“De una patada fui de Fiorito a la cima del mundo, y ahí me la tuve que arreglar solo”, eso declaraba hace 20 años Diego Armando Maradona. Hoy, miércoles 25 de noviembre, murió a los 60 años. 

Hace casi un mes, en su cumpleaños, Natu Maderna se preguntaba ¿por cuánto tiempo más vamos a seguir gambeteando las feministas el debate sobre Maradona?

Artículo publicado el 30 de octubre de 2020

¿Por qué nos cuesta tanto analizar a uno de los mayores íconos populares de nuestro país como Diego? ¿Dónde reina el problema? ¿Dónde se ancla la discusión?

A lo largo de estos últimos 5 años, en muchas oportunidades, intenté plantear el debate entre colegas feministas y algunas de ellas, también futboleras. Spoiler: no lo conseguí.

Una de las preguntas disparadoras podría ser: ¿se puede ser feminista y maradoneana?

¿Sobra “careteada” para dentro de los feminismos para abrir el debate? Como militante feminista, soy partidaria de dar todas las discusiones para enriquecernos a partir del debate de ideas, de la circulación de las opiniones. Nos enriquecería muchísimo el pensar a los feminismos también maradoneanos. Me pregunto, ¿es una deuda de los feminismos futboleros el debate? ¿O simplemente no nos interesa? Algunas también pueden pensar que ciertas discusiones no importan.

¿Qué papel juega “la moral” al momento de plantear el debate desde los feminismos y “El 10”?

Con Diego hay mucho de todo, siempre: clasismo, racismo, “la argentinidad al palo”, un manojo de contradicciones. ¿Acaso Diego es una de nuestras contradicciones preferidas? ¿O una de nuestras contradicciones permitidas? ¿Es Maradona el permitido de las feministas futboleras?

Es clave también el lugar desde el cual elegimos pararnos para pensar-nos. Si somos mujeres a las que nos gusta y nos interpela el deporte en general y el fútbol en particular, es distinto el abanico de emociones que se ponen en juego si “la dinámica de lo impensado” no te enamora. Porque obvio que existen mujeres feministas que no son futboleras, y ahí el debate (y las emociones) no van a querer entender al Diego Armando ícono popular, al Diego Armando de las alegrías inolvidables. Por eso la distinción de “feministas futboleras”.

Si ponemos el foco en el “clasismo”, el Diego tiene que ver mucho con el odio de clase, ese ícono de superación a través del deporte que nunca olvidó sus cimientos, sus raíces. Yo creo que Maradona nos invita por un lado a aceptar y asumir nuestras contradicciones pero sin buscar justificarlas. Maradona nunca se olvida de quién fue y cómo llegó a ser quién es. Nunca renegó de sus orígenes, todo lo contario. Esa cuestión de clase popular, ¿no es feminista?

Mónica Santino es una ex jugadora de fútbol, militante feminista con el fútbol como bandera y hace más de 10 años, junto a Juliana Román Lozano, entrenadora de La Nuestra Fútbol Feminista en la Villa 31. Mónica se auto percibe como feminista y maradoneana: “El Diego es un dedo en la llaga que puede generar este amor que muchas de nosotras sentimos y pareciera que si hablás bien de Diego justificas su violencia y su machismo. A mí no me gusta el feminismo que me dice cómo me tengo que comportar, ni el punitivista, ni el que castiga. No somos un movimiento romántico y las tensiones existen”.

¿Alguna vez te preguntaste qué pasaría si el Diego se cruzara con feministas y pudieran tener un intercambio de ideas? Yo me anoto.

Maradona conmovió a un pueblo entero, ¿por qué los feminismos se van a alejar de un fenómeno que logró igualar a les argentines en una felicidad inconmensurable? Yo soy feminista, no busco ser perfectamente feminista. No existe el feminismo perfecto porque no existe la perfección. El Diego no sólo no es perfecto, sino que el Diego es sinónimo de lo popular. Porque “el Diego” es lo popular. ¿Y cómo es el feminismo o los feminismos que militamos? ¿Qué feminismos queremos? ¿No es acaso el popular? ¿No es el de los territorios? Yo brego por un feminismo siempre cerca de los fenómenos populares.

Lo que nos pasa con Diego, por lo menos a las feministas futboleras, es la vida misma. Maradona excede el fútbol. Maradona y a su manera, muy característica por cierto, y con todas sus contradicciones se sigue enfrentando a los poderosos que reta y ataca a los más villanos sin más armas en la mano, que un "diez" en la camiseta. Maradona es reivindicar, todo el tiempo, qué significa ser jugador o jugadora de fútbol, más allá de los géneros.

Diego asume como técnico de Gimnasia en Septiembre de 2019. En el Lobo, como en muchos otros clubes (y cada vez son más), hay mujeres futboleras feministas y organizadas que militan por un fútbol femenino profesional, disidente, feminista y federal. Las pibas que conforman la colectiva Gimnasia es Pueblo también vivieron esas contradicciones: “No nos queríamos hacer cargo de las contradicciones, poníamos excusas todo el tiempo. ¿De qué no nos queríamos hacer cargo? Maradona es un montón de cosas que no nos gustan…que no nos gustan de él y de un montón de hombres más. Problematizarlo sólo en él, no tiene sentido alguno. La batalla está en otro lugar y la estamos dando”.

Cuando le escribí a muchas mujeres feministas y futboleras para que me ayudaran a pensar sobre nuestra relación con el Diego, la respuesta fue “No lo tengo muy pensado…”, ¡Es que esa es la idea, amiga! ¡Que lo empecemos a pensar! ¿No es acaso muy cómodo gambetear la discusión y escapar por la tangente?

¿Acaso tenemos miedo? ¿Miedo a qué? ¿Miedo al feministómetro? ¿Miedo a plantearlo? ¿A ser maradoneana y feminista? ¿Miedo a no entrar en una zona incómoda del pensamiento? ¡Eso sería una tragedia política! ¿Acaso hay temas o debates que los feminismos no nos podemos dar hacia adentro? Lamento comunicarles que eso trasciende a Maradona.

Mi conclusión es que ser maradoneana no es traicionar al feminismo. Soy feminista y soy maradoneana porque una cosa no quita la otra. Casi que creo, a esta altura del partido, que todo lo contrario, que ser una cosa, me hace ser la otra y se retroalimentan todo el tiempo.

Y cuando tengas dudas, fíjate quiénes son los enemigos de Maradona. Porque cuando veas quiénes son, yo por lo menos, me convenzo cada día, un poco más.