Y. es mujer migrante boliviana, atraviesa una enfermedad terminal y pudo sobrevivir a las violencias extremas de su ex pareja, el progenitor de su pequeña hija. Vivía en la ciudad de La Plata y en los últimos tiempos se refugió en Pilar, huyendo del violento. Allí logró recibir apoyo del municipio, y en el marco del Programa de Acompañamiento Territorial fue abrazada por la escucha de María Angélica Núñez Azocar, a quien le manifestó el anhelo de volver a su país para garantizar que la niña sea criada por su familia. Núñez Azocar puso en acción la red territorial y la Subsecretaría de Políticas Contra las Violencias por Razones de Género, del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual bonaerense, a cargo de Flavia Delmas, se encargó de posibilitar los traslados de ambas a Bolivia.

“Este caso relata las historias de los acompañamientos. Algunas cuestiones nos parecen imposibles, pero gracias al trabajo casi obstinado en esta pandemia se hace posible”, celebró la funcionaria. El equipo de trabajo del organismo consiguió que el agresor firmara el permiso de salida del país, y articuló con Salud, con Jefatura de Gabinete de la Nación y Cancillería para que la empresa boliviana de aviación gestionara los pasajes sin cargo. Y. junto con su hija ya se encuentran en Bolivia, a resguardo y sostenidas por sus seres queridxs. “Nos sentimos orgullosas de poder ayudar con políticas públicas”, concluyó Delmas, quien en la presentación del primer informe ministerial, “Análisis sobre los intentos de femicidios identificados en la Línea 144 PBA”, había detallado a este diario que en cuarentena hubo un aumento de la crueldad, de la cantidad de llamadas a la línea 144 –cerca de un 40 por ciento más- y de los femicidios. “Estamos atendiendo un número muy importante de casos de alto riesgo: hasta el 31 de julio fueron 1.019.”