Una chacarera furiosa en clave metalera retrata una escena hostil pero no definitiva. Raza Truncka enciende sus antenas y elige dar testimonio de su tiempo. Poner igual acento en el qué y en el cómo. “Para nosotros el folklore es hablar de nuestra tierra y nos sentimos en el compromiso de contar las cosas que nos pasan día a día donde vivimos, que es el noroeste de la provincia de Buenos Aires”, dice Fausto Nascimbene, bajista de la banda de Salto.

Algunas “cosas que pasan” en su región son consecuencias trágicas del modelo extractivo y la sojización. En Rojas, una ciudad que queda muy cerca de Pergamino y Salto, está la planta de Monsanto más grande de América latina, instalada en 1994. ¿Cómo no traducir todas esas señales en canciones? “Cuando la planta se instaló no hubo resistencia de la comunidad, pero desde hace varios años están surgiendo expresiones políticas y culturales que problematizan todo esto”, resalta el músico, también docente en un bachillerato popular de Pergamino.

“Se ha detectado que por las lluvias hay caída de glifosato, aumentaron los casos de cáncer en la zona y en los ríos aparecen miles de peces muertos”, denuncia. Después hace un silencio largo y cita la canción Niño fumigado, una versión de Cuando muere el angelito, de Marcelo Ferreyra y Eugenio Inchausti.

En sus tres discos, Raza Truncka logró metabolizar de manera original y orgánica ritmos folklóricos argentinos con heavy metal. “Empecé a aplicar técnicas de guitarra eléctrica en la criolla de manera natural. Fue un desafío grande entrar al estudio a mezclar guitarras eléctricas y bombo legüero, pero la fusión fue posible. Tratamos de mantener una dualidad de géneros y que no sea fácil de definir”, cuenta José Luis Terzaghi, guitarrista y cantante principal. Y recuerda que la banda recibió primero la aceptación en el ambiente folklórico y luego en el metalero.

Publicaron Misteriosa comunión (2010), Ni con delicadeza; ni con cuidado (2011) y Danzachapogo (2013), todos con un fuerte posicionamiento político y una mirada sensible sobre los pueblos originarios y temas ambientalistas. Ahora están produciendo dos discos: uno será en un formato folklórico más tradicional, sin distorsión ni batería, con cuatro guitarras criollas, bombo y ritmos de todo el país; y el otro será más heavy, en sintonía con los anteriores.

“Estamos trabajando con el periodista Darío Aranda sobre el modelo extractivo. Leímos su libro Tierra arrasada (2015) y nos pareció un material muy contundente. Le propusimos incluir textos suyos y fragmentos leídos con su voz, entrelazados con nuestras canciones”, adelanta Nascimbene. “Nos cuesta no hablar de un río contaminado, del arbolado devastado por las fumigaciones o de un campo arrasado. La resistencia es el elemento de nuestras canciones, y sin eso no tienen sentido”, remata el músico, que con Raza Truncka participará en julio del 37° Festival del Caribe, en Cuba.

* Sábado 8/4 en Galpón B, Cochabamba 2536. Desde las 21 con Pecho E’ Fierro (Uruguay).