Ellos, los de los banderazos anticuarentena, tienen como denominador común el grito destemplado, la rabia del que ve enemigos hasta debajo de una baldosa, el malhumor y el odio a todo lo que representa lo popular. En ese sentido, se parecen mucho, casi calcados a la oposición venezolana que en sus movilizaciones, más o menos escuálidas, predomina eso mismo, el odio.

Pero no son los únicos que se parecen. Las movilizaciones del peronismo o, para ser más preciso, la del campo popular, nacional, democrático y feminista, son expresiones masivas pletóricas de alegría, entusiasmo, solidaridad, amor, compromiso y lealtad. Así son las marchas chavistas que, vale decirlo, son posteriores a las de acá pero por una cuestión temporal porque el movimiento de Hugo Chávez nació pocos años antes de que finalice el Siglo XX.

Ellos, los opositores vernáculos, repudian todo lo que sucede en estos últimos diez meses olvidando el gobierno que los representó. Esa falta de memoria no es inocente. No es causal que reivindiquen el gobierno de Macri, el que negó los 30.000 y que promovió la caída de las causas de lesa humanidad, el que reprimió para destruir el sistema jubilatorio, la industria nacional y provocó la mayor caída del empleo de los últimos tiempos. Por desgracia para ellos, la memoria está del otro lado y no olvida.

Este último 17 de octubre tuvo una particularidad que lo diferencia del año pasado que también fue diferente a los anteriores. No sólo porque el de 2019 se realizó en La Pampa sino porque era la representación máxima de la unidad del peronismo como garantía de recuperación del gobierno. Fue una fiesta, de eso no hay duda porque representó, de manera clara y precisa, aquel mandamiento laico de Juan Domingo Perón en la noche de hace 75 años cuando les dijo: "¡Únanse! sean hoy más hemanos que nunca. Sobra la hermandad de los que trabajan ha de levantarse de esta hermosa patria la unidad de todos los argentinos". Parece simple porque se unieron y ganaron las elecciones.

La movilización en vehículos que se produjo este 17 en todo el país es también diferente porque se realizó en el contexto de una pandemia, aguantando casi ocho meses de cuarentena primero y aislamiento social después. Sin embargo, la nueva versión de este 17 de octubre tuvo, a pesar de lo que deseaba la oposición, movimiento, calle, alegría, compromiso y, como siempre, lealtad. Esa que, como destacó Cristina Fernández de Kirchner la noche del último 10 de diciembre, "la lealtad entre la política y el pueblo es a dos puntas. Los pueblos no son zonzos ni tontos, conciben la lealtad con aquellos dirigentes que sienten que los defienden y representan". No es difícil comprenderlo y vivirlo y disfrutarlo. Ellos, aunque lo nieguen, lo envidian.