Nada de lo planeado por Adrián Suar para este año se dio como lo esperaba. Al igual que a millones, la pandemia le dio vuelta todos los planes. En su caso, el derrotero comenzó con la suspensión del estreno de la película Corazón loco, que estaba previsto para el 19 de marzo, el mismo día en que el gobierno nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Casi al mismo tiempo, la imposibilidad de grabar llevó a Polka, su productora, a suspender definitivamente la ficción Separadas y a caer en una crisis que afectó el salario y el trabajo de sus 290 trabajadores y los llevó a un estado de incertidumbre que aún hoy persiste. La productora más prolífica y longeva de la industria argentina hoy se dirime entre “achicar o cerrar”. En ese contexto, Suar -junto a Patagonik- cambió de planes y decidió que Corazón loco, la película que el productor protagoniza junto a Soledad Villamil y Gabriela Toscano, se estrene directamente en Netflix, que la sumará a su catálogo desde el 9 de septiembre.

Reincidente cada dos años en la pantalla grande, Suar vuelve a trabajar en Corazón loco con Marcos Carnevale, que ya lo había dirigido en El fútbol o yo. En este caso, la película cuenta en tono de comedia la doble vida de Fernando Ferro (Suar), un traumatólogo que formó dos familias con las que convive cotidianamente: de lunes a jueves, comparte casa en Mar del Plata con Paula (Toscano), mientras que de viernes a domingo lo hace en la Ciudad de Buenos Aires con Vera (Villamil). Tiene dos autos, dos trabajos, dos casas, hijos y perros. Si bien Fernando no tiene el perfil de mujeriego, y dice amarlas a las dos y no poder tomar una decisión, lo cierto es que ninguna de sus dos mujeres sabe de ese engaño oculto y mecanizado. Hasta que un día lo descubren y ambas deciden hacérselo saber.

“La película está contada en tono de comedia, para después transformarse en un thriller 'acomediado'. Me gustaba el desafío de tener una película con esta temática. La bigamia no la inventé yo. Es una temática que la industria del cine la contó mil veces. Y el bígamo es algo que existe. En algunos países está permitido, no es el caso de Argentina y tampoco en esta historia. Pero hay bígamos en la sociedad, y creímos que era un tema divertido para la comedia”, le cuenta Suar a Página/12, en una entrevista que tuvo una primera parte allá por marzo y otra segunda la semana pasada. La libertad artística, la revolución femenina, los cambios en la TV y, por supuesto, la delicada situación de Polka, son algunos de los temas que -con cinco meses de distancia- fueron abordados en los encuentros.

-¿Por qué contar en una película una historia sobre un bígamo en medio de la revolución femenina? ¿Lo analizaste?

-Todo eso entra en conflicto con mi propia ética. ¿Tiene que intervenir en la ficción un factor externo que me pone en jaque y me pone careta? ¿Tengo que hacer lo políticamente correcto? No es que estoy contando la historia de un golpeador, que también se podría contar, ojo eh. No limitaría ninguna expresión artística.

-El tema no es qué contás si no desde qué punto de vista lo hacés.

-Obviamente, resultaría muy raro tomar la posición de un tipo que maltrata y golpea a las mujeres y mostrarlo como un héroe nacional. Podrías contarlo haciendo una crítica a la sociedad, que pondera a esos tipos que siguen estando entre nosotros. Todo se puede contar. Estoy absolutamente en contra de estigmatizar a la expresión artística. Dicho esto, decidimos contar la historia de este bígamo porque tiene situaciones que funcionaban para la comedia. No estamos ponderando la bigamia. Las personas que sufrieron la bigamia la han sufrido y la han pasado mal. Les pido mil disculpas de antemano. Corazón loco es una comedia. El cambio en el guión de cuando la pensamos hace siete años, y luego cuando la retomamos hace dos, es que nos dimos cuenta de que las mujeres tenían que tomar las riendas de la historia.

-¿Pero, entonces, el factor externo incide a la hora de pensar la película?

-Incide en función de la película. No es que íbamos a contar la vida de un pícaro. Siempre estuvo en el corazón de la trama un hombre que ama a las dos, con un corazón enorme. Lo que cambiamos fue adelantar el segundo acto, cuando ellas se enteran de esa doble vida y a partir de ahí se empoderan y se vengan. Nos gustó porque nos daba película. Pero esos cambios obedecían a qué funcionaba en la película, no a lo políticamente correcto. No me gusta eso. Me entristezco mucho.

-¿Por qué?

