Desde Roma.En Italia muchos esperaban, por que así lo habían anticipado los expertos, que el coronavirus reapareciera agresivo recién cuando comenzara el frío europeo, es decir en octubre o noviembre. Sin embargo, el virus ha demostrado que las temperaturas no afectan mayormente su supervivencia. En Italia en estos momentos, que se está en pleno verano con temperaturas que oscilan en torno a los 35/40 grados, el maldito virus contagia cada día a más personas, según los datos oficiales. El jueves 13 de agosto hubo 523 nuevos casos de coronavirus, contra los 481 del miércoles y  412 del martes. El pasado viernes se registró el número más alto de nuevos casos (552) desde el 28 de mayo (596), lo que lleva a mucha gente y a las mismas autoridades a preguntarse qué está sucediendo.

La cuarentena como tal terminó en Italia en diferentes fechas según las regiones, pero en buena parte del país fue a fines de julio. Hacía calor, la gente quería poder salir de su casa, ir a la playa, a la montaña, y los jóvenes a los lugares de la “movida”, las cervecerías y discotecas en las zonas frecuentadas por ellos.

El uso de las mascarillas siguió siendo obligatorio y lo sigue siendo hasta ahora. Como también la distancia entre las personas, de al menos un metro. Cuánto respetan los jóvenes estas medidas es la pregunta que se hacen muchos. Ellos posiblemente no se contagian tan rápido porque su sistema de inmunidad es más fuerte. O si lo hacen, la reacción de su cuerpo ante el virus es en general mucho menos importante, a no ser que hayan tenido patologías precedentes. El problema son las personas de una cierta edad, que en Italia, uno de los países más viejos del mundo, super abundan. Los mayores de 65/70 años en general tienen además otras patologías y si se contagian del coronavirus pueden desarrollar serias complicaciones a nivel respiratorio y pulmonar, cardiológico, circulatorio, etc.

Inconscientes hay muchos en Italia, de todas las edades. Se los ve en los autobuses, en los tranvías, en los trenes, a veces con la mascarilla -que se hace difícil de soportar con el calor- puestas por debajo del mentón y cuando alguien les dice algo, empiezan las discusiones muy agresivas dentro de los mismos buses, de la que participan muchos pasajeros.

Y si se va a la playa, cosa que los italianos consideran imprescindible en agosto y dado que la mayoría no ha viajado a otros países de vacaciones a diferencia de otros años, las multitudes abundan por todos lados. Cada localidad veraniega ha tratado de organizar un poco la distribución en las playas, imponiendo distancias entre las sombrillas. Pero los límites no siempre se respetan. Algo parecido sucede en los restaurantes y pizzerías, donde también se impusieron distancias entre las mesas. Pero en estos casos a veces cuenta más la necesidad de los propietarios de ganar dinero, permitiendo entrar a más gente de lo debido, después de varios meses de cierre total que sufrieron entre marzo y julio.

Dado que la situación del coronavirus se ha agravado también en otros países europeos, las autoridades sanitarias italianas han decidido hacer el test del covid 19 obligatoriamente a quien regresa de algunos países que son centros de atracción para muchos europeos en verano, como España, Grecia, Malta y Croacia. Los contagiados de covid han aumentado mucho ultimamente en Europa como demuestran los datos oficiales del 12 de agosto. Se verificaron 3.172 nuevos casos en España, 4.733 en Francia, 1.009 en Inglaterra, 1.320 en Alemania.

Todo esto quiere decir que la pandemia no terminará rápidamente, como han dicho repetidamente las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque se descubra una o varias vacunas anti covid 19. "La pandemia es una crisis sanitaria que ocurre una vez cada cien años y cuyos efectos se dejarán sentir durante decenios", comentó en este sentido el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus. Y recordó que muchos países que creían haber dejado atrás lo peor se enfrentan ahora a nuevos brotes.

En una declaración escrita, el Instituto de enfermedades infecciosas Robert Koch de Alemania, subrayó en este sentido que si bien podría ser posible conseguir uan vacuna en el próximo otoño europeo, “sería muy peligroso creer que una vacunación a partir del otoño 2020 podría controlar la pandemia”. En efecto no se trata sólo de descubrir la vacuna eficaz sino de producirla y distribuirla en grandísimas cantidades, cosa no fácil por los inmensos fondos que se requerirán para poder cubrir las necesidades de la población de los 194 países del mundo.

Michael Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, habló recientemente de más de 140 candidatas a ser vacunas, 26 de ellas en los primeros ensayos clínicos y 6 en la fase tres, la última etapa de experimentación que es necesario superar para poder fabricarla en gran escala. Una vacuna debe seguir varias etapas, primero en el laboratorio y después en pruebas con animales. Si se demuestra que es segura y puede generar una respuesta inmune, entonces comienzan los ensayos con humanos que suponen tres fases progresivas.

“Que se haya llegado a la fase 3 no significa que la vacuna esté lista”, comentó Ryan.

De las seis vacunas en fase tres, tres están siendo desarrolladas en China, dos por farmacéuticas estadounidenses y una por una farmacéutica británica en colaboración con la Universidad de Oxford y la empresa italiana Advent-Irbm, fundada en el 2009 en Pomezia, cerca de Roma. Sobre la vacuna anunciada por el gobierno ruso hay ciertas dudas, sobre todo porque se conoce poco de los pasos seguidos en la experimentación.

Aún cuando el ministro de Salud de Italia, Roberto Speranza, anunció que ha firmado un acuerdo con varios países europeos y la compañía farmacéutica inglesa Astrazeneca para obtener 400 millones de dosis -la experimentación de la vacuna está siendo desarrollada por la Universidad de Oxford y al parecer será producida por la compañía italiana Advent-Irbm- Italia está llevando adelante otro proyecto de vacuna desarrollado por el Hospital Lazzaro Spallanzani de Roma. Se trata de un reconocido centro especializado en enfermedades infecciosas que comenzará las primeras experimentaciones en seres humanos a fines de agosto (Fase 1). Hasta ahora fueron seleccionados 5 hombres entre 31 y 46 años y serán seleccionadas cuatro mujeres. “Son más de 5.000 las personas que se han ofrecido como voluntarios para la experimentación, lo que demuestra el gran corazón de los italianos”, comentó el director sanitario del Spallanzani, Francesco Vaia. Las personas a las que se le suministrará la vacuna deberán se controladas regularmente al menos por siete meses, por lo cual no se esperan resultados inmediatos.

Pese a los esfuerzos que se están haciendo por conseguir la vacuna, en Italia no faltan las polemicas sobre todo entre los llamados No Vax (que se niegan a las vacunas en general porque les atribuyen consecuencias desastrosas y no comprobadas) y aquellos a favor de que la vacuna sea obligatoria una vez que se consiga, como el ex premier Matteo Renzi que ha comenzado una dura batalla contra los que se oponen.