La historia de Leo Damario, desde su propia narrativa, se desdibuja por momentos en una frontera imperceptible entre realidad y ficción. Es la peripecia de ascenso de un chico romántico curtido en los márgenes de Mar del Plata, entre salas de cines, historietas, discos, libros y sueños de grandeza, que se las arregló para forjar su propia fantasía hasta convertirse en un dandy del relato poético y erótico del registro audiovisual argentino. Ahora, se prepara para dar su gran golpe en una nueva dirección.

Con entusiasmo y verborragia, grafica en una escena la parábola de su biografía vía WhatsApp, como si se tratara del guión onírico y lujurioso de alguna de sus producciones: "Era un amanecer en un hotel francés de Mar del Plata. Ceci estaba desnuda en la cama y yo me desperté, nos besamos y después fui al sauna. Luego, cuando regresé al cuarto, salí al balcón en bata y vi a mi mejor amigo de la infancia en una moto recolectando residuos", escribe.

"Ambos veíamos en nuestra adolescencia a Ceci en MTV, y soñábamos con dedicarnos al cine, las artes plásticas, la música; y con tener como novias a las chicas Axe. A través de la cámara se me dio crossover y tuve la suerte de acceder y jugar en ese mundo que en la Mar del Plata rural era muy lejano. Para mí hay algo de justicia poética, de política estética, en que un muchacho como yo pueda abrirse paso en las superficies de placer de estas mujeres que determinan la belleza."

La Ceci de la que habla es Cecilia Peckaitis, modelo, actriz y ex VJ de MTV, con quien Damario parece haber consolidado una de esas parejas creativas y apasionadas que son capaces de encauzar el rumbo de una obra, al mejor estilo Gena Rowlands y John Cassavettes. Juntos están emprendiendo una buena cantidad de proyectos propulsados por ese romance fogoso que se consolida a través del lente.

"Me es muy difícil amar sin filmar", dice Damario con los colmillos afilados. "Somos los amantes que sobreviven en la película de Jim Jarmusch. Desde que nos conocimos nuestra conexión fue tal que no perdimos un segundo más de nuestros cuerpos separados. Si soy joven y tengo dientes, ¿cómo no morder esa piel? Y si mi cámara es mi lengua, Ceci es deliciosa, la voy a lamer."

Damario ya filmó con devoción a Peckaitis para el video de Falso LV, de Andrés Calamaro, lo que él llama "una carta de amor a Ceci filmada" que se estrenó en agosto pasado; y para el de No disponible, uno de los adelantos de Debut y despedida, el primer disco de Leo Damario y los Secretos, que saldrá antes de fin de año.

Mentes para la Victoria

Pero ahora le llegó el turno a su proyecto más ambicioso: Victoria, una serie de súper acción en donde Peckaitis encarna el papel protagónico de una heroína de traje negro encargada de ajusticiar hombres malos. Con ocho capítulos filmados en 6K, se trata de una producción faraónica gestada íntegramente en cuarentena, ideada por la pareja y dirigida por Damario, con guión de Nora Mazzitelli (Tiempo final) y un largo elenco que incluye a Emilia Attias, Federico D'elía, Inés Estevez, Fabio Posca, Carlos Belloso, Flor Torrente, Natalie Pérez, Rafael Spregelburd y hasta Andrés Calamaro.

Es un movimiento audaz tanto para Damario como para Peckaitis, ambos probándose en terreno virgen a través de este nuevo género y formato. "Victoria es una estilización de la violencia, pero una violencia femenina. ¿Vieron que siempre el fuerte es un chabón fajando minitas? Bueno, ahora es al revés, así que bánquensela. Y no es Kill Bill, que hay peleas entre mujeres: acá solo se castiga a los tipos", explica Damario con orgullo.

"La serie hace foco en la violencia del poder y el resurgimiento de una nueva heroína. La primera superheroína argentina, porque éste es un país muy machista. Solo tuvimos a Cyberxis y la castigamos. Los héroes locales son todos hombres: el Eternauta, Patoruzú, Hijitus. Yo busco acompañar una mujer empoderada, una superheroína. Y como las gatúbelas y las hiedras venenosas sufrieron tantos azotes, ahora les toca a ellos."

Todavía sin fecha de salida ni plataforma confirmada –al momento de esta nota seguían las tratativas–, Victoria está inspirada en clásicos como Mannix, Carmen San Diego, Los vengadores o la Batman de Adam West. Su protagonista, una ex modelo enfundada en un traje negro digno de un cómic, carga sobre su historia con una oscura historia de violencia y abusos.

