Mar del Plata, año 1996: en el PH donde vivíamos no tenía cuarto propio, te tropezabas con mi cama apenas cruzabas la puerta de entrada. Junto a mi almohada, había una cajonera donde apoyaba mi pequeño radiograbador Philips, que además de reproducir CDs tenía una casetera. Era mi primer año de secundario y me levantaba todos los días a las 6 AM para ir al colegio. Pero esa mañana me desperté un rato antes: mi papá había llegado de Buenos Aires y me traía un regalo : Dopádromo, el último álbum de Babasónicos. Me podría haber traído un cd, pero me compró un cassette y encima, copiado: los vendían en una galería en Villa del Parque.

Un TDK grabado. La tapa era una impresión láser en un papel satinado apretado bajo la carcasa de plástico. En el interior, un cartón con los temas escritos con lapicera en prolija letra imprenta mayúscula. Todavía no era hora de levantarse, pero la emoción me despertó por completo. Bajo las frazadas me puse los auriculares y le di play al lado A.

Lo que siguió fue como entrar a un cine oscuro perdido en alguna zona de frontera. La cinta comienza a girar. La pantalla permanece negra. Un punteo de guitarra se aproxima flotando desde el horizonte, donde el sol acaba de ponerse, y da comienzo a una película western que se convierte en ciencia ficción a medida que pasan los minutos. Las imágenes son múltiples, ambiguas y tienen el poder de sobreestimular mi cerebro adolescente. Soy como el personaje de la tapa, con los auriculares sujetando mi cráneo, ligeramente fuera de foco, como si alguien hubiera capturado mi imagen justo en el momento en que mi cerebro empieza a sacudirse, se saca de encima ideas viejas, incorpora nueva información a altas velocidades.

"Zumba", "El Médium", "Cybernecia", "Safari Vixen", "Viva Satana", "Perfume Casino", no entiendo muchas de las palabras o las entiendo a medias, completo lo que falta. Lo mismo que me pasa con las letras en inglés, pero esto es distinto: se trata de una banda de acá, que a la vez parece estar muy lejos.

Me dejo llevar en un Safari mundano a través de mundos químicos, cada tema va desprendiendo imágenes que impregnan mi cerebro y que por mucho tiempo voy a dibujar en mis cuadernos y carpetas. Siento que es un disco nocturno, como el momento en que lo escucho. Tengo 13 años y aún no probé drogas en mi vida. Si no, tal vez hubiera pensado en una noche artificial, extendida a base de fármacos, una larga sesión de viajes astrales celebrada puertas adentro, en un laboratorio donde no importa si afuera salió el sol.

Termina el lado A, ya pasó media hora. Si no me levanto de la cama, voy a llegar tarde al colegio. El Lado B lo escucho en la cocina, mientras espero que se hagan las tostadas en la plancha metálica toda quemada y que se caliente la leche del café en el jarrito. Por la ventana solo se ve un color: negro. Aún no amanece en este frío invierno suburbano del barrio de Punta Mogotes. Ahora el equipito Philips está sobre la mesada y ya no uso los auriculares. A través de los parlantes llega una voz filtrada, como de otro mundo, que dice: estoy tan confundido…el resto de las palabras no las voy a entender hasta mucho tiempo después.

Caudaloso por mis venas el hechizo siento arder. El daño está hecho. A partir de ahora, y por mucho tiempo, no podré conectar con las demás bandas de la época. No me cautivan los discursos que me “representan”, que tienen contenido “social”, que agitan banderas. No me interesa escuchar sobre la vida común. Tengo suficiente con mi día a día. Todo lo que quiero es escapar lo más lejos posible y ese viaje, por ahora, solo puedo hacerlo en mi mente. Por supuesto que escucharé otras cosas, pero ninguna música me va a llevar tan lejos. Encontré mi alimento balanceado. Soy el perro biónico viviendo una pesadilla de la que no quiero despertar.

6:30 AM. Tengo que salir de mi casa y caminar las 7 cuadras desoladas que me separan de la parada del 526. Voy escuchando el cassette en mi walkman y siento que nunca más va a hacerse de día.

David Pitucardi (Mar del Plata, 1983) es músico, dibujante y profesor. En 2020 lanzó CARITA su primer álbum solista. Desde 2015 toca con su proyecto Expediciones Científicas. Publica historietas en sus redes bajo el nombre de Pitucardi. Dicta el taller Decir Algo Dibujarlo,