Lola camina desorientada por un descampado, el camino es de tierra. Sólo un árbol como referencia. El teléfono suena y Tato le pregunta. ¿Dónde estás, qué pasó? Menos mal que me llamaste. No, me llamaste vos. Lola no recuerda nada, pero qué noche, se jacta. El diálogo se dispersa, Lola no sigue un mismo hilo. Pero cuando Tato dice “conejo”, vuelve en sí, sonríe aniñada. Va a tener que decir “conejo” muchas, muchas veces. Las palabras se atropellan, no está claro qué sucedió, no se sabe dónde está, ¿la plata?, y tampoco demasiado bien quiénes son estos dos truhanes.

“Hay momentos donde tengo que cortar. Y me dicen: ¿qué hicimos mal? Nada, nada, les digo. Soy yo. Me río y se me mueve la cámara. Así que me retaban. ¡No te rías! ¿Pero qué querés que haga?, les respondía. Como mi idea fue no usar trípode, no puedo reírme”, explica el realizador Claudio Perrin a Rosario/12.

Perrin todavía no sabe cuántos episodios tendrá Rockambole, la “serie de bolsillo” que junto con su equipo lleva adelante. El ritmo es semanal, los viernes a las 21 por el Canal de YouTube de Zahir Films, desde la semana pasada. La cantidad de capítulos está supeditada a la misma propuesta. “En un principio, calculamos unos 13 episodios, pero no es inamovible. Siempre con una duración de 8 a 12 minutos, no nos vamos a ceñir a un tiempo exacto. La premisa es hacerlo libremente. Podrían ser más capítulos, todo depende de lo que vaya surgiendo. No es un guión preciso, concreto, sino que vamos estableciendo pautas. Y a medida que vamos haciendo los capítulos, surgen ideas nuevas. Ahora se nos ocurrió un capítulo intermedio, así que lo vamos reescribiendo. Eso es lo interesante”, continúa el director de Umbral y El desentierro.

Rockambole tiene su dupla protagónica en Claudia Schujman y Miguel Bosco. Lola y Tato. “Dos estafadores medio chantas, pero simpáticos, que te caen bien. No son malas personas, no te van a matar. Hacen esto porque no les gusta laburar. Miguel es quien lleva las riendas del asunto, y Claudia es un desastre con todo, perdida y desorientada. Lo entendieron perfectamente. La idea es que son amigos de la adolescencia, hacen esto desde hace tiempo y nunca les sale bien. A Miguel le hice dejar bigotes. ¡Bigote no!, me dijo. Sí, le dije. Y quedó buenísimo, con esos anillos que usa. Y Claudia es un personaje medio histriónico. Nos basamos en una amiga nuestra. Claudia después se lo dijo, ¡pero cómo se lo vas a decir!, le dije. Su personaje no para de hablar, te abolla el cerebro, y cada diez segundos cambia de tema. Por eso lo de “conejo”, que se le ocurrió a Miguel, como palabra clave para traerla de nuevo a la atención, al presente. Y nos encantó”, prosigue Perrin.

Schujman y Bosco son la punta del iceberg del reparto actoral y de los personajes que están por verse, porque como señala el director, “se van a ir relacionando con un montón de personajes, quieren estafar a mucha gente. Eso es algo que me posibilita trabajar con actores a los que antes no podía sumar a las producciones, porque eran pocos personajes o pocas locaciones. Uno siempre quiere trabajar con los grandes actores y actrices que hay en Rosario”. La lista prevista incluye, entre otros, los nombres de Mirta Maurizzi, Laura Copello, Laura Wulfson, Santiago De Jesús, Lorena Rey, Roberto Chanampa, Andrea Fiorino, Severo Callaci, Vilma Echeverría, Elisabet Cunsolo, Juan Nemirovsky, Juan Pablo Yeboli, Oscar Sanabria.

“Los mismos actores te devuelven y tiran ideas, que pueden incluirse para seguir proyectándose más adelante. Así que vamos haciendo sobre la marcha. Antes de retroceder de fase, nos podíamos juntar con ciertos cuidados, pero cuando volvimos atrás, pensamos que se nos venía la noche, ¿cómo continuamos? Tuvimos que frenar todo. Pero se nos ocurrió usar lo que está pasando, e hicimos un capitulo nuevo en donde Tato le explica a Lola cómo estafar a través del Zoom y el Home Banking. ¡Pero ella no entiende nada! Coordinar eso fue alucinante, nos reímos mucho. ¿Están todos grabando? ¡Vamos, acción! (risas)”, agrega.

El recorrido de Claudio Perrin lo liga preferencialmente al drama, en títulos como Bronce, El Cuento y El desentierro. Aquí surge una alternativa, seguramente impulsada por los días de aislamiento, pero también como una manera de experimentar otras posibilidades. En este sentido, Perrin comenta: “Hace tiempo que tengo ganas de incursionar en el humor, pero no sé, tal vez me daba temor o no estaba seguro de cómo podía llegar a funcionar. Me parece un buen ejercicio hacer cortitos para ver si el día de mañana, si salen más o menos bien, hago un largo que tenga humor. Es algo que disfruto, y también como espectador. Por un lado, nos propusimos esto para levantarnos el ánimo nosotros, porque nos iba a venir bien, y por otro también para quienes lo vean. Ésa es la intención. No sé si quien lo mire se matará de la risa, pero al menos que le resulte simpático para pasar estos momentos”.

Queda mucho por descubrir en Rockambole. Como adelanto, Perrin dice que “habrá muchas cuestiones en sus relaciones familiares, que me parecen interesantes, para no dejar a los personajes abandonados como si vivieran solos, como los viejos detectives de antes. Va a haber una relación enquilombada entre Lola y su hija (Laura Wulfson), a quien le pide plata y está hinchada, la echa. También entre Tato y su hermano, que no se llevan bien. Aparecerá el ex de Lola, a quien ella llama también para pedirle plata. Él es medio cínico y agresivo, lo interpreta Roberto Chanampa. Habrá mucha relación con los familiares pero también con la gente que intentan estafar. Hay una psicóloga (Laura Copello), que los psicoanaliza a los dos pero ninguno de ellos sabe que el otro se está psicoanalizando con la misma persona. A la vez, la psicóloga tampoco sabe que ellos son amigos y hacen estas matufias (risas). Y luego vendrán las siguientes o potenciales víctimas. Esa es más o menos la línea de la serie”.