El departamento ubicado sobre la calle Montevideo, a pocos metros de Libertador, donde Emilio Monzó cerró en 2015 los acuerdos con Ernesto Sanz y Elisa Carrió, que terminaron por depositar a Mauricio Macri en la Casa Rosada, está en venta. En apenas un par de meses, de aquella alianza electoral no quedarán ni las paredes, por lo menos en la vida de Monzó.

Cinco años después, en ese departamento, y en el mismo living donde recibía a Macri, Monzó asegura que “Cambiemos no estaba preparado para gobernar”, pero sostiene que pese a haber sido espiado por la AFI que conducía Gustavo Arribas y de la tensión con la que convivió con un sector del gobierno no se arrepiente de la experiencia.

De cara a lo que viene, el expresidente de la Cámara de Diputados apunta que el tiempo de las candidaturas de personajes frívolos surgidos de sectores lejanos a la política, como Macri, está terminado y que es el tiempo de los actores moderados formados en democracia.

--¿Después de tantos meses de silencio lo primero que hay que saber es si sigue dentro de Cambiemos?

--Después de tantos meses y tantas cosas, hoy estoy pensando y dialogando con actores políticos. Cambiemos fue un esquema electoral de 2015, después se armó otro esquema electoral de Juntos por el Cambio, pero creo que todos los esquemas electorales que se han armado en los últimos diez años duran sólo dos años. Como no tienen consistencia ni ideológica ni ninguna identidad, sino que tienen un objetivo electoral la fecha de vencimiento la tienen cuando ocurre la elección. Estoy dialogando, con Horacio Rodríguez Larreta, Rogelio Frigerio, Nicolás Massot y Sebastián De Lucca.

--Dentro de ese esquema de trabajo en el que también están Larreta, Vidal y Lousteau cómo creen que se tiene que llevar adelante la disputa con el Gobierno?

--Lo primero que hay que hacer es salir de la permanente reivindicación del pasado y empezar a hablar del futuro. Nuestra mayor responsabilidad es armar una dirigencia con volumen político donde la moderación sea el factor común y que esté integrada por Martín Lousteau, Rogelio Frigerio, María Eugenia Vidal y Cristián Ritondo, entre otros. Si logramos formar esa mesa y que esa mesa conduzca la alternativa política creo que es un paso muy importante para nuestro país. Son todos dirigentes producto de la democracia, producto de la tolerancia y el diálogo. Si Cambiemos o Juntos por el Cambio pasa a ser una posición reivindicadora del pasado yo siento que no voy a ser parte. A diferencia de 2015, estos dirigentes – y por eso hay que animarse – tienen conocimiento en la opinión publica. En 2015 los dos partidos más grandes tuvieron que postular a dos candidatos producto de la frivolidad, que no venían de la política, como son Daniel Scioli y Mauricio Macri. A diferencia de esa situación creo que ahora podemos entre diez dirigentes políticos generar un volumen sin tener que acudir a personalidades públicas cuyo conocimiento tiene que ver con otros motivos. Creo que ahora hay cuadros políticos que pueden generar el volumen para tener una expectativa electoral que los lleve al triunfo. Esa mesa es la que hay que parir en los próximos meses tanto para el 2021 como para el 2023. Creo que eso va a ser sano tanto para el oficialismo como para la oposición y para el país. Si el oficialismo tiene enfrente a dirigentes con este volumen y con esta posición seguramente negociar cuestiones de Estado será más fácil. Negociar a mediano y largo plazo va a ser mejor con una dirigencia de centro que con una dirigencia de extremo.

--Esa mesa política convive dentro de un espacio que tensionan Carrió, Bullrich y Macri ¿Cómo se resuelve eso?

--Alberto Fernández también convive con gente que extrema las posiciones del otro lado. Se resuelve poniendo lo que hay que poner. La solución tiene que ver con alguna crisis y con alguna rotura. Yo tomo la expresión de (Joseph) Schumpeter, destrucción creativa. Hay que destruir lo construido que está parido con la génesis equivocada y parir algo nuevo con una conducción distinta. Lo mismo apuesto a que haga Alberto, que transite hacia el centro y junte ese volumen político que no lo extreme.

--Usted tiene diálogo tanto con Larreta como con Alberto Fernández y los conoce hace mucho tiempo. ¿Cree que van a tomar ese camino?

--Los dos sienten que la moderación es el camino. De ahí a que lo puedan hacer y como lo hacen ya hay una distancia.

--¿Cuánto tienen que ver las figuras de Cristina Fernández y de Macri?

--Mucho, porque son posiciones mucho más fuertes y extremas. Eso es lo que tienen que resolver ambos. Los dos tienen que generar volumen para transitar hacia el centro. El gabinete de Alberto (Fernández) es un gabinete de moderados. Wado de Pedro, Mario Meoni, Gabriel Katopodis, son figuras que conozco de toda la vida y son moderados. Del otro lado tenés a Ritondo, Vidal y Rogelio Frigerio. Cuando vos ves eso decís: ¿cómo mierda no nos podemos poner de acuerdo? Cómo puede ser que no nos podamos sentar en una mesa y comenzar a dialogar en el corto plazo, cómo no nos podemos poner de acuerdo de acá a diciembre. Son dirigentes que se conocen entre ellos desde hace 20 años. No entiendo cómo no se produce el encuentro, pero hablo del encuentro de la confianza, no para los medios.

