Las personas somos, por naturaleza, seres curiosos. Observamos cosas, nos planteamos preguntas, e intentamos contestarlas. Para esto, muchas veces buscamos evidencias (datos) para confirmar (o no) nuestras sospechas sobre cómo está funcionando ese problema que nos generó curiosidad. Sin embargo, existen distintos tipos de evidencias, asociados a distintos grados de confianza o credibilidad. Simplificando el espectro, hay evidencias muy débiles en un extremo, y evidencias muy fuertes en el otro.

Veamos un ejemplo basándonos en una inquietud culinaria. Muchas veces escuché que para que el puré de paltas no se ponga negro rápidamente (no se oxide) tenemos que agregarle jugo de limón. En mi familia, siempre le ponemos limón al puré de paltas; familias amigas también lo hacen y por lo tanto podríamos pensar que el método funciona. Después de todo, solo en la ciudad de Salta debe haber cientos y cientos de familias que hacen lo mismo, ¿no? Pero, ¿es correcto concluir que el jugo de limón impide que el puré se ponga negro solo porque varias familias dicen lo mismo y lo vienen usando desde hace años y años? ¿Qué habrán hecho esas familias para saber que el método funcionaba?

¿Cómo podríamos hacer para evaluar si el jugo de limón aumenta la durabilidad del puré de paltas en buen estado (o sea, sin ponerse negro)? Podríamos hacer una prueba casera sencilla; veamos:

Prueba 1. Elegimos una palta, preparamos el puré, y le agregamos limón. Luego, medimos el tiempo que pasa hasta que el puré finalmente se pone negro. Supongamos que el puré estuvo en buen estado por 120 minutos, y luego se puso negro: ¡dos horas, un montón! ¿Eso es una evidencia de que el método del limón fue efectivo? No lo sabemos, simplemente porque no sabemos si otra palta se va a comportar de manera similar.

Bueno, ya vimos que nuestra prueba no era la mejor. Es un caso de una evidencia muy débil, “floja de papeles”. Pero podemos mejorarla y hacemos una segunda prueba:

Prueba 2: Elegimos varias paltas, con cada una preparamos el puré, que colocamos en recipientes diferentes y les agregamos jugo de limón. Luego medimos el tiempo en que el puré tardó en ponerse negro en cada recipiente, y vemos que el tiempo promedio ronda los 120 minutos. ¿Eso es una evidencia de que el limón fue efectivo? No lo sabemos, simplemente porque no sabemos si ese mismo tiempo hubiese durado el puré sin limón.

Hagamos otra prueba, esperemos que un poco mejor que la anterior:

Prueba 3. Elegimos dos paltas, y con cada una preparamos el puré y lo dejamos en recipientes separados. A un recipiente le ponemos limón y al otro no. Supongamos que el recipiente con limón permaneció 120 minutos hasta ponerse negro, y que el recipiente sin limón duró 90 minutos. ¡Una diferencia de 30 minutos a favor del limón! Listo, ya puedo afirmar que el jugo de limón sirve para que el puré se mantenga en buen estado por más tiempo. ¿Estará bien esa conclusión?

Al principio nos puede parecer que sí, que es una evidencia clara y creíble a favor de la efectividad del jugo de limón. Pero, lamentablemente todavía no sabemos si lo que observamos se debió al jugo de limón. No podemos asegurarlo porque capaz que justo la palta con la que hicimos el puré que recibió el jugo de limón estaba más inmadura. Y en ese caso, la mayor duración en buen estado puede deberse simplemente a su calidad de inmadura. O también puede ser debido a ambas cosas mezcladas, al jugo y a la inmadurez. En ese último caso, estaríamos confundiendo los efectos. Pero bueno, no la compliquemos tanto aún. Supongamos que ambas paltas estaban igualmente maduras. En ese caso, si partimos con paltas igual de maduras y el puré con limón tardó 30 minutos más en ponerse negro, seguramente se debió al limón, ¿no? Y no, lamentablemente no lo podemos asegurar con esa prueba. ¿Por qué no? Porque no todas las paltas son idénticas y existe una variación intrínseca entre palta y palta, debida a muchos factores: a que son frutos de distintos árboles, a que tienen distintos tamaños, a que son de variedades diferentes, al almacenamiento, al estado fitosanitario, a los golpes recibidos, y un largo eeetttccc. Para explicar por qué todavía no podemos concluir que el limón fue el responsable del resultado encontrado, pensemos en el siguiente caso: ¿qué pasaría si hago 2 purés de paltas con igual madurez, y a ningún recipiente le agrego limón, y aún así entre un recipiente y otro (sin limón) hay una diferencia de 30 minutos? O al revés también funciona la pregunta. ¿Qué pasa si a ambos recipientes les agrego limón, y encuentro una diferencia de 30 minutos? ¿Podría pasar eso? Tranquilamente, pero si no lo medimos, no lo podemos conocer. Si eso ocurre, ¡ya no podemos afirmar que la diferencia de 30 minutos entre un recipiente con y otro sin limón sea debida al efecto del limón!, porque esa diferencia observada de 30 minutos, se puede encontrar también entre distintos recipientes sin jugo de limón (o entre distintos recipientes con jugo de limón).

