MULÁN  -  5 PUNTOS
(Estados Unidos-China/2020)
Dirección: Niki Caro
Guion: Rick Jaffa, Amanda Silver, Lauren Hynek y Elizabeth Martin
Duración: 115 minutos
Elenco: Liu Yifei, Donnie Yen, Gong Li, Jet Li, Jason Scott Lee y Rosalind Chao.

Estreno en Disney+

De haberse estrenado en 2019 y no durante este caótico y eterno 2020, difícilmente se hubiera escrito tanto sobre Mulán, versión live action del film homónimo animado de 1998. Claro que los textos hablaban menos de la película que de lo que hubo alrededor. Y lo que hubo fue un recorrido cuyas distintas postas –desde la preproducción hasta el lanzamiento– cifran las principales encrucijadas del consumo audiovisual contemporáneo, esa suerte de aldea global pródiga en productos tan correctos como desalmados y fácilmente intercambiables entre sí. Mulán, como ellos, lleva con orgullo las huellas de su “deber ser” a flor de piel, dejándose arrastrar por el viento de las imposiciones de la corrección política para contentar a todos, todas y todes. Hasta a los chinos debe contentar esta joven guerrera dispuesta a todo con tal de defender al mismo Rey que les niega gran parte de su condición de humanidad a las mujeres de la comunidad. Película, personaje y productores aspiran a lo imposible: romper las tradiciones pero sin romperlas.

Todo comenzó apenas se supo que la heroína sería interpretada por una occidental y en China pusieron el grito en el cielo aludiendo que no había chance de que una película ambientada en su historia y enmarcada en su cultura funcionara con alguien de ojos redondos llevando adelante la acción. Disney, sabiendo que la parte más jugosa de los ingresos de taquilla llegaría desde el gigante asiático, atendió el reclamo y puso como cabeza del reparto a la estrella local Yifei Liu. Asunto solucionado, hasta que llegó la pandemia. La empresa del castillo aprovechó el cierre de las salas para ensayar una nueva metodología de lanzamiento habilitando el visionado online en Disney+ a aquellos suscriptores dispuestos a pagar un importe extra al abono mensual, mientras las cadenas de exhibición ponían el grito en el cielo, temerosas de que ya nada vuelva a ser como antes luego de ese experimento. Para el resto de los mortales, latinoamericanos incluidos, Mulán podrá verse dentro del paquete básico desde hoy.

Tiene su lógica que una película surgida en medio de esos tironeos e intereses cruzados, entre los pliegues del proverbial monitoreo del régimen rojo sobre las producciones estrenadas en el país y la utopía de un público multitarget, ajeno a los límites fronterizos políticos, que comanda el capitán Mickey desde la cúpula de su castillo, tenga un arco dramático en tensión constante. De un lado hace fuerza el subgénero asiático llamado wuxia (películas épicas vinculadas con las artes marciales y la cultura ancestral china), del que Mulán se nutre con su abrumador despliegue visual en las peleas cuerpo a cuerpo y su vindicación del honor y la hidalguía como nortes éticos. Del otro está la mirada siempre conciliadora y simplificadora de la factoría Disney, que se traduce en la modificación de algunas situaciones y personajes para adecuarlos a los tiempos que corren. Ahí están, por ejemplo, la villana con quien Mulán se espeja o ese soldadito que por momentos parece fungir como interés romántico, una subtrama lo suficientemente lavada como para disolverse sin que a nadie le importe demasiado.