La rebelión tiene rostro de mujer en Bielorrusia. El rostro de una escritora excepcional, opositora histórica del presidente bielorruso Aleksandr Lukashenko, reelegido en las pasadas elecciones presidenciales del domingo 9 de agosto con el 80 por ciento de los votos (cargo que ocupa desde el 20 de julio de 1994). “Veo cómo se está radicalizando el pueblo. Nadie sospechó que la policía pudiera comportarse así, haciendo regulares redadas por las calles. No hay nadie que defienda al presidente Aleksandr Lukashenko. ¡Vete!, te digo. Vete antes de empujar al pueblo al abismo de la guerra civil”, declaró Svetlana Alexiévich, Premio Nobel de Literatura 2015, a la radio Svoboda (“libertad”).

En las calles de Minsk, la capital de Bielorrusia, miles de jóvenes mujeres marchan con cintas blancas en las muñecas, globos blancos en las manos o envueltas en la bandera tradicional bielorrusa, blanca con una franja roja, usada antes de la Revolución Rusa y tras la caída de la Unión Soviética. No están solas. El miedo es como una piel seca que cae a cada paso. Por primera vez desde la aparición de Bielorrusia como nación independiente en 1991, las manifestaciones contra Lukashenko se han vuelto masivas. Cientos de miles de personas, en varias ciudades del país, exigen la renuncia de Lukashenko y la repetición de las elecciones. Vesná, una organización de derechos humanos bielorrusa, informó que fueron arrestados unos 7.000 manifestantes y más de 450 personas fueron víctimas de tortura y violencia policial. El gobierno reprimió las movilizaciones más grandes de la historia de Bielorrusia; pero la ciudadanía mantiene la presión sobre el hombre que ha presidido el país durante 26 años. Más de 200 mil personas salieron a las calles sólo el domingo 23.

“En cualquier momento pueden tocar a la puerta y venir a detenerme. Necesitamos ayuda del mundo civilizado”, dijo la autora de Voces de Chernóbil, La guerra no tiene rostro de mujer, Últimos testigos, Los muchachos de zinc y El fin del ‘Homo Sovieticus’, en una entrevista con Pilar Bonet de El País de España. Alexiévich se presentó a declarar en el caso contra el Consejo de Coordinación opositor por “tentativa de usurpar el poder de forma ilegal”. La escritora bielorrusa que integra el Consejo, más como autoridad moral que como parte activa, se negó a declarar alegando su derecho a no testificar contra sí misma. “No me siento culpable, todo lo que hemos hecho es legítimo”, afirmó Alexiévich y negó que el consejo sea una suerte de gobierno paralelo que busque tomar el poder. “Nuestro objetivo es ayudar a superar la crisis política y no organizar un golpe de Estado. Es un error pensar que tras las protestas hay 60 personas”, dijo la escritora. “Cada uno de nosotros está orgulloso de su pueblo. Debemos hablar y discutir, reconocer que somos diferentes, pero buscar vías pacíficas de solución de la crisis a través del diálogo”.

Lukashenko pidió ayuda al presidente ruso Vladimir Putin para reprimir las protestas. Si al comienzo culpó a Moscú de influir en el proceso electoral para sacarlo del poder, los últimos días se mostró cercano al Kremlin y aseguró que países de Europa y la OTAN financian a la oposición para derrocarlo. Se negó a dialogar con Angela Merkel y con Emmanuel Macron. El líder bielorruso llamó a los ciudadanos que protestan “ratas” y “marionetas pagadas por Occidente”. “No sé lo que pasará el este domingo, si la gente podrá salir así a la calle, porque está en marcha una total represión –advirtió Alexiévich-. Despiden a los trabajadores, echan a la mitad de las plantillas. El país se dividió y da igual que hayan salido centenares de miles de personas a manifestarse en Minsk. También han salido en otras ciudades, pero en ellas se trata de kamikazes, porque no son tantos. Nuestra sociedad civil no tiene aún las fuerzas necesarias para lograr la democracia”.

Como los líderes opositores bielorrusos están en prisión o en el exilio, Alexiévich ve con buenos ojos que las tres candidatas que compitieron en las elecciones presidenciales –Svetlana Tikhnovskaya, María Kolesnikova y Veronika Tsepkalo- se unan para poner en marcha un movimiento de resistencia. “Estamos en la era de las mujeres y en todo el mundo hay cada vez más mujeres asumiendo roles estratégicos, ¿por qué debería ser diferente en Bielorrusia”, se preguntó la escritora en un diálogo telefónico con el diario italiano La Reppublica. De padre bielorruso y madre ucraniana, Alexiévich nació el 31 de mayo de 1948 en el oeste de Ucrania. Su familia emigró a la vecina Bielorrusia, donde ella ejerció como profesora de Historia y de lengua alemana. Pronto eligió dedicarse a su verdadera pasión: el periodismo. En 1972 se licenció en la Facultad de Periodismo de Minsk y trabajó como redactora en diversos diarios de su país. Sus libros, traducidos a 52 idiomas y publicados en 55 países, han molestado a las autoridades rusas y bielorrusas.

“Me interesa no solamente la realidad que nos rodea, sino también la que está en nuestro interior. Lo que más me interesa no es el suceso en sí, sino el suceso de los sentimientos. Digamos, el alma de los sucesos. Para mí, esos sentimientos son la realidad”. La rebelión tiene el rostro moral de Alexiévich, historiadora del alma bielorrusa que tiene un lema como cronista y narradora: “Mostrar el horror a través de la belleza es para mí como guiar al lector a través del infierno de Dante para que vea la vida en toda su complejidad”.