-Porque dentro del universo masculino soy de la media, normal. No soy un loco ni soy un maltratador. Soy un hombre masculino, formado como soy, con todo lo bueno y lo malo. Pero estoy del lado de los que pueden circular tranquilamente. Entonces, no me voy a censurar. Estoy a favor del movimiento.

-¿Te sentís formado dentro de una cultura machista que hoy debe deconstruirse?

-Debo reconocer que nunca fui de la tribu de los varones hiper masculinos. Nunca tuve ese grupo de amigos que te avergüenzan por lo que hacen o porque siguen haciendo chistes homofóbicos o maltratando a las mujeres. No. Debo tener muchas cosas, por mi identidad y porque tengo una cultura de la amistad masculina, más que de la amistad femenina. Cuando estamos juntos los varones tenemos un sentir que es diferente a cuando hay alguna mujer, pero eso es de mi identidad. De la misma manera, cuando las mujeres se juntan tienen su propia identidad y lenguaje. Soy un hombre medio argentino. Ahora, me encantan todo lo que avanzan, los derechos que alcanzan,  lo que sucedió con el “Ni una menos”, que es una tragedia, porque nos escandalizamos por algunas enfermedades y no porque hay hombres que matan a 23 mujeres por día en el país. Eso debería ser un tema de Estado. Los asesinatos de género son una barbarie. Lo que pasa en México o en España... es una locura. Estoy muy contento con el movimiento, con lo que pasa. Estoy muy feliz porque he conocido hombres maltratadores en el ámbito laboral. Me encanta que los maltratadores tengan miedo. Soy un tipo que maneja gente, pero podés preguntar si en mis 25 años alguna vez alguien denunció algún tipo de maltrato de parte mía.

-Eso ha cambiado en el mundo audiovisual, ¿no? Porque son muchas las historias de maltrato en el pasado.

-Había un maltrato, un acoso extendido en los 60, 70 y en los 80. En los 80 yo me acuerdo lo que era la tele... Uno de los motivos por los que me puse a producir, además del hambre y las ganas, fue para cambiar eso. Polka se caracteriza por el buen trato a los actores. Y no es que no discuta. Me peleo. Si se discute, no me da miedo. Pero siempre el buen trato, porque yo viví -lo agarré el final- el maltrato de la tele en los 80. El miedo que te daba el director o el productor en esa época. El productor que te ninguneaba, que te decía que eras “una mierda”, que eras “horrible”. Eso no pasa más desde hace años. He discutido y alguien le habrá pasado mal, obvio. Pero la cabeza puesta en el buen trato de actores y técnicos se mantiene. Ese es mi ADN. Pero seguramente en Underground debe pasar lo mismo, en Telefé también. El maltrato en la TV mermó mucho. Ha cambiado. Por suerte. Y todavía queda mucho por cambiar. Como también le tengo miedo a la “mancha venenosa”, como le pasó a Pablo Rago. El fascismo no. Todos tenemos que cuidar mucho el movimiento. Porque es un problema de la humanidad, tanto de hombres como de mujeres. El movimiento de mujeres es extraordinario porque lo del “se va a caer, se va a caer...” es una verdad que es así.

-Tu hija Margarita, ¿qué edad tiene?

-Margarita tiene siete años y canta la canción. Cuando la escucho Margarita cantar “se va a caer, se va a caer...” me da alegría.

Polka: el fin de una época

-¿En qué situación se encuentra actualmente Polka?

-Hoy la productora está cerrada. No sabemos cuándo vamos a abrir. Con un futuro incierto. Hay varias hipótesis, desde cerrar a reestructurar. Quiero reestructurarme. Si no, no seguiré porque la situación es difícil. Me revolcó mucho el parate, más las posibilidades, más el negocio que cambió. Igual, yo lo iba a hacer este año, ya estaba en mi plan de negocios. Lo tenía que haber hecho hace cuatro años. No lo pude hacer por la simetrización, es un quilombo para Polka eso. Yo ya sabía que costos fijos e ingresos variables era complejo. Hace años Polka tenía dos tiras al mismo tiempo, después pasó a tener una de 220 capítulos y después a una de 140. Y el resto había que salir a buscar con pequeñas cosas. Cuando no está eso... Una cosa es lo fijo de El Trece, el compromiso de comprar tantas horas, cuando eso se va apagando porque la tira de enero a enero no va más, mantener esos costos fijos es un quilombo. Te tenés que reconvertir o te fundís.