"Los abusos hacia las mujeres ocurren en todos los ámbitos, pero los del mundo de la moda los conozco bien porque los he sufrido", cuenta Peckaitis. "Abordamos a Victoria desde varios lugares. Uno, el más directo, es el que la linkea con las superheroínas de cómic al estilo Vixen, Aeon Flux, Jessica Jones o Tank Girl. También a heroínas del cine como Irma Vep, La Femme Nikita o el trío vengador de Death Proof, la película más feminista de Quentin Tarantino", agrega. "Fue un trabajo intenso, difícil y hermoso. Todo un desafío."

Debido a las restricciones por la pandemia, el rodaje de Victoria lo tuvo a Damario dirigiendo de manera remota –o a varios metros de distancia, gracias a los teleobjetivos– la mayor parte de las escenas de la serie, convirtiendo el rodaje en una gran prueba de creatividad y determinación. "Para mí al arte no lo frena nada", dice Damario. "El arte nace de las oportunidades. Y yo que siempre tengo hambre de más, no me detengo. Ceci me apodó su 'barrilete cósmico', su 'acorazado potemkin'."

No hiciste mucho de acción, salvo la experiencia de ¡Yok!, hace 14 años. ¿Cuál es la dificultad del género?

--Para mí la de Victoria es una violencia plástica, como una editorial de Vogue, es una acción fetichista. No es Rambo, es Los Vengadores. Trabajé las escenas de acción como en otras de mis películas trabajé el erotismo. Me refiero desde un lugar estético, fotográfico.

¿Cuál es el papel de Calamaro en todo esto?

--Andrés hace de su Loto Volador. Un personaje del cual Victoria es oyente. Y los sucesos de ese mundo en el que viven los personajes, al mejor estilo Sin City o Joker, los narra él. Con Ceci siempre decimos que Andrés es nuestro padrino. Él nos apoya mucho en nuestra relación y obra. Para mí es familia, mi mafia.

¿Cómo fue el trabajo particular con Ceci para este protagónico?

--Tengo muchas fantasías con Cecilia, su paso por Los Ángeles y sus audiciones para chica Bond, donde quedó en última instancia. Quería hacer una serie que capitalice el poder visual de ella como heroína. Nadie da tan bien en cámara como Cecilia Peckaitis. Es un hecho. Cuando Oscar Roho se enteró, me escribió: "Estas saliendo con la mujer más linda del país, lejos". Y así varios. La idea surgió entre ambos, desarrollando un personaje, y se sumó Adrián Musso, creativo publicitario. Una vez desarrollada la idea conversé con Nora Mazzitelli, que es una de mis guionistas favoritas, para que funcione en pandemia.

¿Cómo entra la cuarentena en el relato?

--Quería una serie donde los personajes no se tocaran, pero donde el covid no fuera tema; no hablamos de la cuarentena. El trabajo de Nora fue impecable, porque nos tenía que dar un guión que narre acciones pero se pueda filmar a la distancia. Y lo logramos. A Ceci la filme a toda hora, en todos los rayos del sol. Su cuerpo era por fin mi lienzo y mi pincel para bucear en la estructura narrativa que proponía la serie.

Ahora que probás con este nuevo género y formato, ¿encontrás un gran tema o intención en toda tu obra?

--Creo que el cine tiene mil propósitos. Mirá los nenes bien que hacían cine para estrenar en el Malba... Ahora el Malba está cerrado y mi película Olympia tiene tres millones y medio de reproducciones en YouTube. Nadie entendía por qué hice esa película. La razón es tan simple como pasarla bien. Soy consciente de que a mi cine le interesa la mujer, el sexo, la moral cosmética, la fantasía, el juego, la libertad…

¿Esa fascinación por lo bello y elegante es una respuesta a un pasado lejos de todo eso?

--Hay una verdad y es que vengo de descendientes indígenas e italianos y no de terratenientes. Como soy una persona de aire y mucho fuego, no quise aceptar el destino de trabajar en un taller mecánico. En el taller tenía pósters de mujeres desnudas como Liv Tyler y Angelina Jolie. No soy un cheto de cartón como los publicistas de Palermo. Quise hacer crossover y que las personas que me podrían haber contratado como mecánico o fletero inviertan en mi arte. Lo mismo con las mujeres que conocí: sacarlas del póster a mi cama. Una belleza pop como virtud.

¿Creaste una fantasía a partir de eso?

--Me eduqué en ser un dandy de barrio, leyendo y estudiando a Victor Hugo, Baudelaire, Castaneda y los placeres más lujuriosos que nos gustan a todos. Disfruto de ir al mejor palco del Colón si me invitan, tanto como mis puritos Cohiba o tomar un té en el Alvear, que es uno de mis sitios favoritos de la ciudad. Un día mi entrenador de boxeo me dijo: "Filmás, cantás, salís con las chicas más lindas, andás a caballo... No te privás de nada". Y le respondí: "Déjenme ser un poco snob, ya la sufrí de pibe". Y es que cuando nacés en una casa de piso de tierra, vas por todo.