“La introspección me lleva a mi mundo de toda la vida que es el refugio de la música. Cuando tengo conflictos o cosas para resolver, lo que más me ayuda es meterme en mi mundo musical porque es aire, oxigena mi interior. Ahí surgen canciones y respuestas a cosas que tengo trabadas”, confesó el músico Ricardo Mollo en IP Cultural, programa conducido por la periodista y locutora Valeria Delgado que se emite todos los sábados a las 17 por el canal IP, recientemente lanzado por el Grupo Octubre con el objetivo de priorizar la información periodística y las voces jóvenes. La entrevista se repetirá este domingo a las 17 y quedará disponible en la plataforma digital del canal.

En este ciclo por el que ya pasaron músicos como Paula Maffia, Rodolfo García o Diego Frenkel, Mollo subrayó que esa introspección fue posible porque contaba con lo básico: “Somos privilegiados de poder atravesar esta situación con nuestras necesidades básicas resueltas, así que hay que ser agradecidos y tenerlo muy en cuenta. Mucha gente no puede quedarse en su casa por una cuestión de vida, de supervivencia”. En el especial dedicado al vocalista de Divididos se compartieron algunos fragmentos de un vivo que la conductora hizo con el músico días atrás, desde su cuenta de Instagram.

En la primera parte charlaron sobre el lugar trascendental que ocupó la música durante el período de aislamiento a causa de la pandemia, el acompañamiento de los artistas en uno de los momentos más difíciles para toda la humanidad, el último recital en Cosquín Rock, la añoranza del vivo, la historia de los festivales federales en transición democrática, la polémica en torno al documental Rompan todo y también la necesidad de abrirse redes sociales para seguir en contacto con su público: “Esto de Instagram nace a partir de una necesidad, si no nunca hubiera tenido este espacio porque roba mucho tiempo y mucha energía”, explicó Mollo, que en su perfil público se define como un obrero musical.

A pesar de esa resistencia, poco a poco empezó a subir fragmentos de canciones grabadas cada uno desde su casa. La primera prueba fueron unos segundos de “Ala Delta” y la respuesta de los fans fue muy satisfactoria. “Acompañamos en las casas a cada uno de los que nos quieren. Fue como golpear la puerta virtualmente a muchas personas para hacerles compañía, ese ratito de estar juntos como sea. Esta situación nos hizo creativos para seguir comunicándonos y generar cosas buenas”.

Delgado consultó también por sus trabajos como solista, al margen de Divididos, y Mollo celebró su reencuentro con Pedro Irigaray, un viejo compañero de ruta –responsable de la letra de “Soy quien no ha de morir”– con quien estuvo componiendo en cuarentena. “Es un tipo al que le tengo un cariño enorme por las charlas interminables que hemos tenido en el patio de su casa. Nos quedábamos tomando mate desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana”, recordó, y también habló con cierta melancolía de la última presentación de Divididos: “El último recuerdo que tengo es la tocada en Cosquín. Fue una buena decisión haber ido. A mí me encanta Córdoba y aproveché para salir a caminar, estaba muy conectado con ese clima. Hay una conexión hermosa que se da cuando se encuentra gente de todos lados. Fue una linda despedida”. A lo que Delgado retrucó: “¡Una despedida momentánea!”.

Después de que sonara la reciente “Cabalgata deportiva”, abordaron los cruces de géneros y las colaboraciones recientes con colegas tan diversos como el joven Wos, la nueva formación de Los Abuelos de la Nada o Conducta Calle, una banda de internos de un penal mendocino que interpretó “Par Mil” a ritmo de merengue: “El género es el soporte de una melodía, pero si está bien hecho está bien”, declaró el músico. En IP Cultural se compartió la versión de ese tema junto a Rubén Patagonia, grabada en lengua mapuche. A propósito de aquella experiencia, Mollo bromeó: “Creo que me fue mejor que con el inglés. Es un idioma que cuando lo escucho me conmueve muchísimo. Lo mismo me pasa con el quechua. Ahí hay algo muy esencial y muy emotivo”.

En la última parte conversaron sobre las dificultades a la hora de adaptarse al streaming (Divididos grabó un concierto al aire libre y de día para ofrecer algo distinto , y sobre las medidas de prevención sanitaria: “Yo me quedé en mi casa todo este tiempo. No nos vimos las caras siete meses. Nos quedamos en casa porque entendíamos que era la mejor manera, aún con las ganas terribles que teníamos de vernos. Durante los últimos cuarenta años, con Diego (Arnedo, bajista) nunca estuvimos más de veinte días sin vernos. Si nos va a dejar algo bueno todo esto, es que aprendamos a cuidar al otro”.