--¿Puede ser el miedo a que lo moderado fracase a la hora de ir a las urnas?

--Hay algo que los moviliza, quizá la inmediatez de los medios. En especial las redes hacen un gran daño en esto. Como en otros ámbitos generan cosas muy interesantes, en la política las redes sociales ocasionan un ritmo y un vértigo que no permite la pausa ni el entendimiento. El mundo de las redes es vertiginoso. Cuando vos jugás para el Twitter, estás jugando para la tribuna. Hoy nos estamos manejando por el Twitter y no por la comunicación personal. La política de Twitter no nos va a sacar adelante.

--Tiene una posición muy contraria a la comunicación y al uso de las redes sociales a la que tenía el Gobierno de Macri. ¿Se arrepiente de haber formado parte de esa gestión?

--No me arrepiento, se dan los hechos y las circunstancias y a uno le toca vivirlas. Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Tuve una experiencia nueva como presidente de la Cámara de Diputados, una experiencia de Gobierno rica e interesante. Sufrí mucho la tensión con diferencias de fondo que tuve con el Gobierno en ese momento. No me arrepiento de haber vivido todo ese proceso.

--¿Pese a que lo espiaban?

--Eso ya está. Me espiaban. El que se tiene que arrepentir es el que me mandaba espiar. Me generó un impacto negativo, en mi familia especialmente, es una sorpresa cuando te enterás de lo que estaba sucediendo. Pero eso no quita todo el resto de lo vivido. Ahora si me preguntas si lo repetiría, te digo no. Ahora hay que armar una alternativa de gobierno, no una oposición de gobierno. Entre el 2011 y el 2015 el país reclamó una oposición al kirchnerismo, se armó con lo que se pudo y se ganó, pero no se estaba preparado para gobernar. Ahora, del 2019 al 2023 hay que armar una alternativa de gobierno. Hoy sobran figuras para hacerlo. En 2015, toda la sociedad pedía que todo el mundo se junte para ganarle al kirchnerismo, hoy creo que también, yo no estoy con esa posición. Muchos dicen hoy, otra vez, tienen que unirse, pero el tema es unirse para qué. Unirse para ganar y nada más, no. Nos tenemos que unir y prepararnos para hacer algo mejor de lo que se está haciendo hoy. Unirnos sólo para ganar, es repetir el error de 2015. En esta etapa no estoy para armar un esquema electoral que triunfe frente al kirchnerismo, sino un esquema que triunfe y que esté preparado para gobernar.

--¿Y cuáles son los límites de ese esquema? Usted nombró a los que tienen que estar pero ¿quiénes son los que no pueden participar? ¿Volvería a compartir espacio con Elisa Carrió, Marcos Peña y Mauricio Macri?

--No pasa por trabajar con ellos. Yo volvería a hacer esto con Juan Manuel Urtubey, con Larreta, Frigerio, Vidal, Ritondo, Santilli y Lousteau. Yo trabajaría con ellos, el proceso lo haría con ellos.  

Coparticipación

-- ¿Le sorprendió la decisión del Presidente respecto de los recursos que le había dado Macri a la Ciudad?

-- Creo que la coparticipación tendría que ser el puntapié inicial de un gran acuerdo, el Pacto de la Moncloa Argentino. La Argentina está en deuda con eso desde hace mucho tiempo. La verdad que me sorprendió la forma en que se implementó, este uno por ciento a favor de la provincia de Buenos Aires en desmedro de los recursos de la Ciudad no tiene nada que ver con pensar a mediano y largo plazo. Eso tiene que ver con un cortoplacismo que beneficia a un territorio en desmedro de otro. Eso tendría que haberse logrado en base al acuerdo de los dos actores políticos principales que tiene esta situación grave. Alberto y Larreta, son dos actores que nos dieron un ejemplo de convivencia política frente a la pandemia. Lo del jueves no me gustó desde el punto de vista de las formas porque seguramente afectará la relación, aunque espero que no, de actores que a toda la Argentina nos tenían con la ilusión de que se podía pensar políticas a mediano y largo plazo.

--En el mundo de la política se da por descontado que la respuesta de Larreta a esa acción del Gobierno operó como el lanzamiento de su campaña rumbo al 2023. ¿Coincide?

--No, justamente lo vi a la inversa. Me pareció una respuesta muy prudente, una respuesta que dejó abierto el diálogo con el Gobierno nacional. En ningún momento lo vi agresivo, pero si defendiendo los intereses de la Ciudad de Buenos Aires. No lo vi lanzándose a ninguna candidatura, al contrario, lo vi como un ejemplo de mesura. 

