En medio de nubes de arena que cortaban la respiración y por momentos nublaban los ojos, provocadas por un helicóptero de la televisión nacional de Perú, 500 hombres, pala en mano, movieron una duna el 11 de abril de 2002 en la zona de Ventanilla, en las afueras de Lima. Transformaron la fe que los impulsó a esa odisea en una experiencia simbólica e inolvidable. Cuando la fe mueve montañas, la performance ideada por Francis Alÿs, en colaboración con Rafael Ortega y Cuauhtémoc Medina, quien también fue el curador, integra el ciclo online del Malba denominado La historia como rumor.

Con curaduría de Gabriela Rangel, directora del museo, este programa reúne una serie de performances de América y del Caribe realizadas entre el fin de la Guerra Fría y el inicio de Internet. El Cuerpo de Giulia-no de Jorge Eielson; Dos amerindios no descubiertos en Buenos Aires de Coco Fusco y Guillermo Gómez-Peña; Destierro de Tania Bruguera y Helado de agua de mar Caribe de Quisqueya Henríquez son las performances que ya pueden verse en la página del museo, que inició este ciclo en 2020 y que continúa hasta septiembre, con una performance mensual.

Un mes antes de que cayera la dictadura de Alberto Fujimori, Francis Alÿs (Amberes, 1959) llegó a Perú para participar en la Bienal de Lima con Medina, reconocido especialista y curador en jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la Universidad Nacional Autónoma de México. En ese momento de convulsión política, empezó a imaginar Cuando la fe mueve montañas, acción que definió como “de desplazamiento geológico lineal”.

Los participantes formaron una hilera al pie de una duna de unos 100 metros de alto y 300 de radio. Subieron y bajaron paleando en forma sincronizada: el movimiento de arena provocado por ese peine humano produjo el desplazamiento de la montaña.

“Había enfrentamientos en las calles y el movimiento de resistencia se fortalecía. Era una situación desesperada, y sentí que requería de una respuesta épica, un beau geste a la vez inútil y heroico, absurdo y urgente. Sugerir una alegoría social en aquellas circunstancias me parecía más adecuado que emprender cualquier ejercicio escultórico”, señaló Alÿs sobre ese clivaje en la historia peruana y en su producción artística.

Pero, ¿en qué devino ese bello gesto contra la vileza y la brutalidad? O acaso más: que se propuso como un acto de justicia poética. “A partir de ese momento Alÿs comenzó una fase nueva de intervención social que no ha acabado: crea relatos políticos frecuentemente con colaboradores, incluso a veces con masas”, señala en una entrevista vía Zoom con Radar Medina, desde Ciudad de México, que atraviesa una situación desesperante por la pandemia de coronavirus.

Los 500 hombres que palearon en la duna eran estudiantes de ingeniería, matemática, arquitectura y economía de la Universidad Nacional de Ingeniería de Perú que, señala Medina, en medio de la dictadura de Fujimori había tenido la osadía de lanzarse a la huelga. Medina fue el artífice del slogan que dio sustento a la acción: “Máximo esfuerzo, mínimo resultado”. “Es la refutación del principio de la racionalidad económica capitalista: la suposición de que tenemos que actuar siempre bajo la lógica de minimizar el esfuerzo y maximizar el producto”, afirma el curador.

La fe mueve montañas articula una doble operación de ilusionismo: “El efecto de que la duna se moviera, aunque es real, depende de una ilusión. Como se trata de un efecto infinitesimal requiere de una convicción”, señala Medina, quien sostiene que haber convencido a la gente de que valía la pena sumarse a esta acción implica también implantar una ilusión.

