“Algo difuso entre un pasado que no pasa y un presente que no entiendo”, autodefinición de Sendra, certera y precisa. Parece de tango -música que debe entender porque es de su época- ya que al presente no lo entiende. Lo dice en su descargo por la reacción indignada que produjo una historieta suya (una de tantas) cargada de perjuicio y estereotipos misóginos. Sin mencionar el despiste histórico de su sexsymbol extinguido y otras vetusteces.

Sostiene Sendra que es de otra época, no puede cambiar. Como si se pudiera permanecer igual, como si no usara internet, como si su cintura no siguiera creciendo (según confiesa), como si no involucionara (a los diez y siete años, dice). El dudoso gusto de su descargo no tiene desperdicio por lo craso. Si la historieta semeja un eructo maloliente, el descargo parece un gas todavía más fulero.

No solo levantaron su voz las feministas, pero está empecinado con ellas. Afirma, por ejemplo, que no tienen humor. No es cierto. Las feministas tienen mucho sentido del humor, pero se ríen de chistes oportunos e inteligentes. A ver, deconstruyamos a Sendra: se dirige a las feministas parodiando el manifiesto comunista como si fueran equivalentes. No porque no haya feminismos de izquierda, sino porque los hay así mismo independientes, religiosos, ecológicos, negros y, entre otros, también de derecha. Estos últimos adquirieron notoriedad con el escándalo de la cadena conservadora Fox News -que contribuyó al triunfo de Trump- y le costó el puesto (y a los pocos meses la vida) al presidente ejecutivo, Roger Ailes, uno de los abusadores. El conglomerado Fox debió pagar millones de dólares por agresiones sexuales contra mujeres periodistas que lucharon por sus derechos. Le ganaron a ese patriarcado mediático, no obstante, sus filiaciones distan mucho de ser comunistas.

“Soy el producto de una época que respetaba a las personas, sean o no mujeres”, declara el dibujante esquivando responsabilidad personal (no fue él, fue la época). Pero he aquí que yo soy de su misma época. Nena de diez años cuando Sendra nació. Y no se me respetó como persona “sea o no mujer”. Se me maltrató por ser mujer. Primero en mi hogar, negándome el derecho a estudiar, por mi género. Luego, en un desesperante intento de violación por parte de un desconocido. Cuando llegué a mi casa aterrorizada, mi marido me acusó de haber querido seducir al agresor. Me destrozó a golpes, me agarró de la nuca y estrellaba mi cara contra los azulejos del baño. A posteriori, lo archisabido, en la comisaría te miran sobradoramente y tu propia familia te dice que te lo estabas buscando. No fui una excepción, ¿maltrato familiar?, moneda corriente. El cívico también, las mujeres no votábamos. Mis compañeros varones ganaban más que yo por la misma tarea. En los hogares lavábamos calzoncillos y cocinábamos para toda la familia gratis y sin posibilidad de jubilación como amas de casa. ¿Y usted dice que se respetaba a las personas sean o no mujeres? ¡Por favor!

El humor, como la libertad, tiene límites. Sendra cree que lo cuestionan por no ser políticamente correcto. Cualquiera puede burlarse de alguien, con ciertos límites. Pero sería inadecuado decirle una incorrección política a alguien que agoniza. Se puede no ser políticamente correcto. Pero si es contra un grupo humano que está sufriendo más de un asesinato por día se es éticamente incorrecto.

En su historieta asume que los directorios estén formados por señores. Pero no necesitan un tiempo para hablar de fútbol, mujeres o viagra. Ese derecho lo tienen ganado. Hablan cuando quieren de La Cicciolina (una sexgirl contemporánea de George Clooney, el sexboy de Sendra), no les chorrea sangre por las piernas cada veintiocho días, y no se preocupan por la comida (alguna mujer los provee).

“Vivimos en un tiempo en que la tolerancia no reina tal vez porque los reinados no son democráticos y tampoco es presidente/a/i/o/u/@ porque los presidentes a veces no saben bien para qué sirven”. Quiere ser hiriente contra el lenguaje inclusivo pero su lenguaje escrito tiene carencias sintácticas y semánticas ¡justamente en el fragmento que hostiga a otro lenguaje! Lamenta la intolerancia imperante. ¡No es para menos!, su historieta discrimina a más de la mitad de la humanidad, a las mujeres, si eso no es intolerancia... En un oxímoron, que pretende ser gracioso, pero no pasa de tendencioso, homologa reinado con democracia y asevera que los tiempos no son democráticos. Como se quedó en el pasado -inquietante teniendo en cuenta nuestro impreciso pasado- puede decir cualquier cosa, ya nos avisó que no entiende. Pero, ¿cuál es el motivo de esa digresión gubernamental en un descargo por violencia simbólica de género? Quizás considere que vivir en estos tiempos contrarios a su ideología lo excusaría de su inveterada misoginia.

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La base en la que se asienta el sistema patriarcal es el control del hombre sobre la fuerza de trabajo de la mujer. No hay humor inocente. La relación entre saber y poder también se expresa en el uso del discurso humorístico. Siempre hubo periodistas al servicio de intereses cuestionables. Pero durante el siglo XX -a la luz de los avances de la lucha de las sometidas- la astucia del dominador inventó revistas “femeninas” masivas para someterlas mejor. Esas publicaciones dirigidas (y en su mayoría redactadas) por hombres estaban al servicio de la domesticación de la mujer. No debe ser casual que -ayer como hoy- periodistas que descalifican a las mujeres por el simple hecho de serlo, sean también quienes hacen periodismo agresivo contra las políticas populares y la salud pública, mientras defienden a represores y fugadores de divisas, cuando no a asesinos. La revista Para ti, además de banalizar a la mujer y sexualizarla (como el tampón de Sendra), las relegaba a las tareas domésticas y al endiosamiento del esposo. Al mismo tiempo la publicación operaba en defensa de la dictadura cívico militar. Pero demos vuelta la página y miremos otra historieta. Tres personajes, el primero dice “¡Último momento! El 50 % del staff de los medios masivos deberá estar integrado por humoristas difusos entre un pasado que no pasa y un presente que no entienden”. El segundo agrega “Además será obligatorio que antes de cada reunión se les informe sobre actualización de sexsimbols, copa menstrual (explicarles qué es) y dietas, para reducir cinturas abultadas que atrofian la percepción del presente”. El tercer dibujito cierra así: “Estamos en todos los detalles”, aseguran los medios dominantes.