Una serie bien elaborada ha generado un interés inusitado y extendido por el ajedrez, conocido también como juego ciencia. Es notable cómo ha despertado un deseo dormido o causar un nuevo deseo por ese juego milenario.

El acierto del título Gambito de Dama más la excelente interpretación de Anya Taylor-Joy- de la novela del escritor Walter Tevis, han convertido en un escenario cuasi perfecto ese “ámbito en que se odian dos colores”, como escribió Jorge Luis Borges en su poema Ajedrez: "En el Oriente se encendió esta guerra/ cuyo anfiteatro es hoy toda la Tierra./ Como el otro, este juego es infinito". 

Freud en La iniciación del tratamiento escribe “Si intentamos aprender en los libros el noble juego del ajedrez, no tardaremos en advertir que sólo las aperturas y los finales pueden ser objeto de una exposición sistemática exhaustiva, a la que se sustrae, en cambio, totalmente la infinita variedad de las jugadas siguientes a la apertura. Sólo el estudio de partidas celebradas entre maestros del ajedrez puede cegar esta laguna (De ahí la utilidad de la clínica). Pues bien: las reglas que podemos señalar para la práctica del tratamiento psicoanalítico están sujetas a idéntica limitación”. Es decir, podemos establecer criterios o nociones tanto para los comienzos de un análisis como para el final, pero la enormidad de variaciones del juego medio es como bien dice Freud, infinita.

Se llama gambito en una apertura a la cesión que puede hacer un jugador de una pieza para obtener a cambio una iniciativa, o una mejor posición o un mejor desarrollo de sus trebejos. Hay tanto gambito de Dama como de Rey. En español se dice gambito de dama en vez de gambito de Reina porque para las anotaciones la R de Rey y de Reina confundirían o harían imposible la escritura. En inglés es Queen's Gambit.

Pero Gambito de Dama no alude sólo a la jugada sino que es una metáfora que refiere a la dama. Es la jugada de una mujer.

Hablando de la Dama, es decir de la Reina, también Lacan hace referencia al juego del ajedrez, en el Seminario 6 “El deseo y su interpretación”, allí destina varias clases a la lectura de un famoso caso tratado por la psicoanalista inglesa Ella Sharpe, cuyo paciente del contexto inglés no podía menos que referir la reina a la madre y el rey al padre. Se puede apreciar esto en otra serie actual The Crown.

Son varias las citas sobre el juego del ajedrez, en varias clases de ese Seminario, 4 y 11 de febrero y 4 de marzo de 1959, pero se sintetizan en un párrafo más extenso en el que interpreta que lo que el sujeto en cuestión no puede es “perder su dama”, (no la pone en juego, no habla de su mujer) “diremos nosotros, a la manera de los malos jugadores de ajedrez, que se figuran que perder su dama es perder la partida, mientras que ganar al ajedrez es, al fin de cuentas, llegar a lo que se llama un final de partido, es decir, con el sujeto (el rey), con la facultad de desplazamiento más simple y más reducida, y el mínimo de derechos. Quiero decir que no tiene derecho de ocupar un casillero que esta puesto en jaque por otro (el padre en todo caso), y con esto, encontrar la ventaja de la posición. Por el contrario, en esta ocasión tiene gran provecho sacrificar su dama. Es lo que en ningún caso quiere hacer el sujeto, porque el significante falo es lo que para él es idéntico a todo lo que se produjo en la relación con su madre.” No quiere perder la “reina”, resiste la castración del Otro, último bastión para poder finalizar el análisis.

Beth Harmon, la ajedrecista de Gambito de Dama, empieza por el final, la reina madre está perdida desde el principio, no hay restitución posible, aunque sufra esa pérdida, puede encontrar en el juego de ajedrez una forma desplazada de dejar atrás su desamparo inicial.

*Psicoanalista. Edición Psicología Rosario12. [email protected]