El mundo pandémico pone en jaque la separación entre lo real y lo irreal. La cuarta edición del festival de No Ficción Basado en Hechos Reales (BHR) se realizará de forma virtual el 27 y 28 de noviembre por el canal de Youtube con la participación de invitados internacionales como el músico y director de cine serbio Emir Kusturica, el historiador francés Ivan Jablonka, la cronista y escritora estadounidense Susan Orlean, autora de El ladrón de orquídeas, que inaugurará esta edición, y el escritor mexicano Juan Villoro, además de cronistas y escritores argentinos como Ana Basualdo, Pedro Mairal, Martín Kohan y Martín Caparrós, entre otros. Los talleres con cupos limitados de Mariana Enriquez, Fernando Duclos y Silvia Cruz Lapeña (jefa de Actualidad de Vanity Fair) están agotados.

“A Orlean la veníamos convocando desde la segunda edición y su agenda complicadísima le impedía venir a Buenos Aires en las fechas propuestas”, cuenta la periodista Ana Prieto, una de las organizadoras de BHR junto a Cecilia González, Luciana Mantero y Victoria Rodríguez Lacrouts. “Cuando esta vez nos dijo que sí, tras tanto tiempo de quererla, fue más o menos instintivo: ella inaugura. Pero más allá del entusiasmo inicial, nos pareció la opción apropiada: representa en muchos sentidos lo mejor de la no ficción o más bien de cierta no ficción; es versátil, tiene un sentido del humor magnífico, no es solemne, es valiente, detallista, tiene instinto y ama su trabajo. Todo esto sin contar que vive en Estados Unidos, país que históricamente tiene en vilo al resto del mundo, pero con Donald Trump bastante más”.

Prieto, González, Mantero y Rodríguez Lacrouts tuvieron que armar toda la programación vía Zoom, “una plataforma muy práctica, pero que tiene una manera muy particular de agotarte”, reconoce Prieto, que trabaja como verificadora de información en la agencia France-Presse (AFP). “En ediciones anteriores, podíamos pasarnos nueve o diez horas en una casa pensando contenidos, pero vía Zoom, después de tres horas ya nada fluye –compara la periodista-. La sensación irreal del contexto influyó completamente. Primero, porque empezamos a pensar en la nueva edición del festival a fines de abril, totalmente a ciegas respecto de lo que pasaría en noviembre. Y segundo, porque la pandemia era, desde luego, ineludible a la hora de pensar en la programación. Pero, a la vez, no queríamos que todo se suscribiera a la pandemia, pues aun hay vida más allá”, plantea Prieto.

La programación de esta edición combina la cobertura “pura y dura” como “Periodistas en pandemia: cómo contar un nuevo mundo”, con Patricio Hernández (Chile), Abraham Jiménez Enoa (Cuba) y Cynthia Rodríguez (México/Italia), con actividades donde se reflexionará acerca de cómo esta crisis podría nutrir textos futuros, “La realidad, ese invento”, con Ivana Costa, Martín Kohan y Ricardo Romero; y diálogos sobre el oficio de escribir, fuera de cualquier contingencia, “Cómo pedirle la hora al papa”, una conversación entre Pedro Mairal y Juan Villoro. En el marco de BHR se conocerá el texto ganador del cuarto Premio Leamos de crónica breve, dotado de 80.000 pesos, cuyo jurado lo integran Julián Gorodischer, María Belén Marinone Soriano y Ernesto Picco.

