La pobreza infantil se ubicaría para fines de este año en el 62,9 por ciento, lo cual implica una suba de casi diez puntos porcentuales con respecto al 53 por ciento que registraba en el mismo período del año pasado. El dato fue calculado por Unicef Argentina y supone que en el último año la cantidad de niñas, niños y adolescentes que se desarrollan en hogares pobres pasó de 7 a 8,3 millones. La estimación guarda estrecha relación con el pronóstico del FMI sobre la evolución de la economía argentina, que caería 9,9 por ciento este año. 

Si bien el organismo que depende de Unicef destaca la relevancia del IFE y de la tarjeta Alimentar para contener el retroceso socio–económico, deja en evidencia que esos esfuerzos no alcanzan en relación al tamaño de la crisis y pide la continuidad de los programas.

Adicionalmente, hay un fuerte desmejoramiento de las cifras en relación a la estimación que Unicef realizó en mayo, cuando el impacto de la pandemia se estimaba algo más moderado. En ese momento, se proyectaba que la pobreza infantil del segundo semestre se ubicaría en el 58,6 por ciento, en lugar del 62,9 por ciento que ahora se calcula. En el caso de la pobreza infantil extrema, el último cálculo la ubica en el 18,7 por ciento, mientras que en el segundo semestre del año pasado estaba en el 14,1 por ciento.

Las cifras muestran un fuerte empeoramiento de la situación social a causa de la pandemia, sobre una base estructural de altísima debilidad. De hecho, el punto de partida del actual gobierno nacional fue el plan contra el hambre. En relación a ese diagnóstico inicial, el país retrocedió varios casilleros.

Aun así, desde Unicef destacan el impacto del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) para contener el deterioro socio-económico. “El IFE alcanza al 47 por ciento de los hogares, frente al 22 por ciento que lo recibía en abril. Son 13 millones de personas que habitan en 2,8 millones de hogares donde al menos un miembro recibe el IFE. La continuidad de los programas de protección social es clave para evitar que más hogares caigan en la pobreza extrema. Además, deben redoblarse los esfuerzos para que ninguna familia en condiciones de vulnerabilidad se quede por fuera de estos beneficios”, indicó durante la presentación de los datos la Representante de Unicef Argentina, Luisa Brumana.

El informe también destaca la relevancia del programa basado en la tarjeta Alimentar, que alcanza al 36 por ciento de los hogares, frente al 19 por ciento de impacto que tenía en abril.

Más allá de las estadísticas generales, Unicef viene realizando una encuesta que tiene como base a 2525 hogares a nivel nacional y que “es representativa de 6,1 millones de hogares, aquellos que tienen niños en la Argentina”. “La encuesta muestra que, más allá de la apertura de actividades, de la flexibilización de la cuarentena en parte del país y del programa de asistencia al trabajo y a la producción, hay 2,6 millones de hogares que tienen sus ingresos laborales reducidos. Se trata del 45 por ciento del total de los hogares encuestados, cuando en abril las reducciones afectaban al 60 por ciento”, dice el informe.

La continuidad de la crisis explica el aumento en los hogares que debieron acudir a un comedor comunitario, del 8 por ciento en abril al 10 por ciento en julio. Al mismo tiempo, en abril el 8 por ciento tuvo problemas para acceder al comedor comunitario mientras que en julio ese valor se redujo al 1 por ciento, lo cual muestra el aumento en la efectividad de la política de provisión de alimentos por parte del Estado nacional, provincial y municipal y junto a la gestión de las propias organizaciones sociales.

Desigualdades

El informe de Unicef plantea una serie de desagregaciones a la hora de medir la pobreza infantil. Por ejemplo, si bien a nivel general el indicador se ubica en el 63 por ciento, sube hasta el 92 por ciento si la medición se realiza en los barrios populares. En los hogares en donde los padres están desempleados, la pobreza infantil sube hasta el 97 por ciento y en el caso de los asalariados no formales, al 88 por ciento.

Incluso en el caso de los asalariados formales, un sector relativamente bien ubicado en términos de derechos laborales, la pobreza infantil es muy alta, del 39 por ciento, lo cual corrobora el fenómeno actual del trabajador formal pobre. En los hogares en donde los adultos son cuentapropistas no profesionales, la pobreza infantil es del 79 por ciento, y en el caso de los cuentapropistas profesionales, del 35 por ciento.