-Hoy, a meses de haberlo anunciado, ¿Polka está más cerca de cerrar que de reestructurarse?

-Estoy en la mitad del proceso. Lo voy a tener más claro en noviembre/diciembre.

-En ese momento van a tomar una decisión.

-Sí, en noviembre/diciembre vamos a tomar la decisión.

-¿Y esa decisión de qué depende?

-De lo que pueda hacer con los retiros voluntarios, de encontrar un esquema que alivie a la productora. Más allá de lo que dicen, de que “los accionistas pongan la plata”... Que es una posibilidad pero no puede ser in eternum... Pensarlo en esos términos es muy adolescente.

-¿No sentís que el Grupo Clarín, que es el accionista mayoritario de Polka con el 55 por ciento de las acciones, no hizo todo el esfuerzo que debería haber hecho? El aislamiento empezó en marzo y en ese mismo instante comenzaron los problemas de sueldos en la productora.

-No, lo que pasa es que al cortarse la cadena de pagos, porque al no poder grabar Polka no entregó capítulos, se complicó. El canal ya me había adelantado (el dinero de) 35/40 capítulos. Me lo adelantó y yo no los grabé. Tengo una deuda de Polka hacia el canal. Pero siempre hay un adelanto de 30 capítulos. Lo que pasa es que los tenés que entregar. Al no grabar más y no entregarlos, es un lío. Hubo un par de situaciones pero se fueron solucionando. En realidad hubo 25 días de quilombo, de zozobra, pero a partir del 20 abril, se empezó a pagar. Se pagó abril y mayo, y estoy pagando 75 % del sueldo. Hubo mucho lío, es cierto, pero la foto real es que estoy pagando el 75%.

-¿Y con las protagonistas de Separadas? Había dos casos que no habían arreglado.

-Eso es otra cosa. La voluntad de pago de Polka con los actores siempre estuvo. Y al final esos dos casos arreglaron. Arregló todo el elenco. No le debo a ningún autor ni actor absolutamente nada.

-Polka tenía 290 trabajadores entre planta fija y contratados. ¿Con qué estructura pensás trabajar?

-Mi cliente mayoritario es El Trece, con el que tengo contrato fijo y ya no me da las 200 horas porque el mercado no da. Entonces, se achica. El resto lo tengo que salir a buscar. Puedo tener Netflix, puedo tener Amazon, pero eso es variable. Polka tiene trabajo, es una productora muy sana. Pero quiero ver qué cosas tengo, por lo menos a largo plazo, porque los compromisos hoy están todos en stand by. No sé cuándo se vuelve a grabar. Quiero ver en función de eso con cuánta gente me puedo quedar para tener una productora que pueda asumir los riesgos y los compromisos de pagar x cantidad de sueldos.

-¿Pero la proyección es disminuir a la mitad la estructura actual de la productora?

-Sí. Y un poco menos.

-¿Una reducción cercana al 70 por ciento?

-Sí, para tener una productora sana... No sé. Es difícil. Ninguna productora en Argentina tiene la cantidad de gente que tiene Polka. Aún con la mitad del personal actual, Polka sería la productora con mayor cantidad de empleados. Cambió todo el modelo de negocio. La productora que armé en el ‘95, con una TV que tenía una torta publicitaria de 400 millones de dólares y que hoy es de 100... Si no se entiende que la televisión cayó y yo me quedé con la misma estructura... Lamentablemente. Me hubiese encantado morirme con toda esa estructura y que la productora la siguieran mis hijos, si quisieran.

-¿Y cuál es la autocrítica que hacés?

-Me equivoqué en no haberlo hecho antes. Lo que pasa que antes necesitaba una cantidad de plata para indemnizar. No sale 100 mil dólares indemnizar a tanta gente. Seguís huyendo para adelante y lo mantenés con laburo. Y a todo esto, sumale que yo no lo quería hacer. Polka es una productora que no es ni extremadamente grande y ni muy chica, lo que permite que haya un un vínculo de mucha pertenencia. No está en mi vocabulario la expresión de “sacar gente”. Es la primera en mi vida que yo digo “basta”. Me encontré con una realidad durísima. Lo íbamos a hacer, iba a haber un aporte de capital... Pero la pandemia me cortó la cadena del pago y me duplicó el quilombo. Es como que se te apaguen los dos motores en pleno vuelo.

-¿Entendés el enojo y la bronca de los empleados ante esta incertidumbre?