La tensión en el Congreso

--Se vio una situación bochornosa en el Congreso hace poco más de una semana. Con una oposición que intentaba bloquear el funcionamiento de la Cámara y el oficialismo forzando la sesión remota. ¿Quién es el responsable de que sea tan difícil la convivencia en el Congreso? ¿Es responsabilidad del ala dura de Juntos por el Cambio? ¿Buscan bloquear la reforma judicial?

--Lo primero que creo es que la reforma judicial no se tendría que incluir dentro del temario en una situación que es anormal dentro de una institución que es tan importante para la Argentina. Es muy difícil resolver hoy en esta anormalidad el funcionamiento de la Cámara de Diputados. Yo estoy de acuerdo con las sesiones virtuales. Yo diría más, creo que en el día de mañana, en la nueva normalidad, muchas de las Comisiones del Congreso que generan gastos tendrían que continuar de manera virtual. Pero en este caso lo que se debe resolver, y creo que es lo que finalmente acordaron los bloques en el último encuentro que tuvieron con Massa, es que el temario que tenga que ver con los temas urgentes, con lo económico y con la salud se resuelva de manera virtual para que el Gobierno tenga todas las herramientas de ejecución para salir rápido de esta situación. Ahora, los temas tan profundos como la reforma judicial podrían tener una pausa de cinco o seis meses. Si se esperó tanto, se puede esperar un poco más y encontrar un Congreso con un funcionamiento más normal.

--¿Más allá del tema a tratar, no le parece que la actitud de Juntos por el Cambio fue extrema?

--También viví posiciones extremas en los cuatro años anteriores. Nada justifica. Pero son realidades que uno sabe como presidente de la Cámara que te las vas a encontrar. En los Parlamentos de todos lados del mundo están esas posiciones totalmente extremas, pero hay que convivir con eso. Sergio (Massa) hoy como presidente tiene que convivir, y desde ya cuando hay incertidumbres las posiciones extremas tienen más posibilidades de éxito, por la simpleza de sus posiciones. Hay que volver al equilibrio. Más allá de esto, insisto con que las reformas de carácter estructural, en un estado de conmoción como es el que vive Argentina, hay que sacarlas del Congreso y esperar seis o siete meses.

Duhalde

--¿Cree que tienen algún asidero los dichos de Duhalde sobre el golpe de Estado? ¿Puede tener que ver con el conflicto que enfrentó Kicillof con el reclamo de la Policía bonaerense?

--Creo que a Duhalde se le mezcla la preocupación, la tensión que uno recibe de muchos actores producto de lo que estamos viviendo y alguna referencia histórica desactualizada. Esto es imposible que pueda suceder en Argentina. Si hay algo que no está en juego en la Argentina es la democracia. Que la tenemos que mejorar, de eso no hay dudas, pero que la democracia es una institución que está muy consolidada en Argentina y no tiene peligro, tampoco tengo dudas. Si hay conflictos siempre se van a resolver dentro del marco de la democracia. Incluso el conflicto de la policía tiene que ver con otro tipo de problemas, pero está lejos de poner en riesgo las instituciones de nuestro país.

Dialogo y consenso

--¿Alberto Fernández todavía cuenta con el crédito que le dio el triunfo electoral?

--Yo creo que sí. Creo que por la pandemia la gente le va a extender el crédito y todavía va a estar a tiempo de convocar a un pacto.

--¿Convocar un pacto es la única alternativa?

--Sí, lo pedí para Macri, lo pido para Alberto (Fernández) y lo voy a seguir pidiendo. Porque es la única alternativa. La diferencia es que hoy Alberto tiene siete u ocho actores de la oposición que están dispuestos a sentarse en una mesa seria que tenga políticas públicas claras a mediano y largo plazo.

--¿De esa manera no se cae en la lógica del veto opositor? ¿No se cae en el discurso de querer señalar al Gobierno que si no acuerda con la oposición es autoritario?

--¿Y quiénes son esos? Cuando vos planteás eso estás pensando en determinadas personas en la que yo también estoy pensando. Esos, se convierten en actores porque el Gobierno está teniendo acciones que provocan la legitimación de esos sectores. Si el Gobierno no hiciera esas acciones, esa gente no tendría lugar. Cuando el Gobierno abraza a Rodríguez Larreta, el 80 por ciento de la sociedad empatiza con eso. Cuando nos vamos de esa mesa, la sociedad comienza a mirar a los extremos. Hay que consolidar el centro. Si Alberto (Fernández) se corre hacia el centro va a tener una gran recepción en los dirigentes de este lado. Hay algo raro, la gente consume conflicto, pero vota moderación. La gente consume personas beligerantes en televisión, pero cuando vos los encuestás la gente elige moderados. Esto no pasa sólo acá, pasa en todo el mundo. Alberto ganó porque era el candidato más moderado. Si Macri se hubiera corrido y la candidata hubiera sido Vidal no tengo dudas, ya sé que es contrafáctico, de que hubiera ganado ese espacio. Alberto es el moderado que gana la elección, por eso quiero que Alberto siga siendo el moderado que generó esa expectativa.