“Tratá de decirme lo que vayas a decirme sin lastimarme”, le dice Marie a Malcolm –palabras más, palabras menos– al comienzo del cuarto o quinto round de intercambios verbales venenosos. Él es un cineasta que acaba de estrenar su ópera prima. Ella, su pareja y, como se verá, musa inspiradora de la trama de la película dentro de la película, merced a un pasado de adicciones y fragilidad emocional. Ambos acaban de regresar de la premiere en Los Ángeles y se aprestan a terminar la velada en una de esas pequeñas mansiones de alquiler con vista a las colinas. Pero a poco de cerrar la puerta de calle, mientras Marie prepara unos mac and cheese y Malcolm dispara un tema de James Brown en el equipo de audio, comienza la ronda de discusiones. ¿Por qué el artista subió a agradecer a medio mundo y olvidó mencionarla justamente a ella? La pregunta podrá parecer banal, caprichosa incluso, pero a medida que la noche avance la cuestión se irá desnudando como mucho más profunda y problemática.

Escrita y dirigida por Sam Levinson y rodada en cuarentena en apenas quince días, en una única locación y con dos actores –Zendaya, la protagonista de la serie Euphoria, creación de Levinson, y John David Washington, quien a esta altura ha dejado de ser simplemente el hijo de Denzel–, Malcolm y Marie resucita los temas y tonos del drama de crisis matrimonial, desde clásicos como ¿Quién le tema a Viriginia Woolf? a los primeros largometrajes de John Cassavetes. Y más allá de la preciosa fotografía en blanco y negro registrada en el viejo y amado 35mm, de los travellings elegantes y planos fijos rigurosamente encuadrados, de la cámara en mano que por momentos recuerda al estilo del director de Faces, la estructura dramática y la forma en la cual los diálogos marcan el desarrollo formal están atados a una teatralidad imposible de ocultar. Tampoco es que Levinson intente hacerlo: pieza de cámara temporal, geográfica y temáticamente restringida, la película avanza hacia su desenlace atravesando una serie de conversaciones agresivas y dolorosas con pequeños descansos para tomar un respiro y volver a empezar.

La creación artística como mímesis de la realidad, la subordinación de uno de los miembros de una pareja al otro, el amor como concepto sencillo de definir pero esencialmente resbaladizo, la crítica de arte y la corrección política son algunas de las cuestiones que afloran durante esas horas antes del amanecer, por momentos en forma de soliloquios disfrazados de diálogos. Es gracias al profesionalismo del dúo (a pesar de ciertos momentos en los cuales la dirección actoral parece haber empujado hacia los tonos más agudos de la representación) que Malcolm y Marie logra transformar el texto en un registro relativamente naturalista de una pareja en crisis. Ejercicio de estilo forzado por las circunstancias del rodaje, la película es un nuevo ejemplar del nunca extinto “teatro filmado”. Y se sabe: lo que podría ser bueno para las tablas no necesariamente lo es para la pantalla.

MALCOLM Y MARIE 5 puntos

Malcolm & Marie; Estados Unidos, 2021

Dirección y guion: Sam Levinson.

Duración: 106 minutos.

Intérpretes: Zendaya y John David Washington.

Estreno en Netflix.