¿Qué pasa con la cercanía, tan necesaria, ese estar ahí del cronista, en momentos en que lo que prevalece es la distancia física, la distancia entre los cuerpos? “Miles y miles de periodistas alrededor del mundo se han tenido que adaptar a la actual situación, sea haciendo coberturas completamente online, sea llenándose de equipo de protección (que usualmente no es facilitado por los medios en los que trabajan) y salir a la calle”, advierte Prieto. “Para la crónica clásica de largo aliento, donde tenés que seguir a tus personajes por un tiempo, observar los entornos, absorber todo lo que te transmite un lugar, la cosa sin duda se ha complicado. No me imagino a Leila Guerriero trabajando en un perfil vía Zoom. No sé cómo se reinventarán los periodistas de viajes hasta que esto pase. En el festival tenemos a cuatro invitados, todos cronistas, que nos contarán cómo fue para ellos hacer coberturas en un año pandémico; cuáles fueron sus prioridades, dónde pusieron la mirada, qué dificultades tuvieron para trabajar”.

En el cierre del BHR, Carla Díaz (Perú), Nadia Nasanovsky (Argentina) y Ana María Saavedra (Colombia), tres verificadoras de datos, compartirán el día a día de su trabajo y las historias más desopilantes que tuvieron que chequear en un año en el que la conspiración fue la vedette de las redes sociales y de algunos medios. Prieto, que coordinará esta actividad y también trabaja como fact-checker, anticipa a Página/12 las “barbaridades” que a ella le tocó chequear. “Vacunas que en lugar de prevenir el nuevo coronavirus te lo inoculan y se activan de manera remota gracias a las antenas 5G. Este viral que tuve que chequear fue publicado por usuarios latinoamericanos de redes sociales. Y en Latinoamérica no hay todavía tecnología 5G –aclara Prieto-. Otra versión de este viral aseguraba que el nuevo coronavirus cayó sobre la población china a través de chemtrails, que son las estelas blancas que dejan los aviones en pleno vuelo”. Y puede seguir aportando más: “George Soros es el supercapo de algo llamado ‘estado profundo’ y digita, junto con Bill Gates y algún Rockefeller vivo, toda esta farsa de la ‘plandemia’”.

Prieto precisa que plandemia es “una de las palabras favoritas entre los conspiradores de hoy en día y fue acuñada en un pseudodocumental publicado en Facebook en mayo, dirigido por un exmodelo llamado Mikki Willis Wiki, quien entrevista a Judy Mikovits, una doctora estadounidense muy desacreditada que aprovechó el interés de Willis Wiki y el poder de las redes sociales para tirar una serie de barbaridades respecto de la crisis sanitaria: que las vacunas han matado a más gente de la que salvan, que el virus fue creado en un laboratorio, que los médicos cobran por decir que un paciente murió de covid-19. Una tragedia que se viralizó en varios idiomas”.

¿Por qué las teorías conspirativas tienen cierta receptividad en el periodismo, en la comunicación? El periodista debería estar inmunizado contra las teorías conspirativas y sin embargo pareciera que no siempre es así. “Ojalá tuviera una respuesta. Esta situación me sorprende día a día. En lugar de acostumbrarme, me sorprende cada día más –confiesa Prieto-. Es cierto que un periodista debería estar inmunizado contra las teorías conspirativas y debería contrastar información y llamar a expertos en la materia antes de publicar o decir lo que sea. Pero si algo nos ha enseñado este año es que hay que estar atentos a la falacia de autoridad. Ni el comunicador necesariamente comunica bien, ni el médico necesariamente es un buen médico. Agrupaciones como los así llamados ‘médicos por la verdad’, que ya tiene ‘sedes’ en Alemania, España, Argentina, Perú, Uruguay y muchos países más, se escudan tras su diploma (que lo tienen) para decir falsedades planas y llanas, como que los asintomáticos no contagian la covid-19, que los barbijos no sirven para nada o que la eventual vacuna nos cambiará el ADN. Lamentablemente son muchísimas las personas que les creen, y muchos los medios serios que publican las opiniones de esta gente, sea porque no tienen un editor de ciencia, o porque saben que las teorías conspirativas son carne de click. Respecto de los médicos, no termino de entender sus motivaciones. Supongo que habrá convencidos y que también habrá quienes están buscando una plataforma para algo más”.