¿O sea que nuestra Prueba 3 tampoco fue muy buena? No che. Nos faltaría hacer una prueba con varios recipientes más. Hagamos una cuarta prueba.

Prueba 4. Vamos a la casa de mi amiga Ana, le doy un abrazo para que se sienta mejor, y le pido 32 paltas que generosamente nos da. Hacemos 32 purés y los colocamos en recipientes separados. A la mitad de los recipientes (elegidos al azar para que no haya sesgos) les agregamos jugo de limón, y a la otra mitad no. Luego registramos el tiempo transcurrido hasta que el puré de cada recipiente se puso negro. Ahora sí, si la mayoría de los purés con jugo de limón (no necesariamente todos) tuvieron un tiempo mayor hasta ponerse negros en comparación a los recipientes sin limón, es una buena evidencia para proponer que el jugo de limón es el responsable de que el puré dure más tiempo sin ponerse negro. ¿Será correcta esa conclusión?

La respuesta es “depende”. Ese resultado encontrado es aplicable a las paltas del árbol de mi amiga (o a la verdulería donde conseguí paltas). No podemos generalizar nuestra conclusión a todas las paltas, ni siquiera a todas las paltas de Salta. ¿Por qué no? Porque probablemente, las paltas de la verdulería de mi barrio vengan de uno o de pocos árboles de palta. Y claramente pueden existir diferencias entre los frutos de distintos árboles, regiones, microclimas (sombra o sol), suelos, y muchos otros factores más. O sea, que si queremos evaluar si el jugo de limón es efectivo para alargar el tiempo en buen estado del puré más allá de la verdulería de nuestro barrio, o del árbol de mi amiga, en nuestra Prueba deberíamos incluir paltas de diferentes orígenes, tamaños, condiciones, árboles, etc, y para eso necesitamos muchas, pero muchas paltas en nuestra Prueba.

¿Y qué relación hay entre el puré de paltas, el jugo de limón y la cura para Covid-19? Es un ejercicio para entender que con algunos o muchos testimonios anecdóticos (evidencias débiles, o “flojas de papeles”) no alcanza para afirmar que una sustancia (por ejemplo el dióxido de cloro, de ahora en más llamado ClO2) sea efectiva. Es común ver o escuchar en distintos medios que ClO2 es una cura efectiva para Covid-19 (entre otras enfermedades y condiciones), y esa conclusión está basada en la existencia de miles de testimonios de casos que aseguran que la persona se curó gracias al ClO2. ¿Cómo sabemos que se curaron por esa sustancia y no por otra razón? ¿No existen miles de casos de personas recuperadas sin ClO2? Haciendo una analogía con el puré de paltas y el jugo de limón, sería similar a concluir que el jugo de limón es efectivo porque vi que en muchos purés de paltas el tiempo del puré en buen estado fue largo (similar a lo que vimos en la Prueba 2). ¿Cuáles son los cuestionamientos metodológicos que nos impiden confiar en esas afirmaciones que leemos y vemos sobre la efectividad del ClO2?

-Son observaciones anecdóticas, tomadas sin ninguna planificación previa pensada para evaluar su efectividad.

-Estamos ante la presencia de muchos efectos confundidos, porque usualmente, la persona infectada que recibe ClO2, también puede estar siendo tratada con otros métodos. ¿Cómo sabemos que una persona que tomó ClO2 no se curó por otra cosa? ¿Y si se recuperaba sin haber ingerido la sustancia?

-El caso en el que una persona se haya curado luego de tomar ClO2, es análogo a nuestra Prueba 1 de más arriba: un recipiente con puré de palta con jugo de limón. Si muchas personas tomaron ClO2 y se recuperaron, es análogo a nuestra Prueba 2 de más arriba: muchos recipientes con agregado de limón en el puré de palta (sin ningún control, o sea recipientes sin jugo de limón). No podemos asegurar que se deba al ClO2.

-Finalmente, ¿cómo sabemos que la cura luego de haber ingerido ClO2 no se debió al efecto placebo, tan conocido y presente en nuestra especie?

