una experiencia distinta y novedosa para el público y los artistas. Y me gustaba poder transitar por ese lugar”, explica la actriz, quien comparte escena con el reconocido barítono Víctor Torres y el músico Miguel de Olaso. “La obra cumple con las normas de distanciamiento, porque los tres estamos en el escenario con cierta distancia uno del otro. Nos ubicamos en semicírculo, y hablamos hacia adelante”, cuenta la protagonista y autora de esta pieza musical y teatral que creó en 2012 para el Festival Shakespeare, y que desde ese momento se representó en temporadas y escenarios diversos.

Artista todo terreno, Solda actúa, canta y hasta se anima a sumar títeres a las historias que se entrecruzan en la puesta, a través de canciones y monólogos del Siglo de Oro español, la época isabelina y la obra de Federico García Lorca. El resultado es un recital donde la impronta del poeta granadino se complementa con textos de Francisco de Quevedo, Lope de Vega y William Shakespeare, entre otros, acompañados por la música de una guitarra barroca y un laúd.

“Hoy hay mucha necesidad de derribar barreras, tender puentes y de no sentirnos tan solos, por eso mi deseo es que los artistas y el público podamos sentirnos acompañados para hablar de temas que son universales, y que van más allá de este contexto”, expresa la intérprete acerca de lo que será su debut actoral a través de una pantalla

-¿Cómo imagina esta experiencia de actuar sin público?

-Muy emocionante. Estamos todos encerrados, y lo que necesitamos es sentir que estamos más cerca. Yo parto de ahí, de la necesidad de comunicarme con el otro y de poder conectar. Mi expectativa es poder expresarme y que me escuchen. Y espero que la vacuna llegue lo antes posible, porque eso es lo único que nos va a asegurar que los teatros reabran y que la gente no tenga miedo de volver a las salas.

-El repertorio de la obra se nutre de distintas épocas y autores. ¿Cómo trabajó esa selección?

-Lo primero que elegí fueron los monólogos de Shakespeare que sabía que quería hacer, porque ya los había interpretado en otro momento. Después, junto con Miguel de Olaso pensé qué canciones podíamos cantar que tuvieran algún vínculo con ese material. Y para los textos que pertenecen a la época del Siglo de Oro me asesoró Daniel Suárez Marzal, mientras que para la parte en la que abordamos a García Lorca recibí sugerencias de Rubén Szuchmacher, quien me dio la idea de trabajar un bloque dedicado a él.

-En el argumento del espectáculo se hace mención a la influencia del Siglo de Oro y la época isabelina en la obra de García Lorca. ¿De qué modo influyeron?

-De distintas maneras. Lo que escribió Lorca no surgió ajeno a su historia. En su obra se ve directamente la influencia de lo que es la tradición más clásica del castellano, porque hay en ella un juego con las palabras, las imágenes, el sonido de las consonantes y las vocales, y algunos recursos literarios de esas épocas. El fue uno de los que rescató la tradición oral, y que recopiló canciones anónimas españolas y las transcribió. Y esas son las canciones que cantamos. En todos los textos del espectáculo, el público puede asociar sonidos, pero no es una asociación consciente ni racional sino más bien sensorial.

-¿Qué significa en estos tiempos volver a pisar un escenario?

-A mí me ordena. Me ayuda a volver a tener un sentido como artista. Aunque el público no esté ahí físicamente, está presente, y puedo visualizar en la sala a la gente que deseo que me esté mirando. Y muchos, de hecho, van a estar mirándome desde sus casas. Yo piso el escenario con el deseo de que me escuchen y de poder llegar al que está en su casa con lo que me pasa a mí a través de los personajes. Después de tantos meses de estar guardada, una sale a escena con otra pulsión y otra urgencia de comunicarse. Cuando esté la vacuna, y además se pueda sortear la crisis económica, vamos a poder valorar la posibilidad del encuentro muchísimo más que antes que lo dábamos por sentado. Y va a ser una fiesta.