¿Qué efectos políticos tuvo la acción? le consultó Radar a Medina. “Los efectos de las obras de arte son demasiado dispersos y frecuentemente no registrables. Nosotros pudimos ver algunas lucecitas. Por ejemplo, un médico abrió su discurso inaugural de la reunión de la OEA en Montevideo, acerca del combate de la pobreza infantil, diciendo que había ido a Lima y había visto en un museo la obra de un artista en la que se movía una montaña. Eso lo había impulsado a darse cuenta de que los métodos para resolver los problemas de atención médica y de alimentación en la infancia en América latina no podían ser convencionales, sino que era necesario mover una montaña. Hay varios casos en los que hemos detectado gente que sabe de esta historia, la cual se convierte en una especie de mito inspirador”, dice. Y continúa: “Pero la pregunta acerca del efecto político que tuvo la acción es algo que no puedo medir. Los que creemos en la eficacia de las obras de arte, lo solemos hacer de una manera —y aquí cito a Antonio Gramsci— molecular. Por la sedimentación y acumulación de las miles de obras de arte y las miles de ideas, que entre ellas y de un modo que no es unificado ni uniforme, van cambiando la realidad”.

Las obras de Alÿs devienen en una historia que adquiere entidad propia: pasa de una persona a otra, como un rumor imparable. Después de la acción en Lima, Alÿs se lanzó a filmar espejismos por las rutas de la Patagonia, un trabajo que pudo verse en Relatos de una Negociación en el Malba, en 2015.

Siguió con otras búsquedas quiméricas, impensadas. Durante una década, Alÿs se dedicó a perseguir los tornados que se forman en las temporadas de sequía en el sur de Ciudad de México. El artista se propuso meterse en el centro vacío y calmo de los tornados para filmar, mientras Rafael Ortega también filmaba desde el exterior del tornado. “Se hizo cuando se produjo el deterioro de México, en 2000: la obra es también una meditación sobre la caída en tiempos de violencia y búsqueda de paz”, apunta Medina.

Cuando lo invitaron a participar en la Bienal de Venecia, Alÿs se negó a ir. Con ácida ironía, envió un embajador llamado Mr. Peacock, un pavo real (en el Renacimiento y en el Medioevo simbolizaba la vanidad) que se paseó exultante por los giardini en alusión al evento.

Este artista, que tras el terremoto que asoló la Ciudad de México en 1985 viajó para colaborar en su reconstrucción y luego fascinado por la ciudad decidió quedarse, en The Nightwatch soltó un zorro en la National Portrait Gallery de Londres.

Tras introducir en la noche en el museo vacío un zorro, utilizó el sistema de cámaras para seguir sus movimientos. La curiosa filmación que obtuvo de esa travesía nocturna es como la que podría encontrarse en una oficina de seguridad: coloca al espectador en la posición de agente de seguridad.

Rafael Ortega, Francis Alÿs y Cuahtémoc Medina

En la página de la Tate, cuya colección incluye una de las nueve obras pertenecientes a la serie Seven Walks de Alÿs, se consigna que el artista creó The Nightwatch tras llegar a Londres porque quería analizar la prevalencia de la vigilancia en la ciudad. “Puede que estés acostumbrado a ella como nativo de la ciudad, pero para un extranjero es bastante chocante, especialmente cuando venís de un lugar como Ciudad de México. Al parecer, el londinense medio es filmado unas 300 veces al día. Eso ya dice algo sobre la relación que tiene la gente de Londres con la esfera pública”, consideró el artista.

Sumado a la preocupación por la vigilancia y sus implicancias sociales, esta idea se articula con la utilización del sistema de cámaras del museo, sitios que Medina define como “modelos perfectos de esta sociedad de vigilancia”. “Alÿs tomó la idea —debo decir que es extraordinaria— de conectar esta situación con el dato divertido de que en muchas zonas de Londres los zorros se habían vuelto una plaga que entraba de noche a robar comida de los basureros como si fueran ratas: un animal de prestigio se convirtió de pronto en uno parasitario”, dice Medina.

“El zorro”, añade Medina, “merodeó por la noche en un espacio de alta cultura y de las clases altas para ser visto y filmado por el aparato de seguridad y generar esta especie de relato moderno, este mito, una fábula”. Como un vigilante nocturno, este zorrito, que en cuentos infantiles y fábulas suele ganar sus pequeñas batallas por inteligencia y engaño, se paseó por la salas del museo fundado en 1856. Se expandió el rumor: lo vimos a través de las cámaras de seguridad; lo vieron los célebres retratados. 

El ciclo La historia como rumor seguirá hasta septiembre 2021 en malba.org.ar/rumor/