Domingo Cavallo sugirió una serie de modificaciones en el régimen cambiario. El creador y destructor de la convertibilidad propone que el mercado oficial se limite a las “transacciones comerciales con bienes” y que el resto de las operaciones “financieras y de servicios, incluidas las compras y ventas de dólares para atesoramiento y turismo, se lleven a cabo legalmente y sin ninguna restricción en un mercado cambiario libre”. 

La recomendación no deja de tener sus razones, ya que de esa manera se simplifica la administración del control de cambios que queda reducido a las operaciones comerciales. Es más, el mercado oficial se podría reducir a sólo una serie de productos de exportación (10 rubros concentran el 80-90 por ciento del ingreso de las divisas comerciales) y una serie de importaciones de insumos y maquinarias de sectores que se buscan promocionar.

La propuesta de dejar “libre” el mercado del dólar financiero donde se realizan el resto de las transacciones puede traer una grave incertidumbre económica

El mercado de cambio, como todo mercado financiero, tiende a ser inestable, amplificando subas de la mano de corridas con escaso fundamento. La fracasada experiencia de dólar libre impuesta por el FMI a la administración Macri debe ser una enseñanza al respecto. 

Más prudente que dejar el dólar financiero a la buena del dios mercado es que el Banco Central intervenga orientando su cotización a partir de un objetivo de brecha cambiaria. El dólar MEP-Contado con liqui puede ir absorbiendo las operaciones que se limiten en el oficial, convirtiéndose en el mercado donde se establece el dólar financiero.

El Banco Central puede influir en su cotización comprando y vendiendo bonos para mantener a raya la brecha cambiaria. Luego, si se alinea el Impuesto País con la brecha se eliminan los incentivos a comprar dólar ahorro que liman las reservas y se facilita el desarme de ciertas regulaciones (parking a la venta) que reducen la oferta de divisas.

Por otro lado, la imposición de una serie de restricciones a operaciones en el dólar Mep-Contado con liqui las termina empujando al mercado paralelo ilegal donde se fija el blue. Paradójicamente, la “mano dura” cambiaria que inspira dichas regulaciones termina haciendo realidad la propuesta de Cavallo, ya que genera un mercado de dólar paralelo “libre” de toda intervención. Los ya mencionados riesgos de inestabilidad de un mercado de cambios “libre” se amplifican en el blue, dado su escaso tamaño y la opacidad de las operaciones que permite su ilegalidad. La experiencia venezolana de mala praxis cambiaria es el peor ejemplo de adónde se puede llegar por ese camino.

Por último, el Banco Central viene devaluando el dólar oficial a un mayor ritmo que la suba de los precios poniendo en riesgo la la oportunidad de estabilizar las tasas de inflación logradas durante la cuarentena. A su vez, la devaluación por encima de la tasa de interés genera incentivos a stockear exportaciones y adelantar los pagos de importaciones mermando el ingreso de divisas por el mercado oficial.

@AndresAsiain