Recuerdo estar entrando a la primaria y ya era parte de un coro de niños. La música rondaba por todos lados, en algunas situaciones golpeando algunos tarros de galletas como elementos percusivos. La música en el jardín es vital porque desarrolla el oído, cosa que más adelante no se puede. La mitología dice que a mí de niño me interesaban mucho los juguetes musicales. Whatever…

Cuando veía una guitarra me maravillaba y le estiraba un poco las cuerdas para ver qué pasaba. Probablemente en esta época ya escuchaba María Elena Walsh y mi mente se iba a cualquier lado cuando describía la actividad de la polilla comiéndose la lana. Más adelante Pro Música de Rosario y luego cosas más modernas.

En algún momento tuve una etapa de niño cantor. Me encerraba y cantaba las canciones de los Beatles. ¿Ensayando quizás? Las personas que ensayan se pierden una gran parte de la vida, eso lo empecé a saber más de adolescente, pero empiezan a tener esa vida íntima que después le llaman vocación. Asados, reuniones de amigos y no podés o te tenés que ir a ensayar. Ahí te das cuenta si eso es para vos, porque talentos hay por todos lados, gente que venga a un ensayo con regularidad, muy poca. Más de adolescente, cuando tenés que inventar los métodos más increíbles para tener a los integrantes de una banda ensayando.

Tenía cerca de seis años cuando me maravillé con los Beatles. Tenía un libro de ilustraciones de la época de Yellow Submarine cuyo nombre no recuerdo y me parecían fascinantes y pornográficas. Después entendí que eso era surrealismo. También un vecino grande que me decía que la música era linda pero no hay que olvidar lo que nos hicieron en Malvinas. La música no tiene la culpa, pero eso no lo entiende un niño y lo hace sufrir. Probablemente el poco inglés que sé viene de esa época.

En la vorágine de conseguir información, ya cerca de los 90 y el boom de los videoclubs empecé a alquilar películas de los Beatles y por añadidura inmediata caí en una adicción hacia la película Imagine de John Lennon. El chico de la película Imagine, me decían. Nunca contabilicé los alquileres pero seguro tenía el record absoluto. 20, 30 veces seguro. Las últimas ya la llevaba porque había unas promos donde alquilabas tres películas al precio de una, las otras dos no tenían que ser estreno.

No sé cómo imaginarme con esa edad alquilando solo ese tipo de películas donde todo era muy ambiguo. Justamente lo hermoso de la imaginación es ese lugar donde no se explican las cosas y cada uno lo toma para su lado. Una estrella de rock, y todo su mundo, protestando desde la cama. La canción “Imagine” sintetiza una mirada idealista de ese momento, no sólo de Lennon, de realmente pretender hacer algo para mejorar el mundo. No sólo es esta canción pero quizás "Imagine" es la síntesis de un pensamiento utópico que movió fibras muy íntimas. Tantas realidades obvias que podrían modificarse si así nos lo propusiésemos. "War is over if you want". Me quiero imaginar qué artista popular hoy se opone a una guerra (Vietnam) que hace su propio país.

Yoko Ono era mala, porque separó los Beatles, porque se empecinaba en verse fea y los villanos son feos. Porque gritaba horriblemente por ejemplo en Double Fantasy. Qué necesidad de esta mujer, que además de quitarnos a John, nos asusta con sus gritos, que los toleramos porque en el track siguiente viene un hermoso himno.

Desde mi inocencia suponía que era una cámara captando la intimidad y en realidad eran los reyes de la performance. Tragedia de por medio, nuestro héroe se muere, está muerto y murió dejando una hermosa marca en la humanidad. Qué despropósito con los artistas populares que se los llora de semejante manera, como si hoy no se hubiesen muerto un montón de personas.

Tiempo más adelante mi madre me regaló el disco Locura de Virus. Pidió en la disquería algo de moda y le dieron ese cassette. Todas las letras súper ambiguas. “Se daban en la oscuridad, motivos para confesar, crímenes en la intimidad, cositas fuera de lugar”. Yo sabía que había algo fuera de lugar. Creo que la inocencia transforma estas cosas de manera hermosa y si ciertos mensajes vienen con poesía es fantástico porque enriquece la imaginación. Estamos en una era de una explicitud desconcertante. Tenemos todo a un click y quizás antes, para ir a conseguir un grabador y grabar un momento, perdías tardes y tardes imaginando. Pero de esa manera también ejercitás la espera, el silencio y la quietud, necesarios para contemplar lo infrecuente.

Leandro Díaz Romero es un músico y compositor tucumano. Entre 1998 y 2004 fue parte de Amanda, banda de funk y soul que transitó por el rock tucumano y dejó grabados dos discos de estudio. En 2006 emigró a Buenos Aires, ya con el primer disco editado del dúo pop José Miel, formado junto a su hermano Sebastián. Entre 2006 y 2017, los Díaz Romero llevan editados cuatro discos. Acaba de editar su primer disco solista, Canto al viento, disponible en las plataformas digitales.