El proyecto “Diseño e implementación de un sistema de videoconferencia móvil para la gestión institucional y educativa en contextos de encierro”, fue seleccionado para su financiamiento por el Programa de Articulación y Fortalecimiento Federal de las Capacidades en Ciencia y Tecnología covid-19 del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación. La propuesta tiene el objetivo de poner en funcionamiento un sistema de videoconferencia móvil que busca constituirse en una ventana al mundo para las personas en contexto de encierro, a partir de la cual podrán ejercer sus derechos fundamentales a la educación, la cultura y el sostenimiento del vínculo familiar.

“Este sistema constituirá no solo una herramienta para el sistema educativo formal, sino que busca brindar nuevas formas de comunicación y gestión dentro de los servicios penitenciarios: la realización de visitas socio-familiares, y la posibilidad de los internos de comparecer ante la justicia, evitando traslados y agilizando los tiempos en el proceso de las sentencias”, detallan los investigadores.

La propuesta parte de la premisa que existe en la situación de pandemia una limitación de los derechos de las personas privadas de la libertad que puede derivar en situaciones de violencia. 

La directora del proyecto es Claudia Liliana Perlo, Doctora en Humanidades y Artes e investigadora del Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (IRICE), centro de doble dependencia entre el CONICET y la UNR.

Desde hace dos años, la investigadora desarrolla un proyecto en la Unidad Penal Nº 5 de la ciudad de Victoria, Entre Ríos, sobre la educación en contexto de encierro poniendo especial énfasis en la variable cognitiva-afectiva del problema.

“Se trata de poder pensar la variable afectiva en torno a la construcción del delito y las posibilidades de lo educativo desde este lugar, que no es un lugar formal de la educación centrado en lo racional o en la transmisión de conocimientos científicos, sino en la generación de capacidades, aptitudes y habilidades para desarrollar la inteligencia afectiva de las personas”, explica la investigadora que previamente había desarrollado proyectos relacionados con la prevención de la violencia en contextos comunitarios en la ciudad de Rosario.

"Se trata de poder pensar la variable afectiva en torno a la construcción del delito y las posibilidades de lo educativo desde este lugar, que no es un lugar formal de la educación"

Su trabajo en las cárceles busca superar la idea de las instituciones carcelarias como espacios de reinserción social en una comunidad que previamente los ha excluido. El sentido de esta propuesta busca pensar la educación en su dimensión emancipadora desde una perspectiva biocéntrica, esto es centrada en la vida. El eje es el desarrollo de la identidad a través de la afectividad.

“La pandemia de covid-19 ha puesto a toda la sociedad en una situación de aislamiento y limitación de sus actividades, en el caso de las personas privadas de su libertad, se eliminaron las visitas familiares y se restringió la circulación dentro del mismo penal, cortando o minimizando las actividades educativas y laborales. Si bien las autoridades han tomado medidas para acotar el impacto de estas decisiones y se han tratado de generar dispositivos para que los detenidos continúen con su educación, los recursos son escasos. De ahí nuestro proyecto, porque si para poder garantizar el acceso a la educación de toda la sociedad faltan herramientas, aún más en el contexto de encierro, donde aún sin pandemia hay muchas problemáticas a resolver”, señala.

La implementación de aulas virtuales universitarias en centros penales es una experiencia que ya viene desarrollándose en el país y en el caso de la Unidad Penal 5 de Victoria, el proyecto puede ser la puerta de entrada para la educación universitaria. En la propuesta se plantean acuerdos con distintas universidades nacionales para el dictado de cursos y el desarrollo de experiencias.

“La iniciativa está dirigida a las 18 personas que dentro del penal terminaron el secundario y se abre la posibilidad de que accedan a estudios superiores, ya que forma parte de la ley de educación superior alcanzar todos los contextos, incluso los de encierro”, explica Claudia Perlo

La investigadora aclara que si bien el proyecto apunta a un dispositivo de tipo más tecnológico lo que está buscando es vinculaciones desde un lugar más profundo, con la posibilidad de reconfigurar las relaciones en la institución penitenciaria. “La propuesta que presentamos para la Unidad 5 es un dispositivo tecnológico con un alto compromiso filosófico, sociológico y afectivo. Sueño que todas las unidades penitenciarias (mientras existan) puedan ser centros culturales y universidades desde donde re-pensar el mundo que vivimos.”

El desarrollo del aula virtual involucra a las personas privadas de libertad, los docentes y al servicio penitenciario. Su desarrollo se basa en la participación e integración de estos tres protagonistas. “No podemos pensar un proceso de cambio si no vivencian el trabajo en red, en equipo, bajo condiciones de equidad y colaboración. Vamos a buscar que la capacitación sea integrando a las personas privadas de la libertad con los docentes en primer lugar y con los penitenciarios finalmente, lo que estamos buscando es que aprendan juntos”.

"Vamos a buscar que la capacitación sea integrando a las personas privadas de la libertad con los docentes en primer lugar y con los penitenciarios finalmente, lo que estamos buscando es que aprendan juntos”

La investigadora resalta que este trabajo en red es un desafío “con mayúsculas” dada la gran fragmentación que existe en un contexto punitivo. Hay experiencias en el Sistema Penitenciario en las que se está trabajando con este objetivo, generando mesas de acuerdo y diálogo para resolver conflictos dentro de los penales. “Vamos a asumir el riesgo de una metodología de integración, y no de la inclusión que sostiene que unos están integrados y otros no, porque si bien hay muchas fracturas, grietas y rejas que determinan un lado y otro, en definitiva todos estamos viviendo un grave problema de “desintegración social”, remarca la especialista en educación.

“Yo no estoy trabajando para redimir o salvar a personas en situación de delito, desarrollo esta tarea porque siento que esta problemática social me pertenece, soy parte, y creo que puedo hacer un aporte interesante, que en definitiva va a ayudar a mejorar mi vida, la de mi familia, mi red, nuestra comunidad, nuestra sociedad, la de nuestra especie humana. En ese orden, partiendo de mí, no desde un lugar egocéntrico sino desde un lugar comprometido con los problemas que no son del otro, sino que son míos, nuestros, de la humanidad”, remarca Perlo.

La investigadora considera que la pandemia de covid-19 ha puesto en evidencia nuestra trágica manera de habitar el mundo, disociada, y nos vino a mostrar la teoría de la complejidad, para evidenciar que todo está conectado y no sólo a través de Internet, sino que “nos une el oxígeno mismo que respiramos y estamos compartiendo con el planeta, para que entendamos que no podemos afectar algo sin que ese cambio también nos afecte.”

El equipo de investigación del Área de Aprendizaje y Desarrollo Organizacional del IRICE, constituido para este proyecto está encabezado por Claudia Liliana Perlo, María del Rosario de la Riestra (UCEL), Diego Carmona (IRICE- Conicet) Leticia Del Carmen Costa (UADER), Leonardo Blanco (UADER) y Esteban Kipen (UNER).