-Sí, ¿como no los voy a entender? Por supuesto. Entiendo y me entiendo, porque la razón no es una lógica de un solo lado. Lo entiendo pero lo tengo que hacer, porque no me queda otra. Va a ser peor para todos. No es por obra y gracia de mi deseo. Si fuera por mi, me quedaría hasta el final de mis días en Polka. Pero si los baches los tengo que seguir alimentando con esa idea de “cómo ganaste mucha plata, ponela”... Es una lógica de barrio. La vida real no tiene esa lógica.

-Pero lo que se dice es que como en los años anteriores tuvo rentabilidad, y ahora está en crisis, es hora de que los socios inyecten capital. Como una suerte de responsabilidad empresarial.

-Perfecto. Por eso estamos pagando 75 %. Por supuesto que la tengo y yo creo en esa responsabilidad empresarial. A morir. Toda la vida creí en eso y tengo esa ideología y la defiendo. Con un límite: porque tengo mi responsabilidad empresarial, sé que si sigo así en los próximos 24 meses me voy a la quiebra. O hago algo o me voy a la quiebra. Y eso es responsabilidad empresarial, como pagar los sueldos como se está pagando ahora en época de pandemia. Había que pagar. No tengo dudas. Yo me voy anticipando hacia dónde voy. Ahora hay que pagar los sueldos porque la gente está en situación muy difícil. También hay otra cosa que es una falacia y una chicaneada, así como no soy vende humo ni demagogo: en Polka gané, perdí, empaté, gané, perdí... Esa es la historia de Polka.

-¿Hoy una productora con la estructura de Polka no puede seguir trabajando en un mercado como el argentino?

-No, con esta estructura de costos fijos altos e ingresos variables te fundís. Invito a cualquiera a tener esa estructura y nos encontramos dentro de tres años a ver a qué conclusión llegamos.

-¿Te vas hacer cargo de la responsabilidad que te cabe como empresario?

-Obvio. Lo que más me importa es poder mirar a los ojos el día de mañana a todos aquellos que están atravesando un mal momento. Voy a tener la responsabilidad hasta el último minuto de mi vida en Polka. No me voy a escapar. No me voy a encontrar a ninguno que me diga “te fuiste corriendo, no me pagaste”. Es una frustración. Me hubiera gustado tener a Polka toda la vida con 290 personas.

La política: "Hay que repensar el mundo, el capitalismo fracasó"

“Yo no voto porque soy ciudadano estadounidense pero en el 2015 quería que ganara Mauricio (Macri)”, afirma Suar, con la misma naturalidad con la que analiza cualquier tema. El actor, productor y director artístico de El Trece no esquivó hablar sobre la política argentina y la realidad actual cuando se hizo la entrevista en marzo pasado.

-¿Cómo ves al gobierno de Alberto Fernández?

-Lo veo bien. Después de cuatro años de Mauricio, al que no le fue bien, no pudo, esa es la verdad, lo único que quiero es que le vaya bien a Alberto Fernández. Porque quiero que le vaya bien a mi país. Incluso, queriendo que le fuera bien a Mauricio, nunca fui fanático. Siento que el artista debe ser crítico. El gran problema que tenemos en Argentina es que la ideología le gana al sentido común, la ideología tiene más fuerza que el sentido común. Es un problemón. Si Macri hizo mal las cosas, hizo mal las cosas. No le fue bien. Y hay que decirlo. Hay cosas de Cristina (Fernández) que no me gustaban y había que decirlo. A Alberto le deseo lo mejor.

-¿Pero más allá del deseo cómo ves los primeros meses?

-Es muy difícil decir porque van recién pocos meses, la situación es compleja y va a seguir siendo compleja. Recién al año de gobierno vamos a tener la medida del gobierno. Espero que no tenga conflictos internos. Que pueda gestionar él. Cuando hay conflicto interno, dos sillones...no sé, esa es mi fantasía ...ojalá no sea. Le deseo lo mejor, que le vaya bien, que pueda sacar a la Argentina, que pueda volver la inversión. Hay muchos que la está pasando mal, hay que ayudarlos, y al mismo tiempo hay que pensar en un país que pueda volver a reactivarse con políticas de sentido común, que ayuden a los que menos tienen, al que invierte. Es difícil pero es lo que deseo.

-¿Qué es lo que más te preocupa hoy en día?

-La desigualdad que hay en el mundo. Va a ser muy difícil vivir. No estoy pidiendo políticas como las de (Hugo) Chávez, las “de exprópiese”, esas locuras como Venezuela, pero hay que repensar el mundo. El capitalismo fracasó.

