Si el miedo tiene nombres propios, uno de ellos debe de ser Victoria Antonia Juárez. Así se llama la mujer que sostiene casi en el regazo la foto de su hija, Graciela Beatriz Juárez, secuestrada y desaparecida el 12 de agosto de 1976, en la ciudad de Salta. 

A 44 años de ese hecho terrible, Victoria tomó el coraje para autorizar que se presente una querella por su hija y por ella misma y se pida la indagatoria de Luis Dubois, el militar que la siesta del 13 de agosto de 1976 encabezó a la patota que invadió su casa y se llevó los recuerdos de Graciela y la llevó a ella misma detenida por 72 horas, en las que fue interrogada y escuchó disparos y gritos de otros detenidos. 

"A mí me amenazaron, que yo no tenía que abrir la boca porque me iban a matar a los tres hijos que quedaban", se explicó Victoria cuando se la consultó por su hija. La conversación se desarrolló en la vereda del edificio de los Tribunales federales en Salta, donde los organismos de derechos humanos llevaron adelante una acción en el Día de los Derechos Humanos, la asociación Encuentro, Memoria, Verdad y Justicia, de Orán, presentó la querella y se hizo una intervención con claveles y la fotografía de Graciela para visibilizar la demora en la investigación de los crímenes del terrorismo estatal cometidos durante la última dictadura cívico militar

"Recién abro la boca después de 44 años. Todavía tengo miedo", se sinceró Victoria: "Me dijeron que uno por uno les iban a hacer daño (a sus otros tres hijos)". 

Ese miedo que sufre Victoria fue refrendado ayer por un incidente que soportó más temprano en la Ciudad Judicial (en los tribunales provinciales) el abogado David Leiva, presidente de Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, quien fue agredido por guardias de seguridad privados cuando intentaba ingresar a consultar expedientes. Victoria apenas podía con esta novedad cuando la presencia de un Policía Federal que ostentosamente informaba por teléfono sobre la acción de los organismos la angustió aún más. Y enseguida nomás llegaron dos policías de la provincia, también a indagar sobre la manifestación.   

Enemiga de la patria 

La historia de la desaparición de Graciela y de la persecución a Victoria exhibe hasta qué punto la represión estatal intentaba borrar todo vestigio de las personas que decidían desaparecer. 

Graciela Juárez tenía 19 años y estaba embarazada de dos meses cuando fue desaparecida. Era estudiante de nivel secundario en el Colegio Comercial Nº 2. Además, alfabetizaba a adultos en el barrio de Tres Cerritos de la ciudad de Salta y solía llevar ropa y otros elementos de asistencia a familias necesitadas de Villa San Lorenzo, el turístico pueblo vecino de la Capital. El 12 de agosto de 1976 salió para el Colegio y fue secuestrada cerca de las 18.30, por fuerzas represivas integradas por personal del Ejército Argentino y la Policía de la Provincia

Al otro día, pasadas las 14, "fuerzas conjuntas arribaron al domicilio de Graciela, donde vivía junto a sus padres y hermanos" en el barrio El Tribuno y lo invadieron. Eran unos veinte hombres, algunos de uniforme y otros de civil, todos "al mando del entonces teniente Luis Dubois", se relata en la querella, presentada con el patrocinio de la abogada María José Castillo y el abogado Martín Plaza

Dubois y cuatro soldados ingresaron a la casa, fueron al dormitorio de Graciela, revolvieron todo y se llevaron todas las pertenencias de la joven, fotos, libros, discos, ni un recuerdo dejaron de ella en la vivienda familiar. 

También tomaron una escopeta y un revólver chico que eran del marido de Victoria, un jornalero rural. Y adujeron que en el cuarto de Graciela habían encontrado un paquete con explosivos. 

Victoria recordó particularmente ayer que al salir de la casa, uno de los efectivos mostró una foto de su hija y gritó: “Ven esta inocente niña, bueno, esta es una enemiga de la patria”. Entonces ella reunió coraje y aclaró la razón verdadera de ese ensañamiento: no fue por eso que habían desaparecido a su hija, fue porque alfabetizaba y porque "llevaba ropa a los chicos pobres". 

A Victoria la subieron a un camión del Ejército y la llevaron a la Central de Polícia, donde estuvo detenida tres días y sus noches durante las que le preguntaron por las actividades de su hija y los nombres de compañeros y profesores. Un día la llevaron a otra oficina donde la interrogaron cuatro hombres del Ejército, entre los que señaló a los militares Carlos Alberto Mulhall (fallecido), Dubois y Toranzo Monteros. En esos tres días Victoria no pudo dormir y escuchó gritos y disparos. 

Oficial de Logística 

Dubois era oficial de Logística (S4) en el Destacamento de Exploración de Caballería Blindada 141 entre el 3 de enero de 1975 y el 16 de noviembre de 1976. Como tal, integraba la plana mayor con “responsabilidad primaria sobre todos los aspectos relacionados con el apoyo logístico”, se asegura en la presentación de la querella, para la que está claro que el oficial "intervino, tanto en la disposición de los medios necesarios para que se concretaran las acciones investigadas, como en la transmisión de las órdenes correspondientes, tal como lo expresa el dictamen Fiscal de noviembre de 2017", que todavía no fue proveído por la Justicia.

Cuando le permitieron volver a su casa Victoria no fue realmente libre. Durante un año tuvo que ir cada día a la sede del Ejército a registrarse. A veces la sometían a largas esperas. El segundo año debió cumplir con esa obligación día por medio. Además, su vivienda era vigilada por policías y cuando salía era seguida constantemente. Esa vida y las amenazas dirigidas a sus hijos la mantuvieron en un estado de temor permanente. 

El daño infligido se podía advertir ayer, con solo verla. Todo el tiempo estaba atenta a la figura de su hijo, Gustavo Balderrama, que la acompañó a los Tribunales. Sin embargo, cuando Victoria dice que no abrió la boca por 44 años, olvida que ya en agosto de 1979 denunció la desaparición de su hija, que también llevó su caso ante la Conadep y el 22 de mayo de 1980 dio su testimonio, y volvió a hacerlo en 2014.  

Ayer mismo, este miedo en los ojos no pudo impedirle pararse con una rapidez sorprendente cuando escuchó gritar: "Graciela Beatriz Juárez ¡Presente!" La emoción la ganó. Se abrazó con la abogada y entonces la palabra más repetida fue "Gracias". 

La historia de Graciela concitó el interés de la Federación de Estudiantes Secundarios (FES), que acompañó la acción de los organismos de DDHH. Varios chicos conversaron con Victoria. "Nosotros hace poco sacamos la ley de centros de estudiantes y esto es también el recorrido histórico de todos estos estudiantes que también lucharon por los derechos que tenemos ahora y es uno de los ejemplos, pero que hay muchos más, que no están en causa, que todavía no conocemos", sostuvo Alma Blanco, presidenta de la FES.