Zona de turbulencias. Después de siete meses sin verse las caras, Estelares se encuentra por primera vez arriba del escenario. Sin ensayos, sin prueba de sonido, sin preámbulos. Lo que tendrán enfrente será un predio repleto de autos: todo su público detrás de un parabrisas. Las canciones volarán desde el escenario y se duplicarán en los estéreos. Manuel Moretti, al mando de la nave, tiene una sola palabra para esa imagen: “inquietante”. Así será esta noche su recital en el Autocine de Mandarine Park: una inquietante lista de éxitos radiales en un mundo desconocido.

“Van a ser veinte canciones entre los hits de la banda y los cortes del último disco. Lo más cantable, radial, fresco. Estamos contentos de que vamos a tocar de nuevo, pero el resto… vamos derecho al escenario. Es todo nuevo, como cada instante de esta pandemia”, dice Moretti en charla telefónica con Página 12. “Contamos al menos una ventaja en esas canciones y en que conocemos los escenarios. Estamos en un escenario hace veinticinco años. Creo que nos salva la cantidad de shows que tenemos encima, el oficio. Pero la verdad es que no sabemos qué va a pasar”.

Los antecedentes son pocos. Apenas la seguidilla de recitales de Coti en San Isidro –el primero en Sudamérica– y la República de los Niños. A esas experiencias germinales se sumará entonces Estelares, que dará su recital en el predio al aire libre de Punta Carrasco, dentro del ciclo Drive In, del que ya participaron Los Cafres y Los Pericos, y que este domingo cerrará Massacre. “Habíamos tenido un ofrecimiento para participar en República de los Niños, pero todavía no había un acuerdo interno en la banda y no lo hicimos”, señala Moretti. “Esta vez sentimos que ya hay que meterse en el ruedo. No sabemos hasta cuándo va a durar esta situación y de alguna forma tenemos que empezar”.

El punto de quiebre será entonces el estacionamiento de Mandarine Park, sobre un escenario de veinte metros de largo, frente a 183 automóviles –con un máximo de cuatro personas dentro de cada uno–, con una pantalla gigante, amplificación a través de P.A. (un sistema de refuerzo de sonido que permite dirigirlo con mayor precisión), una sintonía FM exclusiva que transmitirá el recital dentro del predio y el público pidiendo comida desde sus vehículos. ¿De dónde agarrarse?

“Esto de que el público nos escuche desde adentro de un auto es algo demasiado extraño, pero decidimos probar a ver de qué se trata. Estamos en primavera, será al aire libre, una instancia que hoy nos resulta más cómoda que el streaming, donde estás en un lugar cerrado. Todo eso influyó”, asegura Moretti. “Estelares es también un grupo grande de técnicos, asistentes, laburantes, que está frenado. Esa es una de las razones importantes por las que volvemos al escenario, para volver a generar trabajo, que haya un poco de pan en la mesa”.

El inicio de la pandemia dejó a la banda a mitad de camino. En septiembre pasado habían presentado su octavo disco, Las Lunas, y la grilla del 2020 estaba armada en base a una extensa gira nacional y una serie de recitales en México para presentar el disco. Finalmente, durante los meses de aislamiento, estrenaron los videoclips de “Montañas de amor” –hecho enteramente con ilustraciones originales de Tute– y de “Este misterio”, una suerte de road movie protagonizada por Andrea Rincón, cuyo final aparece hoy como un extraño presagio: en medio de un escenario rural, Rincón y Moretti están separados por un vidrio infinito que no les permite tocarse.

“Vamos al ritmo de la pandemia, de las novedades diarias. Quizás hasta junio, julio del año que viene, no podamos hacer un show con público. En realidad tampoco sabemos… ahora se está gestionando hacerlos al aire libre con menos cantidad de gente. También es probable que hagamos un ejercicio de streaming dentro de poco”, reflexiona el cantante sobre el futuro de la banda. “Siento que hoy no hay nada que sepamos, lo único que podemos hacer ahora es acomodarnos”.

-¿Qué les parecieron las experiencias que ya se dieron al aire libre o por streaming?

-De los primeros que hicieron un recital por streaming fueron Coki y the Killer Burritos, en Santa Fe. Estuvo bueno y fue rarísimo, en un teatro. Con las transmisiones el problema principal es la calidad de la conexión y también la interacción con el público. Después hablé con Coti, que está entusiasta con estas instancias al aire libre, con mucha necesidad de tocar. Pero no tenemos más que eso por ahora. En este recital que vamos a dar incluso no va a haber streaming. Desconfiamos de... no de nuestro oficio, porque hace veinte años que estamos de gira, sino que hace siete meses que no nos vemos, como para que alguien tome el show desde afuera. Preferimos esperar con el streaming.

-Hay una creencia extendida de que en los peores momentos surgen las mejores obras. ¿Estos meses fueron algo “positivo” en tu laburo como compositor?

-Fue una etapa de hacer demos, un montón de canciones nuevas que ya compartimos con la banda y nuestro productor. Hice más de veinte canciones nuevas. Es mi trabajo, está bien. También es con lo que me defiendo de la neurosis. Te diría que es lo único que estuvo bien de la pandemia, trabajar bastante. Hoy tengo una vida familiar en el medio de los bosques. Es una vida rural. Vivo en calle de tierra, alejado de la ciudad. Eso fue lo que me ayudó muchísimo.

-¿Y en esas canciones se filtró la pandemia o te mantuviste alejado?

-Ninguna canción habla de la pandemia ni del coronavirus. Habla de circunstancias difíciles, si querés, pero no hay imágenes que me remitan a la pandemia. Tengo siempre situaciones sobre las que escribir, que son nuevas de alguna forma. Las Lunas es un disco con todas sensaciones nuevas. Es el primer disco que escribí quedándome. El resto de los discos fueron todos yéndome de algún lugar. Y este disco estoy acá, quedándome, en la vida familiar, que es algo que disfruto mucho. Lo que hice para refugiarme fue revisitar The Wire y Los Soprano, enteras de nuevo, lo mejor de lo mejor. Creo que lo único importante de la pandemia fue eso. Extraordinario. Son como clásicos de la literatura. Cuando se terminaron, empezaron las noches de insomnio. Espero que ahora vengan las de recitales.