Cuarenteñeros de mi corazón y de mi corazona: es con ustedos, que —más allá de edad, etnia, creencia, sexo, neurosis o color de piel, ojos o pelo— se cuidan y nos cuidan en estos tiempos tan agresivos, agresivas y agresives, sea en su voz activa o sea en su voz pasive. Hablemos de eso, ¿los, las y les parece?

La agresión pasiva está de moda, es fashion, cool, friendly. Porque, además, podés ser agresivo con el otro sin necesidad de hacer nada, sin esfuerzo. Alcanza con no escuchar, con salir a la calle (que igual lo hubieras hecho) sin ponerte barbijo, con no percibir el sufrimiento ajeno ni que vos también sos el otro, para el otro. Alcanza con actuar en nombre de las estadísticas:

*Si las estadísticas dicen que la expectativa de vida es de 74 años y vos tenés 75, "viviste un año de más, no te quejés si el sistema te descarta”.

*Si las estadísticas dicen que hay un 45 por ciento de pobreza, y vos no llegás a fin de mes, "no te quejés, el problema es que pertenecés a ese 45 por ciento”.

*Si las estadísticas dicen que “solamente” el 1 por ciento de los enfermos de Covid se muere, y te morís, "¡ponete contento —no sé cómo, si te moriste—, va a haber 99 que no se van a morir, gracias a vos!”.

*Si las estadísticas dicen que el 98 por ciento de las víctimas de robo tienen entre 34 y 50 años, pero vos tenés 60 y te robaron, "debe ser que no te robaron, te hicieron otra cosa y te confundiste".

*Si las estadísticas dicen que el 95 por ciento de los asesinos son humildes, pero vos sos rico y mataste a alguien, no lo mataste: “lo pasaste a mejor vida”, “lo reuniste con sus antepasados”, “ lo cambiaste de estado vital" o vaya uno a saber qué, pero no lo mataste.

Y podríamos enumerar ejemplos que atravesasen edades, razas, etnias, creencias, nacionalidades, sexos, géneres y demás modos que tiene el poder de clasificar a los seres humanos y las seras humanas.

Otra forma de agresión pasiva vinculada a las estadísticas es la que encontraron muchas empresas de diferente calaña para lograr un mayor sufrimiento entre sus clientes, o sea quienes les pagan (tal vez mensualmente) sumas de dinero para obtener determinados servicios.

Lo que hacen esas empresas “para mejorar sus servicios” es reemplazar a los seres humanos a quienes uno podría explicar lo que necesita y de quienes podría recibir una respuesta tal vez adecuada, por máquinas o sistemas virtuales que tienen respuestas estadísticas para preguntas estadísticas.

Pero si lo que a uno le ocurre no es “estándar”, preparate entonces para una travesía que nada tendrá que envidiar a La Odisea, La Eneida o La vuelta al mundo en 80 días, con la diferencia de que Ulises, Eneas o Phileas Fogg solían cruzarse con seres humanos —posibles interlocutores— y nosotros ya no.

Las empresas lo saben y lo tienen claro, porque cuando quieren venderte algo, ahí sí recurren a un ser humano.

Se trata de alien (perdón, de alguien) previamente capacitado (o sea, alienado en técnicas de sadomarketing), que te llama a tu teléfono, pregunta por vos (que nunca le diste tu teléfono ni le dijiste que te llamase) y te ofrece algo que no necesitás ni querés. Y te puede maltratar gratuitamente (gratis para él o ella, vos sí pagás) en caso de que no veas el beneficio de “eso nuevo” que te está ofreciendo. Más agresivo, difícil.

Reproduzco a continuación un diálogo ficticio (pero llamativamente similar a uno real) que se llevó a cabo entre une “llamadora anónima” (la voz la percibí femenina, pero no sé cómo se autopercibía elle), a quien voy a llamar Danerys para que se entienda que es un nombre ficticio, en homenaje a la protagonista de Game of Thrones (dentro de unos años habrá muchas jóvenes llamadas así, pero ahora son niñas y estoy en contra del trabajo infantil, que además es ilegal, así que es un nombre ficticio) y un hombre a quien, en un ataque de autorreconocimiento, llamaremos Rudy.

La acción, en la casa de Rudy, donde está cumpliendo el aislamiento ahora voluntario. La hora, masomenos las 20.

Rudy está escribiendo una nota cuando suena su teléfono de línea. Atiende. Una voz probablemente femenina, dice:

-Hola, mi nombre es Danerys, ¿puedo hablar con el señor Rudy?

-Hola, no sé si puede, pero de hecho está hablando con él.

-Pero es que no quería hablar con Él, sino con Rudy.

No le iba a decir “con él habla” porque se hubiera alargado demasiado, así que dije:

-Soy yo.

-Bien, señor Rudy, como titular de la línea le estamos dando un excelente beneficio, un descuento en su tarifa plana, larga distancia interplanetaria y un descuento en nuestro servicio de molestia al abonado del 45 por ciento.

-Muchas gracias, Danerys, ¿eso es todo? Voy a seguir trabajando.

-No, no, espere; necesito sus datos para saber si usted acepta ese beneficio.

-No entiendo, ¿no es que ya “me lo están dando”?

-Sí, se lo estamos dando a partir de que usted lo apruebe.

-Ah, entonces no me lo están dando, "me lo están ofreciendo”.

-Sí, se lo estamos dando.

-Disculpe, Danerys -no le dije señorita, señora, señoro o señore para no ofenderla-, pero, en castellano, “le estamos dando” significa una acción presente que viene del pasado, algo que “ya me están dando”; si no, sería más correcto decir “se lo estamos ofreciendo”.

-Mire, acá el protocolo dice que usted tiene que aceptar el descuento que “le estamos dando”, si no, no se lo damos más.

-Entiendo… -¿?-, usted habla un idioma en el que puede decir “le estamos dando pero todavía no se lo damos".

-Exacto. Usted tiene que aceptar el descuento.

-Disculpe, Danerys, ¿usted conoce a alguien que en la historia de esta u otra empresa se haya quejado por algún descuento?

-Lo que ocurre es que además del descuento que le estamos dando viene incluido nuestro servicio de internet, cable y psicoterapia alternativa con un 20 por ciento de descuento.

-Ah, usted me está “ofreciendo un producto”.

-No, le estamos dando un descuento, que viene con varios productos, ¡sobre los que también le damos un descuento! ¿Qué más puede pedir?

-Que cortemos acá, Danerys, lo nuestro no va a poder ser.

-Usted no me entiende, estoy trabajando.

-No, Danerys, usted no me entiende a mí… Yo estoy trabajando, usted me está agrediendo, porque me está tratando de vender algo con la excusa de que me da un descuento que tampoco me da.

Como no estábamos en Game of Thrones, no podía gritar "¡Drakaris!" para que viniera un dragón y lo resolviera todo. Así que corté. Seguro que en unos días (horas, minutos) me vuelven a llamar… ¿Qué hago? ¿Pido una perimetral?

A continuación el video completo del show Pandemia Argentina 2020, de RS Positivo (Rudy-Sanz), música y humor “para ir al teatro sin salir de casa” (visible en el Youtube de los autores).