La divergencia entre lo que ocurre con la actividad productiva y el mundo de las finanzas es uno de los puntos que genera mayor debate en la discusión económica internacional.

En los últimos meses países desarrollados, como Estados Unidos y las potencias europeas, registraron las peores caídas del PIB desde la Segunda Guerra Mundial. En las bolsas de valores, lejos de acompañar este derrumbe, se anotaron subas sorprendentes.

El mercado bursátil estadounidense fue uno de los más rentables para los inversores globales: las bolsas se ubicaron en niveles record de cotización.

Las acciones que lideraron la tendencia fueron las tecnológicas.

La plataforma de comercio electrónico Amazon, el gigante de los dispositivos de comunicación inteligentes Apple, el multifacético Google, la red social Facebook y el fabricante de autos autónomos Tesla fueron algunas de las empresas que en 2020 concentraron una ola de compras y duplicaron en algunos casos su valor de mercado en pocos meses.

Estas compañías de tecnología comenzaron septiembre marcando nuevos picos de precio pero cada vez más analistas ponen en duda la posibilidad de sostener la dinámica.

Las fuertes caídas anotadas desde el jueves ofrecen algunos argumentos.

En dos días las pérdidas para empresas como Amazon se ubicaron en torno del 10 por ciento. Puesto en otros números: entre el jueves y el viernes la empresa de comercio electrónico perdió el equivalente a la mitad del PIB argentino.

El interrogante entre los operadores del mercado es el siguiente: ¿se trata de una simple toma de ganancias (los fondos suelen realizar inversores vendiendo acciones cuando se registran retornos importantes)? o ¿es un punto de quiebre en el optimismo financiero?

La segunda interpretación tiene implícita una perspectiva poco alentadora para las economías del mundo desarrollado.

Implica que antes o después el precio de las acciones (es decir de los activos financieros) terminará ajustando para reflejar la expectativa de estancamiento de consumo y de la producción en los países del Primer Mundo.

Las investigaciones sobre la falta de crecimiento a nivel mundial para los próximos años empiezan a multiplicarse. Un estudio reciente de investigadores de la Universidad de Columbia y de la Reserva Federal de Sant Louis advirtieron que la crisis sanitaria podría generar una recesión que se prolongue en el tiempo durante años.

El documento plantea algo intuitivo:  "El virus eventualmente pasará. Se desarrollarán vacunas y los trabajadores regresarán al trabajo. Pero un evento de esta magnitud puede generar efectos duraderos en la naturaleza de la actividad económica. Las empresas tomarán decisiones para su futuro teniendo en cuenta el riesgo de otra pandemia", aseguró.

El derrumbe posible en el precio de las acciones, que incluye al de firmas tecnológicas, no es sin embargo una lectura compartida por todos los economistas. El premio Nobel en Economía Michael Spence plantea que no es necesariamente cierto que los mercados financieros tengan sus vínculos rotos con lo que ocurre en la economía real.

"Las valoraciones de mercado se basan cada vez más en activos intangibles como el control de los datos. Permiten una creación de valor y monetización propia", menciona.

Desde esta perspectiva las firmas de tecnología tendrían espacio para seguir mejorando sus rendimientos y sus precios en la bolsa. El correr del tiempo se encargará de calificar cuál es el enfoque más adecuada.