“Miedo a opinar, nunca”, dice con simpatía, pero con aplomo en su voz. María José Granatto podría limitarse a hablar de hockey, disciplina en la que fue elegida dos veces mejor jugadora del mundo Junior y en la que trabaja con la Selección de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio, pero rompe esas barreras para mostrar su faceta como persona común. Es que Las Leonas cumplen 20 años y ella encarna las transformaciones sociales y las luchas que impulsan las mujeres con cada vez más fuerza en las últimas décadas.

Con una madre profesora de geografía y un padre profesor de historia, se crió en un hogar atravesado por muchas inquietudes. “Son personas muy lectoras y muy interesadas en la política, por eso con mis hermanas tenemos mucha formación desde ese lado”, cuenta Majo. La lectura es un hábito que tiene incorporado y busca momentos por fuera del estudio para los libros que son de su interés. “Hoy voy por el lado del feminismo. Las cosas que nos atraviesan como sociedad y también como mujer”, dice la deportista que apunta a ser nutricionista en esta charla con Página/12.

—¿Llegaste a participar alguna vez de la marcha ‘Ni Una Menos’?

—Me agarró jugando en Holanda o con algún doble turno de entrenamientos en el Cenard. Nunca me pude acercar, pero siempre estoy queriendo estar. Apoyo totalmente la lucha de la mujer y del feminismo.

—¿Y qué te genera ver esas multitudes en el reclamo?

—Es emocionante y lindo ver cómo la mujer va recuperando ese lugar y esos derechos que le han quitado en tantos años. Estamos en una posición mucho mejor y se debe a ellas. Mi vieja y hermanas van, somos una familia comprometida porque hay un montón de cosas que no están como deberían ser.

—En cuanto a entidades deportivas, las bonaerenses tendrán que aplicar la Ley Micaela de capacitación en género, ¿cuán positivo es para el deporte en general?

—Me parece espectacular la aplicación de estas leyes y que la gente que por ahí no está tan aggiornada con el tema o es ajena a las cosas que están pasando, se capaciten y sepan sobre las situaciones que está atravesando la mujer en la sociedad. Es un gran avance que se empiecen a tocar estos temas, que se empiecen a preocupar y ocupar las personas que lo tienen que hacer.

Militancia estudiantil y Leonas

La Plata, una ciudad diezmada por el terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico militar, fue el escenario en la que Majo creció. “Mi colegio era la Media 12, se llamaba Horacio Ungaro y mi Centro de Estudiantes era el Centro Horacio Ungaro, que fue uno de los chicos desaparecidos en la Noche de los Lápices -recuerda-. Yo tenía participación. Me gustaba ir a reuniones y marchas”.

“Tenían convicción, seguridad y ganas de cambiar el mundo. Hoy no se ve eso en la juventud”, reflexiona sobre aquella militancia estudiantil en tiempos de dictadura. “No estábamos en un gobierno democrático y es lo que nosotros como sociedad tenemos que darnos cuenta. En eso tenemos que estar totalmente unidos, no podemos tolerar la muerte y desaparición de miles de personas”, enfatiza Majo.

Granatto tiene 25 años, apenas tres más que Adriana Acosta en el momento de ser secuestrada, detenida y desaparecida en 1978. Cuando Las Leonas entrenan, lo hacen en conexión directa con aquella exjugadora de Selección. “Es espectacular que la cancha del Cenard tenga el nombre de una jugadora desaparecida. Para mí eso no es mezclar con la política. Es reconocer y levantar la bandera del Nunca Más”, asegura.

—¿Cómo atraviesa a una adolescente de La Plata esa historia de lucha estudiantil?

—Yo me tomaba el bondi y lo hacía con el boleto estudiantil. Hubo pibes y pibas que lucharon por conseguirlo y murieron por eso. Es una ciudad totalmente golpeada en ese sentido. Es lo que me hizo querer participar. Yo quería dejar algo en el Centro de Estudiantes, por más insignificante que sea: una huella en tiempos que por suerte son democráticos. Moviliza mucho ser de esta ciudad y es imposible ser ajeno a su historia.

—¿Te pasa de tener que responder al comentario “estas muy politizada, Majo”?

—Lo sabemos todos, el hockey es un deporte muy elitista. Es muy caro por su equipamiento, su cuota en un club y exige un poder adquisitivo que no está al alcance de todos y es la realidad. Hoy en día hay más barrios y escuelas a los que está llegando y eso me pone contenta. Es un deporte en el que no se habla mucho de política. No se tocan tanto esos temas.

—¿Es tan cerrado el ambiente?

—No me pasó de compartir mesas o charlas con las chicas sobre política y demás. Creo que por ahí al ser un grupo tan joven, no se toca tanto. No sé la verdad. No hay temas que se discutan. En el club y demás, por ahí guardamos las opiniones para no generar un clima de conflicto. A mi no me disgusta hablar, yo hablaría todo el tiempo y si pensás distinto, no te voy a hacer la cruz. Para mi es totalmente respetable. En mi casa sí se discuten temas con hermanas y mis padres. No hay un enfrentamiento, es un intercambio de opiniones, es crecer y está buenísimo, es nutritivo.

—¿Cuánto te sirvió surgir de una casa en el que no sobraba el mango?

—Me sirvió para forjar mi personalidad y ser lo que soy, con mis valores, virtudes y defectos. Puedo ser una persona que se preocupa por el otro. Así me hicieron mis viejos: Nunca ajena a los problemas de la sociedad. Primero somos ciudadanas de un país y después somos atletas de alto rendimiento.

—¿Sentís que reflejás de alguna manera los cambios de la mujer en estas décadas?

—Las Leonas también hace 20 años que empezaron a dejar una huella grande sobre lo que son las problemáticas de la mujer y gracias a ellas se empezó a hablar más de la mujer en el deporte. Se generaron el lugar ellas solas y ahora me toca estar ahí adentro. Las Leonas tuvieron que ganar mucho para ser reconocidas, pero aún así sigue siendo un deporte al que no se le da tanta importancia. La mujer en el deporte sigue un poco relegada.

—¿En lo particular ustedes suelen ser conscientes de que inspiran a las nenas en el deporte?

Bienvenido sea si somos referentes desde el esfuerzo, la humildad y valores que implican ser Leona. Hay historias detrás de cada una con el esfuerzo que hacemos. Nadie sabe el trasfondo. Casi todo el equipo estudia y entrena.

—Bueno, también demostraron que se puede ser madre y atleta en el alto rendimiento.

—Tal cual. Tenemos compañeras que fueron madres y volvieron o muchas que están postergando su maternidad: Entienden que el objetivo hoy es otro y se priorizan como deportistas. Otras por ahí no quieren ser madres. Cada una tiene su visión y está bueno priorizarse, pensar en una. Eso no es una traba: Se puede ser deportista, estudiante, madre. Somos mujeres y nacimos para serlo todo.


El nacimiento de Las Leonas

El 24 de septiembre de 2000, la Selección femenina de hockey sobre césped empezó a inmortalizar su leyenda. Al borde de la eliminación en los Juegos Olímpicos de Sydney, las amateurs argentinas saltaron al campo de juego con una Leona dibujada en el pecho para lograr lo que parecía imposible: Derrotaron a Holanda 3-1. Mantuvieron viva la ilusión y en los días siguientes conectaron las victorias que permitieron acceder a la primera final olímpica. Aquella medalla de plata en Australia desencadenó el boom más importante en la historia de la mujer en el deporte nacional.