Descansa en paz, Dick Johnson    6 puntos

Dick Johnson Is Dead, E.E.U.U., 2020

Dirección: Kirsten Johnson

Guion: Nels Bangerter y Kirsten Johnson.

Duración: 89 minutos.

Intérpretes: Dick Johnson, Kirsten Johnson, Anna Hoffman

Estreno en Netflix.

En primera instancia, la idea que anima este documental de Netflix parecería morbosa: poco antes de que su padre cumpla 86 años, la realizadora, Kirsten Johnson, le propone “filmar su muerte”. Esto es imaginarla, anticiparla, pensar y fantasear sobre ella, en momentos en que el padre, ex psiquiatra, sufre de un Alzheimer leve pero creciente. Parece demasiado. A medida que el metraje avanza, la alegría con que padre e hija toman esa instancia de la vida --alegría que no quita, desde ya, momentos de dolor anticipado-- mueve a la evidencia de que la perspectiva de la muerte no necesariamente debe producir un duelo a cuenta, impidiendo disfrutar del último trecho. Sabiduría casi zen que, está claro, no todos los mortales pueden alcanzar.

Entrañablemente gentil, no es que Dick Johnson quiera morir, como en ocasiones sucede. Basta verlo, aceptando con una sonrisa las solicitudes aparentemente inadmisibles de su hija, para comprender que le encanta estar acá. Y por si verlo no fuera suficiente, él lo corrobora en voice over. Johnson --la realizadora-- disemina con habilidad los datos sobre su padre, su familia y ella misma, de modo de generar en el espectador preguntas que irá resolviendo. La historia familiar es una de esas que parecen portar una maldición. Una de sus abuelas murió en un accidente automovilístico en presencia del hijo. El abuelo padeció de demencia senil. La madre de Kirsten falleció con Alzheimer y ahora el padre sufre de lo mismo. Allí donde perfectamente podría caber el agobio, el pánico a la repetición o la resignación de brazos caídos, padre e hija viven como en una fiesta. “Es una comedia”, señala ella. “Kirsten me mata muchas veces”, comenta Dick entre risas, refiriéndose a las variadas escenificaciones a las que su hija lo somete.

¿Negación? No parece, teniendo en cuenta que ambos son perfectamente conscientes --conscientes hasta la crudeza y el humor negro-- de la situación en la que están. Una posible razón para esa futura muerte feliz podría estar en la religión que Dick profesa y Kirsten ha heredado en su formación. El adventismo cree en un paraíso post mortem. Sin embargo, esa coartada parece anulada por el hecho de que en esa creencia, para que los hombres lleguen al Paraíso, Jesús debe bajar antes por segunda vez a la Tierra. Algo que vaya a saber cuándo ocurriría. “Soy tu hermano menor”, le dice Dick a Kirsten. Observación de una indiscutible lucidez, teniendo en cuenta que la hija se lo lleva a vivir con él, mientras cuida que no se pase de largo del departamento en el que viven, o que mire a ambos lados antes de cruzar la calle. La puesta en escena combina momentos intimistas, compartidos por los nietos de Dick, con fantasías que resultan lo más “visible” de la película.

Esas fantasías son en algún caso posibles escenas de muerte --un aparato de aire acondicionado cae sobre su cabeza, un obrero lo golpea sin querer con una tabla, haciéndole brotar un chorro de sangre como un geiser--, mientras que en otros representan deseos del protagonista. En este último caso, la puesta emula casi siempre un paraíso de estampita camp, con papelitos cayendo del cielo como lluvia dorada, un Jesús que le lava los pies y una especie de última cena con Dick en cama, a la que entre otros están invitados Freud y Frida Kahlo. Johnson narra en primera persona y se incluye in corpore, lo cual anula todo asomo de voyeurismo mórbido. También incluye en campo los medios de producción de la película. No sólo la cámara y el boom de sonido sino también la presencia de dobles que interpretan a su padre en las escenas de riesgo y las encargadas de efectos especiales, que le explican cómo funciona la simulación de sangre. Una decisión estética --la de dejar en ocasiones la cámara en mano apuntando “mal”, cuando podría hacerlo “bien”-- suena a manierismo naturalista. Mucho más cuestionable es la filmación del “funeral” del anciano, sin prevenir al espectador de que se trata de otra fantasía, y para peor con los asistentes llorando desconsolados por algo que todavía no sucedió.