-¿Sí?

-Para mí, sí. No lo digo de careta. A mí me ha ido bien y trabajé. Pero siento que el capitalismo se tiene que pensar de nuevo. No digo la estupidez de que “todos somos iguales”, porque no todos somos iguales, no pienso así, no. El capitalismo tiene que hacer algo con la humanidad. No puede haber gente que tenga tanto, ¿para qué mierda quieren más? y otros nada... Eso no puede pasar. Ayudemos a otro ser humano. Está mal porque no podés vivir así. Cuando tenés un poco de sensibilidad y ves que el otro la está pasando mal, da mucha bronca. El mundo está así. Después los que gobiernan, sean del kirchnerismo o del macrismo, les hablan a los que menos tienen y se dan vuelta y hacen negocios y el que menos tiene sigue estando mal. No se va a poder vivir. El miedo que tengo para los próximos 20 años es que no se pueda vivir.

-¿En qué sentido?

-La gente en algún momento no va aguantar más. Lo que pasó en Chile es una consecuencia de las malas políticas. La sociedad tiene que ver a quién le da el voto. Vas a un médico y querés que te atienda un médico. No necesitas un médico que sea carismático. ¡A mí qué carajo me importa que sea carismático el médico! Ese es otro problema que tiene la humanidad. Somos muy pelotudos. Nos gusta porque es simpático... ¿qué mierda tiene que ver? Y con Cristina decíamos que “tiene buena oratoria...” ¿qué mierda tiene que ver la oratoria con la gestión? Nada. Para hacer política es necesaria la oratoria, por supuesto. Pero para hacer política... Prefiero a alguien que tenga gestión. Prefiero a un tipo al que no lo entiendo cuando habla, al tímido, pero que tenga gestión.

El conflicto con el gremio de actores

En los últimos años, la Asociación Argentina de Actores (AAA) y Suar se cruzaron públicamente en distintas ocasiones, marcando el tono de un vínculo siempre en tensión. El actor y productor sostiene que él no tiene nada contra la entidad gremial. “Yo con los actores y con la AAA tengo un vínculo muy estrecho: recuerdo más mi número de carnet de actor, 8780, que el de documento. Pero me da la sensación que la dirigencia de Actores a Polka mucho no la quiere”, afirma. “Entiendo que la AAA defiende los derechos de los actores, a veces puedo estar de acuerdo, otras no, pero eso es lógico”, aclara. La cuestión, según Suar, es que la AAA tiene un problema con Polka. “Son los hechos: siempre hablan mal de Polka. No los he escuchado nunca hablar bien. Y en los últimos 25 años, Actores hizo muchas cosas por los artistas, pero también me subo a esa carrera porque en ese período también hice cosas. No porque me deban nada, eh. Es el cariño y el respeto que tuve siempre como productor, cumpliendo con todas mis obligaciones con los actores. ¡He hecho más de 77 ficciones! Estoy más en el haber que en el debe”, subraya el productor y actor.

Ningún complejo de comediante

-En Corazón loco vuelve a trabajar la comedia. ¿No te interesa explorar otros géneros?

-No. Lo voy a a hacer cuando sienta que me da el piné. Después, cuando encuentre un libro que me interese. Yo no tengo el complejo de comediante. Estoy orgulloso de hacer reír. No a todos. Sé que a un porcentaje de espectadores  le encanta cómo hago comedia y a otro no le debe gustar. Pero no tengo rollo. Los que me paran y me dicen que vieron la película y se cagaron de risa, me hacen feliz. En la comedia tengo algo que me sale bien y no lo hago de taquito. Me gusta, lo hago mejor o peor, pero siento que me puedo pelear mano a mano con cualquier comediante. No tengo rollo. me encanta ser comediante. No siento que me tenga que legitimar haciendo un drama. Eso lo dicen los boludos. Ese es un complejo de comediante. Y para mí la raza mayor es la del comediante. En la actuación, el comediante le gana al actor dramático.

-¿Sentís que hacer reír es más complejo que hacer drama?

-No sé si más complejo. El comediante debe tener tener una chispa propia. En el drama, el director te guía, te pone una música, te pide que repitas, que bajes la cabeza y esa escena se puede hacer. El tono de entrar en la escena o en el remate del comediante no te lo puede decir un director. Esa es una carta única del comediante. Cuando te sale. Está el caso del que se quiere hacer el gracioso y queda como un nabo. Pero también necesita un buen libro. El comediante sin un libro queda pedaleando en el aire.