Que el presidente no comulga con la idea de una revolución, está claro. Se nota y mucho, no hace falta aclararlo. Su accionar es transparente en ese sentido, de manera que no aporta nada nuevo expresarse en ese sentido.

Que en el Frente de Todos hay gente que sueña con una revolución, también es muy cierto. Son muchos los que sostienen esa idea y están o apoyan al FdT como un camino de aproximación hacia ese objetivo, pero conscientes de que para la concreción de ese anhelo el camino es otro y que está por encima del que hoy transitamos con este Presidente.

En síntesis, ¿qué necesidad tuvo el presidente de aclararle a Clarín esa cuestión?

Si empezamos por el principio, habría que reconocer que si es el FdT un espacio amplio, está claro que en él conviven sectores que tienen visiones distintas sobre hacia dónde vamos. Están los tibios que solo aspiran a mantener algún privilegio y no avanzar en demasiados cambios, otros buscan por este lado conquistar alguna que otra reforma, y hay quienes aspiran a que por esta senda se aproxime a posiciones y situaciones que permitan mejorar las condiciones para el cambio revolucionario. Todos tienen sanas intenciones, unos más exigentes, más profundos que otros, todos contra el neoliberalismo expoliador.

Si no se entiende esto, no se entiende que es y para qué es el FdT. ¿Sabe el presidente para qué es el frente, si hay objetivos precisos, hacia dónde vamos ? Eso debería contestar el presidente, en lugar que “aclarar” que hay revolucionarios y otros que no lo son en el Frente, y que él, precisamente, confiesa que no tiene que ver con eso.

Entonces pregunto: ¿a quién le está hablando? ¿al Frente, a sí mismo, o había que hacer esta confesión pública ante el mayor medio de comunicación miserable, terrorista, golpista?

Lamentablemente, semejante apreciación no aporta nada para las mayorías y si (parece) le da “garantías” a la cabeza de playa del enemigo de la Nación.

Héctor Jorge Marinángeli