El periodista y conductor de La Mañana Víctor Hugo Morales analizó en su editorial por la 750 el discurso de Cristina Kirchner en el Instituto Patria. Destacó la importancia de “poner en palabras los sueños eternos del pueblo” y de mostrar cómo hay otro camino posible al mendicante y rifador de Javier Milei.

El editorial de Víctor Hugo Morales

Pensaba que la lucha nunca tiene fin. Es un sueño eterno la búsqueda. Las palabras de CFK en el Instituto Patria reafirman que los que sueñan y dan pelea son imprescindibles en la política.

Y la política, pese al intento demoledor contra la democracia, eso que practican los poderes reales, es lo único que hay. Las revoluciones difícilmente vuelvan a los términos que conocimos, la pelea entra en la sutileza de la paciencia y el compromiso cotidiano.

La lucha de modelos está drásticamente planteada en Argentina. Ahí tenemos un espejo interesantísimo. Lo que hacen Kicillof y Milei es tan diferente que se convierte en un elogio a esa política denostada por los que quieren tener al pueblo de rehén para siempre.

Hubo en el discurso de anoche una toma especial hacia las mujeres. Las mujeres atadas del gobierno, Mujeres que, dolorosamente, participan también contras las mujeres.

Es fácil de advertir cuando una mujer del gobierno plantea la posibilidad de renunciar a la paternidad y otro personaje quiere matar la lucha contra el femicidio para quitarle entidad a lo que fue una verdadera conquista.

Mencionó CFK el superávit que anunció el gobierno y volvió a señalarlo como trucho. Vaya si lo es. Pero parece que las cosas tienen otro significado según quien las diga. Por eso es que tienen que estar los pocos grandes protagonistas que pueden jugar a favor del pueblo.

Hay una frase genial del discurso que me preció muy buena, que se escuchó antes en Quilmes, pero que nunca prende como un dato muy fuerte: "El muro se cayó para los dos lados". El muro de Berlín, y como su caída, influyó tanto en el mundo occidental que se declaró ganador.

Es bueno hablar de lo que para mí son las dos derrotas, por más que uno se haya declarado ganador. ¿Cómo sostener esa idea, la de que hubo un vencedor, mientras cada cuatro segundos se muere un chico de hambre en ese mundo supuestamente vencedor?

Cuando el modelo de la provincia anuncia obras y espabila la economía, se nota demasiado que del otro lado del muro, que llamamos Riachuelo, la única salvación que buscan es pasar la gorra como si Argentina viviese en las escalinatas de una iglesia.

El crimen de la ley de bases, que se suma a los ya cometidos con el DNU, es una prueba de fuego. Una más, en una Argentina que tiene a su presidente hablando tonterías por el mundo.

Y es verdad. Solo para afirmar el neocolonialismo que pagamos en deuda e intereses, en la venta a precio vil de los bienes del Estado, en ventajas leoninas para los inversores que, aún así, no aparecen.

Por todo eso, eso de anoche vale, vale que los líderes estén, vale ver dónde hay obras, vale ver dónde lo único que pueden hacer es mangar, pedir, dar lástima. Al pueblo le hace bien que le pongan palabras a sus sueños eternos.