País insular, Filipinas es, en relación con su superficie, uno de los más poblados del mundo. Es también uno de los que cuenta con mayor porcentaje de emigrados: un 10% de la población. El gobierno del cuestionado Rodrigo Duterte -que además de reestablecer la pena de muerte está acusado de la comisión de crímenes paraestatales- lleva adelante, en relación con el personal de servicio, una política hasta el momento desconocida: estimula su emigración por un período de dos años. Esa emigración tiene por destino los países árabes con economías más fuertes y también con mayores salarios, especulando así con el ingreso de divisas frescas al país. Sobre un grupo de mucamas, que se capacitan en una escuela estatal que instruye para ejercer el oficio, trata Overseas, de la actriz y documentalista surcoreana Yoon Sung-A, presentada el año pasado en el prestigioso Festival de Locarno.

La administradora del sitio español www.mimucama.es/blog, directora de una agencia de contrataciones, enumera las ventajas de las mucamas filipinas por sobre las de otros orígenes: son más fieles a sus empleadores, son trabajadoras, respetuosas y -tal vez el punto más importante- no presentan conflictos laborales. Al mirar las cosas desde el otro lado, la película de Yoon Sung-A muestra, como es obvio, un panorama no tan rosa. Como tantos documentales contemporáneos, Overseas fusiona ficción y no ficción de modo indeterminado, incluyendo además como parte de la diégesis representaciones dramáticas a cargo de sus protagonistas. El plano inicial, de carácter observacional y larga extensión, muestra a una mucama haciendo la limpieza de un baño muy bien puesto y echándose a llorar al cabo de unos minutos. Recién más tarde se verá que se trata de una representación, que bien podría ser parte del curso como especialmente montada para el film, algo que la película no aclara.

Lo que dejan ver esas representaciones y algunos de los relatos a cámara de las protagonistas son abusos varios padecidos a manos de los empleadores, tanto de tipo psicológico como laboral y sexual. Una de ellas cuenta que había días en que no dormía, cumpliendo con jornadas continuadas. Otra, que uno de los integrantes de la familia la toqueteaba, “licencia” que por lo visto en algunas sociedades sigue siendo algo así como un derecho de pernada. En caso de resistencia sobreviene el intento de violación, también reconstruido y con una de las alumnas asumiendo el rol del varón. A eso se suma, claro, el dolor del exilio, la ajenidad y sobre todo la distancia con los hijos, que quedan en el país de origen. La posibilidad de representar lo vivido o temido permite a las protagonistas tomar distancia de ello. E incluso, en ocasiones, darle a esas dramatizaciones el carácter de un juego, con intimidades y risas compartidas.

Pero la representación genera distancia también en el espectador. La distancia de la ficción, la duda sobre el estatus de lo que la película muestra. Esa distancia, esa pérdida de la rugosidad propia de lo real, se ve acentuada por el modo impecable en que Overseas está filmada, con un control sobre las herramientas fílmicas (encuadres prolijamente compuestos, posiciones de cámara justas, cortes precisos, duración calculada de cada plano) que sólo el cine de ficción permite. Documentales sobre el mismo tema, como la argentina Bajo un mismo techo (M. Mosenson, 1996) o la mexicana La camarista (Lila Avilés, 2018), así como ficciones netas (Lina de Lima, M. P. González, 2019) o la ficción documentalista Raimon (R. Moreno, 2014) logran transmitir al espectador, con una impresión de realidad más fuerte, la cotidianidad de esos seres invisibles que tantas veces están al lado.


OVERSEAS 6 PUNTOS

Bélgica/Francia, 2019

Dirección y guion: Yoon Sung-A

Duración: 90 minutos

Estreno en Mubi