En resumen, para evaluar la efectividad del ClO2 (o de cualquier otra sustancia) sobre alguna dolencia en general, o sobre Covid-19 en particular, debemos planificar un buen estudio, con muchas personas, y a un grupo administrarle ClO2 (sin que sepan lo que están tomando) y a otro grupo administrarle, sin que sepan, un placebo (o sea, una solución similar en aspecto al ClO2, pero sin el compuesto que queremos ver si tiene un efecto). Esto sería hacer una prueba (o experimento) similar a nuestra Prueba 4, pero mejorada para que las conclusiones sean muy abarcativas y generalizables y para controlar el efecto placebo.

Así funciona la ciencia. Nos planteamos preguntas, diseñamos la mejor manera de responderlas, observamos, medimos, experimentamos, obtenemos evidencias fuertes, sacamos conclusiones y luego reflexionamos sobre lo aprendido para volver a plantear nuevas preguntas. Así, con experimentos similares a nuestra Prueba 4 los científicos del CONICET, del INTA, de las universidades, de laboratorios, y de muchos otros centros de investigación, ponemos a prueba la efectividad de algún factor. Así avanzamos en el conocimiento de nuestro mundo y de nosotros mismos.

Entonces, si el ClO2 es tan efectivo como dicen que es, ¿por qué no hay investigaciones que así lo demuestren y estar bastante seguros que los resultados encontrados se deban al ClO2 y no a otros factores que confundan los efectos? Como mínimo deberían existir estudios realizados en otros organismos que no fueran seres humanos. Pero no los hay. Aquí es donde los que piensan que el ClO2 es efectivo argumentan que las editoriales de las revistas científicas están compradas o presionadas por las grandes corporaciones farmacéuticas, y que por eso no hay estudios científicos que avalen su efectividad. Si ese argumento fuera válido, ¿por qué hay muchísima información publicada en diferentes revistas que van en contra de millonarios intereses de industrias farmacológicas, tabacaleras y agroquímicas? Esas investigaciones nunca fueron boicoteadas. Pero, aún permitiendo ese argumento, hay otras opciones para publicar trabajos científicos. Podemos hacerlo en repositorios en la web, como preprints sin que pasen por un proceso editorial de las revistas en las que desconfiamos. Y si no confiamos ni en las revistas científicas, ni en los repositorios de preprints, deberíamos encontrar en la web evidencia fuertes a su favor, y no solo muchos testimonios anecdóticos sobre su supuesta efectividad.

Como científicos, es muy desesperanzador y muy triste, ver que gran parte de la sociedad valora con igual importancia a la información científica basada en buenas evidencias que a una serie de testimonios anecdóticos. Es peor aún cuando se le da más credibilidad a testimonios anecdóticos o a la pseudociencia, que a las investigaciones seriamente realizadas. Entiendo que parte de ese comportamiento está basado en tener una esperanza en un tratamiento efectivo (preocupación totalmente válida), pero es preocupante cuando le sumamos el motivo del descreimiento de la ciencia y de la creencia en la pseudociencia, amparándose indefectiblemente en el argumento del poder de grupos o corporaciones multinacionales que hacen lobby para que no se conozca la supuesta efectividad del ClO2. No todo se reduce a teorías conspirativas.

La ciencia es una herramienta poderosa que venimos utilizando los humanos desde hace siglos y siglos, y es la responsable del gran avance en el conocimiento y de las tecnologías desarrolladas a partir de diferentes investigaciones. No es nuestra enemiga. No perdamos nuestra capacidad crítica para evaluar la información que nos rodea y seamos capaces de tomar decisiones basadas en evidencias fuertes, más aún cuando la salud y la vida están en juego.

1- Muchos afirmarán que sí hay evidencia de la efectividad del ClO2, y nos mostrarán una lista de 83 supuestos estudios o documentos que avalan el uso del dióxido de cloro y su consumo para curar enfermedades. Se puede ver el listado aquí: https://bit.ly/clorosferalist Sin embargo, hubo quien se tomó el trabajo de evaluar cada uno de los 83 “documentos”, y encontró que ninguno de ellos apoya la idea de que consumir ClO2 cura alguna enfermedad. Ver análisis en: https://factorelblog.com/2020/08/17/dioxido-de-cloro/

* Licenciado y Doctor en Biología. Investigador Adjunto del CONICET y docente de Estadística y Diseño Experimental y de Bioestadística Inferencial en la Facultad de Cs. Naturales de la Universidad Nacional de Salta.

** Licenciado y Doctor en Biología. Investigador en el Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta, y docente de Biología de los Cordados y Ecología de Comunidades en la Facultad de Cs. Naturales de la UNSa.